miércoles, 18 de septiembre de 2019

VIVIR


"Este es el estómago del protagonista de esta historia. Se aprecian síntomas de cáncer en el cardias. pero él aún no lo sabe"...

El pasado 6 de septiembre se cumplieron 21 años de la desaparición del magistral cineasta japonés Akira Kurosawa (1910 - 1998). Parte de su dilatada filmografía ha sido destacada en este mismo blog, como "El ángel ebrio" (1948) o "Duelo silencioso" (1949), además de por su incuestionable valor cinematográfico, por su personal abordaje de aquellos asuntos relacionados con la propia profesión médica y el hecho mismo de enfermar: el alcoholismo y las enfermedades de transmisión sexual, respectivcamente.

En "Vivir" (1952), el padecimiento de un cáncer de estómago avanzado por el protagonista, el anodino señor Kenji Watanabe (Takashi Shimura), le sirve a Kurosawa para articular el guión de este clásico en estrecha colaboración con sus habituales Shinobu Hashimoto e Hideo Oguni.

En esta película, como en tantas otras de su dilatada filmografía, los personajes de Kurosawa comunican más por sus silencios que por sus diálogos. Sus sigilosos primeros planos obligan al espectador a esforzarse en indagar los sentimientos y las emociones que los actores expresan a la perfección.

Algunos críticos han destacado el paralelismo de la historia del señor Watanabe con la de aquel otro funcionario de ficción, el protagonista de la aclamada novela "La muerte de Iván Ilich" (León Tolstoi, 1886), un pequeño burócrata que poco a poco irá ascendiendo por el escalafón administrativo para finalmente plantearse de qué le han servido tantos sacrificios.

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"A Question of Faith" (Colin Nears, 1979) es una película británica ambientada en los últimos tiempos de la vida del escritor ruso Tolstoi (Harry Andrews), junto al paralelismo existente entre la vida del autor y la de su propio personaje.



Con anterioridad, el cine alemán había llevado a la gran pantalla el mismo tema en "Der Tod des Iwan Iljistch" (Hansgünther Heyme, 1967), con el actor Ulrich Matschoss como protagonista.

Retornando al señor Watanabe, estricto funcionario que ha dedicado toda su vida al trabajo en la administración pública (jefe de la Sección de los Ciudadanos), tras su prematura viudedad se entregó al cuidado de su único hijo Mitsuo (Nobuo Kaneko), con el que comparte vivienda junto a su nuera Kazue (Kyôko Seki).



El Doctor (Masao Shimizu) le comunica al Señor Watanabe (Takeshi Shimura) su enfermedad

Quizás inconscientemente, y asimismo afectado por su efecto aniquilador a largo plazo, durante décadas el señor Watanabe ha estado padeciendo otra cruel enfermedad denominada soledad, tomando verdadera consciencia de todo ello cuando comienza a afrontar la caducidad de su existencia.

Los ancianos japoneses contemporáneos parecen tener peor suerte que el señor Watanabe. Muchos viven solos en los danchi, gigantescos complejos públicos de pequeñas viviendas, con pasillos laberínticos que algunas veces abarcan más de un centenar de bloques de apartamentos idénticos. Lo más normal es que ni los propios vecinos se conozcan ni sepan de su existencia. 



Cuando algún anciano fallece aislado y sin familia, el olor del cadáver en descomposición suele ser el primer signo de alerta. Son los denominados kodokushi, personas que mueren solas (y no necesariamente han de ser ancianos).

 Existe un floreciente negocio de empresas especializadas (tokushu soji) que se dedican a readaptar los pisos donde tantos desdichados se han extinguido en soledad. Hasta 30000 casos similares se producen en Japón cada año.

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Aunque quizás con un argumento y una denuncia social harto diferentes, "La muerte del Señor Lazarescu" (Cristi Puiu, 2005), nos convierte en testigos del peregrinaje por los sombríos hospitales de Bucarest de un anciano solitario y enfermo (Ioan Fiscuteanu) que vive con la única compañía de sus gatos.



El problema japonés continúa extendiéndose por el mundo occidental, sobre todo en aquellos países con las poblaciones más longevas. En el Reino Unido, por ejemplo, la ex primera ministra Theresa May llegó a plantearse la creación de un Ministerio de la Soledad. En Corea del Sur padecen un problema similar con los denominados godoksa: durante 2017, 366 fallecidos en soledad en Seul, el 62% hombres con edades comprendidas entre los 45 y los 65 años.

En España, se estima que 5 millones de prójimos viven solos. En Galicia, alrededor de 120000 personas mayores de 65 años residen en la más estricta soledad.

La solución temporal que toman muchos ancianos japoneses está siendo cuanto menos insólita. Si en 1990, los delitos cometidos por mayores de 60 años representaban el 4% del total, en la actualidad este porcentaje se ha disparado hasta el 600%. A principios de 2019, 5000 ancianos japoneses permanecían en prisión, el 20% de su población reclusa total. El 75% de las ancianas detenidas por robos confesaba vivir solas y sin familia. Ir a la cárcel representó para ellas una tabla de salvación, máxime cuando robar un simple bocadillo de apenas 1.50 dólares acarrea 2 años de prisión, en un lugar protegido por las autoridades y donde comparten compañía con otros semejantes.

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En "La balada de Narayama" (Shôei Imamura, 1983), el cine nipón (y de paso el mundial) se enfrenta al problema del envejecimiento poblacional y al destino de los ancianos, en un drama impactante y descomunal ambientado en el mundo rural del Japón de la Era Meiji (1868-1912).



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La presencia del actor Takashi Shimura fue habitual en las películas de Kurosawa, y así se constata por ejemplo tanto en "El ángel ebrio", donde encarnó al Doctor Sanada, como en "Duelo silencioso", esta vez como el Doctor Konosuke Fujisaki, y asimismo en "Vivir", esta vez pasando de médico a paciente.



Takashi Shimura es Kenji Watanabe

Auténtico descendiente de una antigua familia de samuráis, junto con Toshirô Mifuneotro de los actores fetiches más característicos de la filmografía de Kurosawa, Takashi Shimura asimismo encarnó a Kambei Shimadauno de los protagonistas de "Los siete samuráis" (1954), una de las mejores películas de la cinematografía mundial.



Recordemos que la fértil alianza artística entre Kurosawa, Mifune y Shimura generó como uno de sus más prestigiosos frutos el thriller policíaco "El perro rabioso" (1949), donde Mifune se convierte en el novato detective Murakami, y Shimura en Sato, su veterano jefe.


CANCÉR GÁSTRICO EN JAPÓN

En la actualidad, el 60% de los cánceres de estómago en el mundo se concentran en 3 países: Japón, China y Corea.

Existen diversos estudios que relacionan ciertos platos de la gastronomía tradicional japonesa con una mayor incidencia de cáncer de estómago entre sus consumidores habituales, especialmente aquellos alimentos ricos en sal, conservados en vinagre o ahumados.

Entre los implicados se encuentra el sushi, variedad de pescados crudos colocados sobre arroz aderezado con vinagre dulce, un hábitat ideal para el Helicobacter pylori, bacteria implicada en la patogénesis del cáncer gástrico.



Simplemente recordar que, a diferencia de los países occidentales, dada la elevada frecuencia del cáncer gástrico en Japón, en este país asiático se realizan campañas de detección precoz.

VIVIR AL FINAL DE LA VIDA

Metafóricamente, el señor Watanabe permaneció anímicamente muerto durante casi tres décadas, absorto en la rutina administrativa de su vida como funcionario jefe. Montañas de documentos se acumularon sobre la mesa de su despacho, con estanterías repletas de expedientes a la espera de resolución. Sólo el diagnóstico del cáncer gástrico significará el pistoletazo de salida en la postrer carrera en la procura de la felicidad.

Ante la indiferencia de su hijo y de su nuera, el señor Watanabe decide dilapidar sus ahorros en juergas. Su primera incursión en el mundo del esparcimiento vendrá de la mano de un extraño personaje, el Novelista (Yûnosuke Itô), que le introduce en el mundo nocturno de la ciudad: clubs, salones de baile, prostitutas... Este paseo por el barrio rojo nos trae a la memoria otra obra maestra del cine japonés, "La calle de la vergüenza" (Kenji Mizoguchi, 1956), en la que el cineasta retrata con una sensibilidad exquisita una serie de personajes femeninos que sobreviven en uno de los múltiples burdeles que funcionaron en el Tokyo de la posguerra mundial.


Existen varias escenas en "Vivir" , con la cámara filmando a través de enrejados y barrotes, que bien podrían haberse ambientado en el célebre distrito Yoshiwara de Edo (el nombre que tuvo Tokyo hasta 1868), creado en 1617 y que en su mayor apogeo llegó a contar con 3000 prostitutas procedentes de las más diversas clases sociales, desde las más pobres a las más ricas.



Como detonante de su repentina ansia de vivir surge el personaje de la joven empleada Toyo Odagiri (Miki Odagiri), capaz de captar las atenciones del anciano de una manera ciertamente egoísta, hasta que toma consciencia de la grave patología del moribundo.




Miki Odagiri es Toyo Odagiri

Como ella misma lo define, el señor Watanabe es una especie de momia, un ser exánime que revive con la vitalidad y el entusiasmo que emanan a raudales de la joven Toyo.


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Podríamos aventurar que la historia del cine estaría incompleta si no fuera por este aterrador personaje, un mito inaugurado por "La momia" (Karl Freund, 1932), protagonizada por el inolvidable Boris Karloff, continuado con irregulares clásicos del terror de serie B como "La tumba de la momia" (Harold Young, 1942), con Lon Chaney Jr. como actor principal, o la producción de la Hammer británica "La momia" (Terence Fisher, 1959), con el imperecedero tándem formado por Christopher Lee y Peter Cushing, hasta las más modernas cintas de aventuras "La momia" (Stephen Sommer, 1999) con Brendan Fraser o "La momia" (Alex Kurtzman, 2017), reinicio de la franquicia de The Mummy, y protagonizada por el taquillero Tom Cruise.



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Basada en "La casa de las bellas durmientes" (1961), novela corta del Premio Nobel japonés Yasunari Kawabata, "Nemureru bijo / The house of the sleeping virgins" (Kôzaburô Yoshimura, 1968) nos cuenta la historia de los ancianos clientes de una casa muy particular, a la que acuden para dormir al lado de hermosas jóvenes narcotizadas, sin que puedan despertarlas ni mantener relaciones sexuales con ellas, una narración que inspiró "Memoria de mis putas tristes" (Gabriel García Márquez, 2004) y la cinta "Sleeping beauties" (Dean McKendrick, 2017)



Asimismo inspirado por la novela de Kawabata, "Bellas durmientes" (Eloy Lozano, 2001) es el único largometraje dirigido por el desaparecido cineasta ourensano (1953-2009), que en 1973 había rodado el primer film en 35 mm en gallego, "Retorno a Tagen Ata", basado en un cuento del escritor José Luis Méndez Ferrin.




Como curiosidad cinéfila, el actor británico Clive Arridell, Lawrence en la película de Lozano, fue el protagonista de las populares campañas publicitarias del Sorteo de Navidad (1999-2005) y el spot de Acción contra el Hambre ACF International en 2013.

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En franca contraposición con el señor Watanabe de "Vivir", Akira Kurosawa retrató en la última de sus películas "Madadayo" (1993), las ganas de vivir del viejo profesor jubilado Hyakken Uchida (Tatsuo Matsumara), en una comedia dramática inspirada en la vida y obra del verdadero Uchida (1889 - 1971), célebre escritor, ensayista y profesor de alemán, que cada año celebraba su cumpleaños en compañía de sus alumnos.


UNA VISIÓN CRÍTICA DE LA BUROCRACIA

La reivindicación social de "Vivir" se establece sobre la defensa de los derechos de la persona y de la ciudadanía, ambos enfrentados a la monstruosa e inerte maquinaria burocrática estatal.

Existen unas escenas donde las ciudadanas son derivadas de un mostrador a otros por un ejército de funcionarios inútiles y perezosos, en una especie de aquel "Vuelva usted mañana" que en 1833 publicara el escritor y periodista Mariano José de Larra (1809 - 1837) bajo el seudónimo de Juan Pérez de Munguía en la revista satírica de costumbres "El Pobrecito Hablador".




 Mariano José de Larra y Sánchez de Castro (1809 - 1837)

Por una parte destaca la lucha colectiva del grupo de mujeres que reivindica el saneamiento del alcantarillado, con aguas estancadas y repletas de mosquitos, para convertir esa zona insalubre en un parque moderno para disfrute de los niños. Esas mismas plañideras llorarán amargamente la desaparición del señor Watanabe durante su funeral.

Por otra parte, el propio protagonista, que demanda la atención y el respeto de su hijo, al que ha dedicado todos los esfuerzos de su insustancial existencia. Además se rebela ante la actitud de los médicos, incapaces de trasmitirle la trascendencia de su enfermedad, enmascarando los síntomas con los de una úlcera péptica benigna. 

Así, mediante la indiscreción de un paciente, en la sala de espera se entera que el catálogo de síntomas que padece desde hace tiempo constituye una prueba irrefutable de su grave enfermedad: dolor epigástrico, reflujo, pirosis, lengua saburral, diarrea y estreñimiento alternativos, vómitos en poso de café y melenas.

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En algunas ocasiones, el universo cinematográfico también ha fijado su atención en las decisiones que toman los pacientes con cáncer cuando entienden que ha llegado su hora.

"Ahora o nunca" (Rob Reiner, 2007) es una comedia dramática estadounidense en la que dos enfermos terminales de cáncer, de extracción social bien distinta, el acaudalado Edward Cole (Jack Nicholson) y el humilde mecánico Carter Freeman (Morgan Freeman) deciden emprender conjuntamente su última odisea intentando conseguir todo aquello que en sus vidas han deseado.



Apena un año antes, "Las últimas vacaciones" (Wayne S. Wang, 2006) es una estereotipada comedia protagonizada por Queen Latifah, en la que encarna a una joven dependienta desahuciada por los médicos, tras diagnosticarla por error de un raro cáncer cerebral terminal, y que decide vivir esplendorosamente sus últimas semanas de vida.



lunes, 2 de septiembre de 2019

TRES SEGUNDOS


- "¿Si te dijeran que sólo te quedan 3 minutos de vida, qué harías? ¿Y si fueran 3 segundos?"
Aleksandra Ovchinnikova (Aleksandra Revenko) a Aleksandr Belov (Ivan Kolesnikov) en "Tres segundos" (Anton Megerdichev, 2017)

Coincidiendo en estas fechas, en China acaba de comenzar el Campeonato Mundial de Baloncesto de la FIBA. La selección de EEUU es una de las favoritas para el triunfo final, así como fue también la predilecta en los Juegos Olímpicos de Munich de 1972. Al respecto, existe una diferencia sustancial, pues mientras en aquellas Olimpiadas el equipo norteamericano era amateur, desde Barcelona 92 comenzaron a participar los profesionales de la NBA.

El experimentado y galardonado entrenador Hank Iba (interpretado por John Savage) se puso al frente de aquel prometedor equipo de estrellas universitarias estadounidenses, una mayoría de jugadores que finalizaría sus carreras deportivas como profesionales en EEUU o en las grandes ligas europeas. Entonces alcanzaron invictos la final apeando por el camino a las selecciones nacionales de Italia, Cuba, Brasil, Checoslovaquia, España, Australia, Japón y Egipto.


Selección USA subcampeona olímpica en Munich 1972

Precisamente en torno a la excepcional victoria de la selección de la URSS en aquella polémica final olímpica se fundamenta el argumento de "Tres segundos" (Anton Megerdichev, 2017), film ruso que nos traslada a uno de los episodios más tensos de la Guerra Fría, la pugna feroz entre las dos grandes potencias mundiales que también se trasladó a las canchas de juego. Simplemente recordar aquí que los jugadores del equipo USA, disconformes con el devenir de los hechos, se negaron a recoger sus medallas olímpicas de plata, que en primera instancia pasaron a ser custodiadas por un banco muniqués y que a día de hoy permanecen expuestas en el Museo Olímpico de Lausana (Suiza).

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"Red Army" (Gabe Polsky, 2015) es el documental producido por Werner Herzog y Jerry Weintraub que nos muestra las complejas relaciones entre política y deporte en la URSS, esta vez en el contexto de la imbatible selección soviética de hockey sobre hielo, la porfía entre las autoridades deportivas comunistas y sus propios atletas de élite, abnegados campeones que contemplaron como las reformas políticas propiciaron su liberación y reconocimiento internacional. 


En "Tres segundos", siendo críticos respecto a la fidelidad histórica del partido, el último cuarto de esta película se convierte en un auténtica sucesión de mates imposibles y jugadas marrulleras que finalizan con los huesos de los jugadores de uno y otro bando sobre la tarima.

Selección de la URSS campeona olímpica de baloncesto en 1972

Pero desde el punto de vista estrictamente médico, esta película tiene un valor especial al presentarnos un caso de una enfermedad cardiaca poco frecuente, el sarcoma cardiaco que padeció Aleksandr Belov, el correoso pívot soviético de apenas 2.01 metros de estatura, que pasó de villano a héroe en tan solo 3 segundos, los transcurridos hasta anotar la famosa canasta victoriosa para la Unión Soviética.



Aleksandr Belov (1951 - 1978)

SARCOMA CARDIACO

Se trata de un cáncer primario del corazón, un órgano donde el 75% de la patología tumoral es de tipo benigno.


Si bien su localización puede situarse en la superficie externa cardíaca y el pericardio, los sarcomas también pueden afectar a las cavidades internas (intracavitarios) o infiltrar el propio tejido muscular. Los angiosarcomas son los más frecuentes, originándose en el 80% de las ocasiones en la aurícula derecha, donde provocan una obstrucción del flujo sanguíneo. 

Si por casualidad se desprendiera algún fragmento tumoral, también podrían desarrollarse embolismos cerebrales y pulmonares. 

Como consecuencia, aparecerán edemas en los tobillos, disnea y palpitaciones. En esta película, la fatiga y las crisis de disnea son los síntomas más característicos de Aleksandr Belov (Ivan Kolesnikov).

El legendario pivot soviético falleció el 3 de octubre de 1978 en Leningrado.

Ivan Kolesnikov es Aleksandr Belov

A pesar de los obstáculos que las autoridades deportivas soviéticas pusieron delante de Aleksandr Belov para evitar su matrimonio con Aleksandra Ovchinnikova (Aleksandra Revenko), a su vez jugadora de la selección nacional de baloncesto femenino de la URSS, en este ocasión la película tiene un final feliz.


Paralelamente a la dureza de los entrenamientos y las intrigas de los dirigentes del Comité Estatal de Deportes o Goskomsport, personalizados en esta ocasión por Sergei Pavlov (Sergei Garmash), Gennadii Tereshenko (Marat Basharov) y el asistente del seleccionador Grigorii Moiseev (Andrey Smolyakov), asistimos como espectadores a las vicisitudes personales de los demás protagonistas, como por ejemplo la perseverancia del entrenador Vladimir Garanzhin (Vladimir Mashkov), depositario de una fe tan absoluta en sus jugadores como para atreverse a vaticinar antes de las Olimpiadas su triunfo sobre los invencibles estadounidenses.

En la realidad, Vladimir Petrovich Kondrashin (1929 - 1999) había destacado como jugador y entrenador del Spartak de Leningrado (más tarde Spartak de San Petesburgo), posteriormente elegido seleccionador nacional soviético en sustitución del laureado coronel Alexander Gómelski (1928 - 2005). 


Vladimir Maskov es el entrenador Garanzhin

No debemos olvidar que durante los momentos más destacados de la Guerra Fría, los atletas, músicos y académicos de la URSS se consideraban patrimonio nacional. En esta etapa, tal y como quizás se ha pretendido insinuar en esta película, el régimen comunista se constituía como el garante de la patria y el estado conciliador capaz de aglutinar bajo la bandera roja con la hoz y el martillo los intereses de las diversas naciones que entonces conformaban la antigua URSS, tales como Rusia, Bielorrusia, Ucrania, Georgia, Lituania y demás países bálticos, todas ellas representadas, casualmente o no, en la selección nacional de baloncesto.


Vladimir Kondrashin (1929 - 1999)

La atribulada existencia del entrenador se debate entre el férreo compromiso deportivo y su situación familiar, junto a su esposa Ksenia (Viktoriya Tolstoganova) y su pequeño hijo Shurka (Nikita Yakovlev), que permanece confinado en una silla de ruedas a la espera de que su padre pueda reunir la cantidad necesaria para operarlo en el extranjero. Precisamente el entrenador no dudará en ceder ese dinero para sufragar los gastos médicos de algunos de sus jugadores, como el tratamiento de la cardiopatía de Aleksandr Belov o las lentillas para otro de sus pívots, el estilizado Alzhan Zharmukhamedov (Aleksandr Ryapolov).

LOS BELOV

Existe la confusión de que los dos Belov que jugaron en aquella selección soviética de baloncesto eran hermanos. Y no es así. Mientras el malogrado Aleksandr ocupó en la posición de pivot en el Spartak de Leningrado, la estrella del equipo era Sergei Belov (interpretado en la película por el actor Kirill Zaitsev), que militó 12 años en las filas del todopoderoso CSKA de Moscú, siendo considerado uno de los mejores jugadores europeos de baloncesto de todos los tiempos. Con sus 190 centímetros, este excepcional escolta anotó 20 de los 51 puntos que sirvieron al equipo soviético para alzarse con el oro olímpico en Munich.


Kirill Zaitsev es Sergei Belov

En 1992 se convirtió en el primer baloncestista que sin haber jugado nunca en la NBA pasó a formar parte de su Salón de la Fama. Tras una larga enfermedad, falleció en Perm (Rusia) el 3 de octubre de 2013, a los 69 años de edad.

Tampoco llegaría a jugar en la NBA Aleksandr Belov, a pesar de haber sido elegido en el draft de 1975 por los New Orleans Jazz. El primer jugador de la extinta URSS que jugó en la NBA fue en 1989 Sarunas Marciulionis, con el número 13 de los Golden State Warriors.


LA TRAGEDIA DE MUNICH

La conocida como Masacre de Munich comenzó el 5 de septiembre de 1972, tras el asalto de la delegación olímpica israelí por tarde de un grupo de 8 miembros del grupo terrorista palestino Septiembre Negro. Después de asesinar a dos miembros del equipo israelí, el entrenador del equipo de lucha Moshé Weinberg y el halterofilista Yossef Romano, los asaltantes tomaron como rehenes a otros 9 deportistas.

Tras infinidad de negociaciones y un rescate fallido, la actuación de las fuerzas del orden y la desesperación de los propios asaltantes finalizó con los rehenes asesinados y sus captores abatidos.

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"21 horas en Munich" (William A. Graham, 1976) fue la primera aproximación cinematográfica a aquella infausta matanza olímpica, protagonizada por William Holden, Franco Nero, Shirley Knight y Anthony Quayle.


Precisamente el 27 de junio de 1976, un grupo de terroristas formados por 2 palestinos del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FNLP-ME) y otros 2 pertenecientes a las Células Revolucionarias alemanas, secuestraron un Airbus 300 de la compañía Air France procedente de Tel Aviv (Israel) con 248 pasajeros y 12 tripulantes, que había despegado de Atenas (Grecia) rumbo a París (Francia). Tras un primer aterrizaje para repostar en el aeropuerto de Bengasi (Libia), desviaron el vuelo hasta el aeropuerto de Entebbe (Uganda), exigiendo la liberación de 53 presos palestinos encarcelados en Israel, Kenia, Francia, Suiza y Alemania Occidental. Ya en tierra, descaradamente apoyados por el gobierno del dictador ugandés Idi Amin Dada, otros 4 terroristas se incorporaron al primer grupo.


Tras infructuosas negociaciones diplomáticas, las fuerzas especiales israelitas  (Sayeret Markal) planificaron y ejecutaron un plan de rescate que finalmente resolvió la situación con el resultado de 7 secuestradores muertos (el 8º fue trasladado herido a un hospital ugandés donde más tarde fue asesinado por orden del propio Idi Amín), 5 comandos israelíes heridos, 3 rehenes fallecidos y 10 heridos. Además, entre 35 y 42 soldados ugandeses fueron abatidos durante el exitoso rescate, liberando a los 105 rehenes que todavía permanecían secuestrados en Entebbe. El coronel Yonathan Yoni Netanyahu, hermano mayor del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, fue el jefe del equipo que asaltó la terminal y la única víctima mortal israelita de la operación.

"Victoria en Entebbe" (Marvin J. Chomsky, 1976) es un telefilme en el que el actor Richard Dreyfuss encarna al malogrado coronel Netanyahu, mientras Helmut Berger se convierte en el terrorista alemán Wilfried Böse, fundador de las Células Revolucionarias.

Más recientemente, "7 días en Entebbe" (José Padilha, 2018) recreó de nuevo aquella hazaña, esta vez con el actor uruguayo-israelí Angel Bonanni como Yoni Netanyahu y el español Daniel Brühl como Wilfried Böse.


Respecto a la infausta figura del dictador ugandés, "El último rey de Escocia" (Kevin Macdonald, 2006) es un drama británico basado en la novela homónima del escritor inglés Giles Foden, las peripecias del Doctor Garrigan (James McAvoy) y su turbulenta relación con el brutal Idi Amín Dada (Forest Whitaker), premiado por su interpretación con un Óscar, un Globo de Oro y un Bafta, entre otros galardones.



De vuelta al drama olímpico, y apenas una década más tarde del mismo, "Munich" (Steven Spielberg, 2005) se convirtió en el relato pormenorizado de la operación Cólera de Dios, diseñada por el Mossad con el respaldo del gobierno de Israel, contra los presuntos cerebros del secuestro en la Villa Olímpica y de los asesinatos de los deportistas y entrenadores judíos. En esta ocasión, los actores Eric Bana y Daniel Craig fueron los principales protagonistas.


Asimismo, la Masacre de Munich fue abordada de manera tangencial en "Tres segundos", en las escenas donde supuestamente el base Zurab Sakandelidze (Irakli Mirava) y el escolta Mikheil Korkia (Otar Lortkipanidze), ambos jugadores soviéticos de origen georgiano, se desplazaron hasta la sede israelita para contactar con un conocido, justo en el momento en que se producía el asalto terrorista.


Zurab Sakandelidze y Mikheil Korkia

KGB, TOPOS, DESERTORES...
Nos gustaría destacar de esta película la descripción del ambiente opresivo en el que vivían los jugadores soviéticos, con sus equipajes cacheados al regresar a casa después de sus giras por el extranjero, bajo frecuentes insinuaciones de contrabando, soportando la denegación de visados, sintiéndose en todo momento espiados por el aparato represor del estado, la todopoderosa e intransigente KGB. La paranoia les llevó incluso a sospechar constantemente de sus propios compañeros y del resto de los integrantes del equipo técnico.


James Tratas es Modestas Paulaskas

Guionistas y director focalizan en el personaje de Modestas Paulauskas (encarnado por el atlético actor James Tratas), baloncestista lituano y capitán de la selección de la URSS, el incipiente descontento nacionalista y la tentación del disidente que se planteaba desertar a Occidente. La realidad no fue esa, pues el alero militó durante 14 años ininterrumpidos en las filas del Zalguiris Kaunas, hasta su retirada definitiva en 1974.

MORTALIDAD COMPARADA

Tras repasar la trayectoria vital de los jugadores de la URSS en Munich 72, nos ha llamado la atención su elevada mortalidad y su fugaz esperanza de vida, en comparación con otras selecciones nacionales de baloncesto de la misma época, como EEUU o la propia España. ¿podría existir alguna explicación para esta casualidad?

De los 12 integrantes de aquel combinado soviético, solamente han sobrevivido 4 hasta la actualidad: el ucraniano Anatoli Polivoda (ala pivot de 2.00 metros), el lituano Modestas Paulauskas (alero de 1.94 metros), el uzbeco Alzhan Zharmukhamedor (pívot de 2.07 metros) y el bielorruso Ivan Edeshko (alero de 1.96 metros).


Kirill Zaytsev, James  Tratas y Aleksandr Ryapolov son
Sergei Belov, Modestas Paulauskas y Alzhan Zharmukhamedor

Entre los finados se encuentran Aleksandr Belov, desaparecido precozmente a los 27 años debido a un angiosarcoma cardiaco, Mikhail Korkia (alero georgiano de 1.98 metros fallecido a los 56 años de edad), Sergei Kovalenko, también georgiano y el techo del equipo con sus 2.16 metros de estatura y sus 111 kilos de peso, fallecido a los 57 años), Zurad Sakandelidze (el habilidoso base georgiano de 1.86 metros, fallecido a los 58 años), Ivan Dvorni, pivot de 2.07 metros, fallecido como consecuencia de un cáncer de pulmón a los 63 años, Aleksandr Boloshev, ala pivot de 2.05 metros y que murió a los 65 años, Sergei Belov, el sensacional alero que falleció a los 69 años tras una larga enfermedad y Gennadi Volnov, de 2.01 metros también fallecido a los 69 años de edad.
En contraposición, de los 12 baloncestistas seleccionados por Hank Iba para competir en representación de EEUU, tan sólo ha fallecido Dwight Jones, el ala pívot de 2.08 metros cuya carrera profesional transcurrió por Atlanta Hawks, Houston Rockets, Chicago Bulls y Los Ángeles Lakers, retirándose en 1984 en la filas del Pallacanestro Trieste italiano.
En la película, su personaje es interpretado por Kibwe Trim, el actor y baloncestista originario de Trinidad y Tobago.

Dwight Jones lucha por un rebote en la final de Munich 72
Respeto a la selección nacional española que en Munich 72 finalizó en un decepcionante puesto 11º, todos sus componentes siguen vivos en la actualidad, excepto el malogrado Enrique Margall, el mayor de la mítica saga familiar que llegó a jugar junta en el Joventut de Badalona, y que tuvo que abandonar la práctica deportiva activa a los 30 años, tras serle diagnosticada una enfermedad coronaria. Falleció en 1984, a los 44 años de edad, por una parada cardíaca.

Enrique Margall (1944 - 1986)

DOPAJE

En una escena de "Tres segundos", mientras la selección soviética de baloncesto participa en una gira por los EEUU para enfrentarse a los mejores equipos universitarios, un derrengado Sergei Belov observa cómo uno de sus adversarios se inyecta en el muslo un analgésico. Aquejado de fuertes dolores en las rodillas, la estrella de la URSS acepta de buen grado una muestra del medicamento que le entrega su rival yanqui.

Comentábamos anteriormente como durante la Guerra Fría el deporte fue considerado por los gobiernos comunistas (especialmente la URSS, la RDA - República Democrática Alemana - y Cuba) como el mejor escaparate para promocionar su propaganda política.


El mítico beso entre Brezhnev y Honecker

En la extinta RDA, con Erich Honecker a la cabeza, se diseño el llamado Plan 14.25: la industria farmacéutica, con la finalidad de mejorar el rendimiento deportivo, se encargó de abastecer a los médicos para que suministrasen los fármacos a los entrenadores, y estos a su vez, a los atletas. Entre 1968 y 1989, alrededor de 15000 deportistas se convirtieron en víctimas de este dopaje de Estado, muchos de ellos obligados a recibir hormonas y anabolizantes incluso desde temprana edad, bajo amenazas más o menos veladas de la terrible Stasi, el Ministerio para la Seguridad Nacional del Estado.

A su vez, las autoridades políticas deportivas soviéticas empleaban métodos parecidos, una práctica que fue denunciada también en tiempos de la Rusia moderna en la mayor trama de dopaje jamás denunciada, acarreándole importantes sanciones deportivas.