sábado, 3 de octubre de 2020

VIVERE


En "Vivere" (Francesca Archibugi, 2019) nada ni nadie es lo que aparenta. Como casi siempre, para darnos cuenta, tenemos que ver la película hasta el final, cuando un personaje secundario, el perito cotilla vecino (Marcello Fonte) nos descubre qué ha estado ocurriendo realmente delante de nuestros ojos durante los 103 minutos anteriores.

A primera vista, nos enfrentamos a una historia más sobre una familia disfuncional, italiana y romana, formada por Susi (Micaela Ramazzotti), vulnerable, atolondrada y desbordada por el estrés cotidiano, su atribulada pareja, Luca (Adriano Giannini), y su hija Lucilla (Elisa Miccoli), una pequeña de 7 años que padece continuos ataques de asma.


Micaela Ramazzotti es Susi

Completan el cuadro familiar el joven Pier Paolo (Andrea Calligari), fruto de una frustrada relación anterior de Luca con Azzurra (Valentina Cervi), y Mary Ann (Roisin O´Donovan), la muchacha irlandesa que trabaja como au pair en la casa mientras intenta perfeccionar su idioma y estudios de arte en Italia.

Nada ni nadie son lo que aparentan. Susi, malograda bailarina de ballet, ahora imparte clases de zumba en una academia donde sus clientes acuden para intentar adelgazar. Luca, inmaduro sentimental, es un periodista quebrado y poco escrupuloso, que para sobrevivir intenta colocarle noticias pintorescas y espectaculares a un cínico redactor. Pier Paolo es un adolescente ocioso y cocainómano cuyo tren de vida corre a cargo de su adinerado abuelo materno, el ilustre abogado De Santis (Enrico Montesano), con oscuras relaciones políticas y sociales. Y la candorosa pelirroja Mary Ann terminará por convertirse en uno de los lados del insensato triángulo amoroso familiar.


Adriano Giannini es Luca

Sólo el personaje de Lucilla, con sus reiterados ataques de asma, posee una estructura definida desde el primer instante. Convincente y dulce la pequeña Elisa Miccoli.


Elisa Miccoli es Lucilla

A pesar de ambientarse en la seductora e imponente Roma, apenas observamos escenas de sus lugares más emblemáticos. Porque "Vivere" no es "La dolce vita" (Federico Fellini, 1960) ni "La gran belleza" (Paolo Sorrentino, 2013), ni puede ni quiere pretenderlo. Su guionista, Francesco Piccolo, prefiere la capital suburbana que palpita al margen de las imponentes ruinas de la que un día fuera flamante epicentro del Imperio Romano.


CINEFILIA

Casualmente "La dolce vita" y "Vivere" han sido dos de las películas proyectadas dentro del Ourense Film Festival (OUFF) 2020, entre el 25 se septiembre y el 3 de octubre, en su 25 aniversario. La primera como homenaje en el centenario del genial cineasta italiano. La segunda, compitiendo en la sección oficial.


ASMA INFANTIL

En esta película, el componente psicosomático trata de explicar la etiología de la enfermedad de Lucilla.

Desde la época de Hipócrates, la propia definición de asma sugiere al jadeo, la característica respiración entrecortada y sibilante de estos pacientes durante las crisis broncoconstrictoras. Con el advenimiento del siglo XX, y sobre todo desde 1930 hasta 1950, el asma fue reconocida como "una de las siete sacrosantas enfermedades psicosomáticas".

De manera más concreta, las teorías psicoanalistas aportaron una explicación basada en connotaciones sexuales, interpretando las sibilancias infantiles como un grito reprimido por las madres de los enfermos, llegando a proponer el tratamiento antidepresivo para estos pacientes.

Existen otras teorías que han relacionado el asma con el estrés y la resistencia a los glucocorticoides. Los pacientes sometidos a tensiones constantes durante su infancia, podrían desarrollar alteraciones del sistema nervioso simpático y parasimpático, así como del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, lo que en la clínica podría traducirse como una hiperactividad del sistema inmune y un proceso inflamatorio crónico.


Roisin O´Donovan es Mary Ann

De la misma manera, el estrés intrauterino provocaría una expresión exagerada de cortisol en la embarazada, y un aumento de la secreción de la hormona liberadora de corticotropina (CRH), alterando las respuestas inmunes de tipo humoral y la sensibilidad al estrés después del nacimiento, ambos asociados a las exacerbaciones asmáticas.

Siguiendo estas propuestas, está claro la angustia familiar a la que la pequeña Lucilla se encuentra expuesta en su vida cotidiana, con la impaciencia instalada en su existencia de manera constante y permanente: su madre siempre corriendo de un lugar para otro, tanto que incluso llega a olvidarse de dejar a su hija en el colegio o llega tarde a recogerla.


Los síntomas depresivos maternos se han asociado al incremento de la incidencia de los diagnósticos asmáticos y las hospitalizaciones en sus hijos. La irritabilidad materna y la deficiente afectividad hacia su prole, también se ha asociado a una mayor severidad asmática en sus hijos. Algo similar se ha detectado en los hijos de familias complicadas y desorganizadas.

En cada crisis, los cuidados de la pequeña Lucilla corren casi siempre a cargo de Mary Ann o de su hermano mayor Pier Paolo, los inventores del sapo imaginario que se encuentra alojado en el pecho de la pequeña y que deben alimentar con nebulizaciones e inhaladores.


Hasta que Susi se decide llevar a su hija a la exclusiva consulta del Dr. Marinoni (Massimo Ghini), observamos como Lucilla recibe también tratamiento con corticoides por vía oral. Será en la clínica del especialista donde la niña recibirá por primera vez fisioterapia rehabilitadora respiratoria. En alguna escena la podemos ver jugando con un aparato ejercitador respiratorio o espirómetro incentivo.


Al cine le encantan los pacientes asmáticos; más bien, la dramática angustia desencadenada por una crisis asmática cuando falta del tratamiento necesario, especialmente inhaladores con fármacos beta-2 adrenérgicos.

Hemos contemplado estas escenas de tensión en películas como "La mano que mece la cuna" (Curtis Hanson, 1992).

La profesora Cindy Dell Clark imparte clases de antropología en la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey - EEUU). Ha publicado un estudio sobre la visión cinematográfica del asma infantil, en la que recoge múltiples referencias. Según sus aportaciones, existe un estereotipo del personaje asmático: suele ser raros, cobardes y perdedores, el estrés desencadena sus crisis asmáticas, la enfermedad se supera con fuerza de voluntad y los inhaladores pueden emplearse como armas contra villanos y malvados. Por supuesto, ninguna de estas fabulaciones tiene soporte científico, Un ejemplo nefasto de este tipo de películas es "Juntos para vencer" (Aaron Norris, 1992).


La profesora Dell Clark entrevistó a niños con edades comprendidas entre 9 y 12 años, algunos de ellos asmáticos, y a sus familiares y amigos. Por supuesto, los asmáticos disienten de sus estereotipos cinematográficos, considerándolos injustos y discriminatorios.