sábado, 31 de enero de 2009

LA LEYENDA DEL SANTO BEBEDOR


Rutger Hauer es Andreas Kartak


"La leyenda del Santo Bebedor" (Ermanno Olmi, 1988) está basada en la novela homónima del escritor judío Joseph Roth, adaptada a las pantallas gracias al esforzado trabajo del guionista Tullio Kezich y al mérito del propio Olmi, también montador del film. Como ha ocurrido en otras ocasiones, el éxito de la película despertó el interés del público en general sobre la atribulada vida y la excelente obra del escritor nacido en la Galitzia rusa (que entonces formaba parte del imperio austro-húngaro) y que terminó sus días en París en la más absoluta miseria, enfermo y consumido por el alcohol.

Para adornar musicalmente su película, el director eligió acertadamente algunas de las más frondosas partituras de Igor Stravinski, en las que el sonido del clarinete viene y va, sobrevolando el espacio como una traviesa bandada de estorninos.



El escritor Joseph Roth, el otro santo bebedor




Intemporal y ambientada en la Ciudad de la Luz, mientras el gélido viento otoñal desnuda las ramas de los árboles y las gaviotas chillan planeando sobre las turbias aguas fluviales, asistimos como testigos al extraño encuentro entre Andreas Kartak (Rutger Hauer), un emigrante polaco, antiguo campesino y minero, convertido ahora en un clochard que deambula sin destino por las orillas del Sena, y un distinguido caballero anónimo (Anthony Quayle). Andreas suele domir bajo el exiguo abrigo que le proporcionan unos periódicos abandonados y los firmes arcos del Pont de Bercy. El caballero resulta ser un devoto de Santa Teresa de Lisieux, la santa de origen normando, y solicita a Kartak un enigmático encargo: entregar 200 francos el domingo al párroco de Santa María de Batignolles, una iglesia parisina donde se venera la imagen de la santa carmelita.




La serena representación que Rutger Hauer hace del discreto y silencioso Andreas se sitúa en las antípodas de sus participaciones en "Delicias turcas" (Paul Verhoeven, 1973), en el papel del libertino escultor Erik Vonk, o en "Blade Runner" (Ridley Scott, 1982), donde encarnaba al temible replicante Nexus 6 Roy Batty.

Nuestro protagonista inicia su peregrinaje por tabernas de mala muerte (como la inhóspita Tari Bari) y petits cafés, degustando platos de sopa humeante y trasegando una tras otra copas y botellas de tinto barato, visitando burdeles decrépitos y decadentes hoteles de fachadas desconchadas. Ermanno Olmi emplea en este film la técnica del flashback para hacernos conocedores del pasado de Kartak, de sus aventuras y desventuras, de sus recuerdos (siempre presente el de sus ancianos padres), de sus deseos, de su pretérito y adúltero amor, y del aciago crimen involuntario que trastocaría su destino.

En varias ocasiones, cuando Andreas está a punto de cumplir su encargo, ante las mismísimas puertas de la iglesia de Batignolles surgen ciertas dificultades que se lo impedirán: el reencuentro con Karoline (Sophie Segalen) su antiguo amor, o la aparición en escena de su viejo colega Woitech, interpretado por el sarcástico Dominique Pinon, aquel inefable Louison protagonista de "Delicatessen" (Marc Caro, Jean-Pierre Jeunet, 1992), que con hábiles artimañas lo dejará sin blanca.

Por otra parte, ciertos pequeños milagros cotidianos mantienen a Andrea a flote: un orondo sastre (Joseph de Medina) que le ofrece 200 francos por ayudarle en una mudanza, 1000 francos que se encuentra en una billetera de segunda mano adquirida en un comercio a orillas del Sena, una cartera perdida con 200 francos que un guardia le entrega por error, el breve encuentro con el boxeador Daniel Kanjak (Jean-Maurice Chanet), amigo de la infancia y compañero de pupitre que ahora triunfa sobre el ring, que lo aloja en un hotel y le regala ropa nueva...; pero, indefectiblemente, cada episodio positivo acarrea un desengaño para Andreas. Así le ocurre cuando conoce a Gaby (Sandrine Dumas) una supuesta bailarina de la que se enamora perdidamente y que terminará por robarle todo su dinero.


EL DRAMA DE LAS PERSONAS SIN HOGAR.


En la ficción, Andreas sobrevive en las calles, cobijándose bajo un puente. En la realidad, conocemos los datos de recientes estadísticas, revelando que en España malviven unas 30000 personas sin hogar. Alrededor del 30% son abstemias y nunca han consumido drogas. El 20% padece alguna enfermedad mental, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, siendo estas patologías más prevalentes entre las mujeres.

Las alucinaciones propias de un trastorno orgánico cerebral muestran ante la atónita mirada de Andreas Kartak a una niña, que él confunde con la pequeña Teresa de Lisieux. Finalmente, nuestro infausto antihéroe cumplirá su promesa. Herido de muerte por las garras del alcoholismo, expira en el interior de la sacristía de la iglesia de Batignolles, con la bendición del sacerdote y los billetes de 100 francos en la mano.



3 comentarios:

(!) hombre perplejo dijo...

No es que fuese muy "santo", pero a mí me conmocionó la historia del guionista que se suicida bebiendo en "Leaving Las Vegas"... !)

DOCTOR ALBEIROS dijo...

Se trata de una historia totalmente diferente. Cada borracho, cada alcohólico, vive su enfermedad de una manera particular: "Días de vino y rosas", "Cuando un hombre ama a una mujer", "Dias sin huella", "Bar fly", "Bajo el volcán"... o "Leaving Las Vegas", por supuesto. Algunas de estas películas ya han sido tratadas en este blog, pero quedan otras...; estamos en ello.

DOCTOR ALBEIROS dijo...

Una investigación realizada conjuntamente por científicos de Canadá y de los Países Bajos ha revelado que la presencia de alcohol en el cine y en los anuncios de televisión provoca un efecto inmediato en la cantidad de bebidas alcohólicas que consumen las personas.

Los resultados se publican en Alcohol and Alcoholism.

El estudio ha confirmado que las personas que ven películas o anuncios en los que el alcohol tiene un papel importante, beben un promedio de 1,5 botellas más de vino o cerveza que aquéllos que ven anuncios y películas en los que el alcohol no tiene mucha presencia.

Más información en: http://www.diariomedico.com/edicion/diario_medico/entorno/es/desarrollo/1200369.html