domingo, 13 de junio de 2010

LA GRAN COMILONA


"Las comidas largas crean vidas cortas".

François Rabelais


¿Posee
alguna vigencia en el año 2010 "La gran comilona" (Marco Ferreri, 1973), una de las películas más controvertidas e iconoclastas de su época?

El libreto original, escrito al alimón entre el propio Ferreri y Rafael Azcona, genial y laureado guionista español desaparecido recientemente, nos cuenta la historia de cuatro amigos aislados en un chalet parisino de la Rue Boileau que deciden poner el punto final a sus vidas en una bacanal de comida y sexo. Oficiará como maestra de ceremonias la exuberante Andrea (Andréa Ferreol), la ninfómana y única superviviente de tan descomunal orgía.

Marco Ferreri y Rafael Azcona, una fértil sociedad

Mucho se ha escrito sobre esta polémica cinta desde su estreno; los críticos han descubierto en ella un crisol de matices, desde la sátira irreverente de la sociedad de consumo, pasando por una soterrada apología del suicidio o por una indecente manifestación de escatología y mal gusto, hasta un decadente monumento al nihilismo. Sin embargo, hoy la traemos a colación para reflexionar en este blog sobre las llamadas enfermedades de la opulencia.

Porque en un mundo como el nuestro, aunque todavía se mueren muchos más prójimos por hambre que por hartazgo, está demostrado que determinadas formas de alimentarse provocan ciertas enfermedades no desdeñables en el ser humano.

En el editorial de la revista divulgativa española "Siete Días Médicos" correspondiente al 27 de octubre de 2006, respecto al Congreso Mundial de Nutrición y Salud Pública celebrado en Barcelona en aquellos días, se nos avisaba de las dos grandes epidemias que estamos viviendo en nuestro planeta: la desnutrición y la sobrealimentación. Respecto a esta segunda enfermedad, los expertos alertan que la obesidad entre los niños españoles se ha duplicado en los últimos 20 años, con un resultado terapéutico desalentador, pues el éxito sólo se obtiene en el 30% de los casos. La traducción real de estos datos implica que 2 de cada 3 niños españoles seguirá siendo obeso en la edad adulta...

Desde las primeras páginas de su libro "Obesos y famélicos", el profesor y economista Raj Patel nos mostraba una gran contradicción: a pesar de que la humanidad está produciendo más alimentos que en toda su historia, un 10% de la población mundial padece hambre...

Si se nos permite la licencia, nosotros colocaríamos a "La gran comilona" en la cruz de una oronda moneda en cuya cara estaría por méritos propios la sencilla pero gozosa "El festín de Babette" (Gabriel Axel, 1987), mucho más edificante y solidaria narración de otro gran convite.


Como ya viene siendo habitual en este blog, mención especial para la melancólica banda sonora, obra del prolífico compositor francés Philippe Sarde.

LOS PERSONAJES

Ugo (Ugo Tognazzi) es un restaurador impotente que dirige un establecimiento en París llamado "Le biscuit à soupe". Desprovisto para la ocasión de su característico bigote, en las escenas iniciales del film podemos ver al inconmensurable actor italiano preparando con mimo su bien surtido estuche de cuchillos de cocina.

Ugo Tognazzi

El siguiente personaje en discordia es el de Michel (Michel Piccoli), un amanerado realizador televisivo afectado de aerofagia, con una velada fascinación hacia el tercer componente del grupo de amigos, Marcello (el siempre incomparable Marcello Mastroianni), un comandante de aviación tan obsesionado con el sexo como en poner en funcionamiento un
antiguo Bugatti averiado, resignado sin remedio ante el que parece haber sido su último y definitivo aterrizaje.

Michel Piccoli revisando el género

y Marcello a lo suyo...

Completa el cuarteto de libertinos Philippe (Philippe Noiret, otro coloso del cine europeo), un apocado magistrado todavía dependiente de su anciana ama de llaves (¡y de cría!).

Los golosos Andréa Ferreol y Philippe Noiret
EL MENÚ

Le he escuchado decir al profesor José Enrique Campillo, catedrático de Fisiología de la Universidad de Extremadura, que nuestros homínidos antecesores
habitualmente se nutrían a partir de unos 250 alimentos, mientras nosotros, hombres y mujeres contemporáneos, hacemos lo mismo con apenas una docena de viandas. Sin quererlo, los protagonistas de "La gran comilona" vienen a contradecir al sabio investigador.

Ante nuestra atónita mirada desfilarán cabezas de ternero, tiernos lechones y cerdos en canal, jabalíes, corzos, cabritos, aves, ostras, mariscos, verduras y hortalizas de variados colores y texturas, purés, vísceras, hierbas aromáticas, embutidos, huevos, pan, croissants y demás bollería, frutas, zumo de naranja, patatas, pastas, quesos y otros productos lácteos, vinos, champán, artísticas tartas y postres descomunales, licores, hasta la nutritiva médula que rellena los huesos de caña de los bóvidos.. en un cómputo global de calorías difícilmente imaginable, más digno de los colosales protagonistas de "Gargantúa y Pantagruel" de François Rabelais (1494 - 1553) que de unos simples mortales.

LA MUERTE

Los protagonistas irán desapareciendo de escena uno por uno; en la realidad, lo mismo ocurrió mientras se filmaba la película, que se hizo de manera cronológica. Mastroianni fue el primero en abandonar el plató de rodaje, pues su personaje muere congelado en el jardín sentado a los mandos de su mimado Bugatti azzurro.

El segundo en largarse es Michel Piccoli, que literalmente muere reventado al no poder soportar sus intestinos la presión ingente provocada por la acumulación de gases y heces que lo obstruían.

Luego le llegará el turno a Ugo, que quizás abandonase este mundo a causa de un infarto agudo de miocardio, evento cardiovascular ganado a pulso gracias al cebado sin cuartel y los esfuerzos de la concupiscente Andrea, empeñada en curarle su impotencia.

A Philippe Noiret le tocará morir solo, rodeado por sus perros y en brazos de Andrea, empachado hasta el aniquilamiento final, rendido al fin ante un sugerente postre rosado con la forma de unos enormes senos femeninos.


CINEFAGIA


  • Según el testimonio de Ugo Tognazzi, los cuatro protagonistas se reunían para conversar (¡y hacer la digestión!) en unos pequeños cuartos del piso superior del chalet donde se filmó la película. Un día, entre todos hicieron añicos el guión y se lo arrojaron a Marco Ferreri. La improvisación fue desde entonces la línea de trabajo a seguir por todos ellos. Todo esto fue también coroborado en las entrevistas que le realizaron a Michel Piccoli. De esta manera surgió, por ejemplo, la escena en que el propio Tognazzi imita convincentemente a Marlon Brando como Don Vito Corleone, el famoso protagonista de "El padrino" (Francis Ford Coppola, 1972)...
  • Haciéndole caso al mismísmo Tognazzi, tal vez tan buen gourmet como actor, los protagonistas de esta película hubieron de dar buena cuenta de la siguiente lista de viandas: ostras, paté de canard, paté de jabalí, coctail de camarones, caviar d´Aubergine, ensalada Nicoise, lasaña Andrea, bortsch ruso, lechón al spiedo y lechón relleno de castañas, puré de patatas, gallina de Guinea al horno, pissaladiére provençale, osobucos gigantes, pierna de cordero al spiedo o a la Solognotte... Los interesados en confeccionar tan opípara pitanza puede consultar las recetas en el enlace adjunto:

  • Los platos exhibidos en esta película fueron elaborados por Fauchon - París, contando con el asesoramiento del polifacético actor y escritor Giuseppe Maffioli (1925 - 1985). ¡No confundir con el prestigioso chef italiano del mismo nombre!.

Y para los sibaritas que puedan permitírselo, este es el enlace de la afamada épicerie parisina:


Como colofón, y no para cortarles la digestión, añadimos esta escena de "El sentido de la vida" (Terry Jones, 1983), cuarta película de los iconoclasta Monty Python, en la que el insaciable Mr. Creosote (interpretado por el propio Terry Jones) revienta literalmente después de engullir una opípara comida...