lunes, 19 de octubre de 2009

KINSEY




Tal vez a algún colega demasiado quisquilloso pudiera resultarle paradójico que el pionero en las investigaciones científicas sobre el comportamiento sexual de los seres humanos no fuera un médico (un ginecólogo o tal vez un urólogo, por ejemplo), o quizás un psicólogo especializado en sexología, o un sociólogo... Pues no, señoras y señores... fue un biólogo, un profesor de zoología de la Universidad de Indiana, que dedicó gran parte de su vida al estudio de la humilde avispa de la agalla.






Nuestro hombre en cuestión se llamó Alfred C. Kinsey, nació en 1894 en Hoboken (Indiana) y falleció en 1956, en Bloomington (Nueva Jersey). Se graduó en biología y psicología en la Universidad de Bowdoin (Maine), y obtuvo su doctorado en biología en la prestigiosa Universidad de Harvard (Massachusetts).

"Kinsey" (Bill Condon, 2004), la película que nos ocupa, enaltece la figura del controvertido profesor centrándose en los años más prolíficos de sus peculiares estudios. Y, por favor, aunque vayamos a comentar ciertas cuestiones sobre el sexo, se ruega no hacer chascarrillos con el apellido del director... En su producción, este film contó nada más y nada menos con el mismísimo Francis Ford Coppola.

Centrándonos en la biografía del polémico Kinsey, su infancia transcurrió en el seno de una familia puritana, siempre bajo la atención y la férrea tutela del padre, el profesor de ingeniería y ministro metodista Alfred Sequine Kinsey (John Lithgow), incendiario y fanático, pero a la vez extremadamente pusilánime, tanto como para criticar con severidad el "diabólico" invento conocido como cierre deslizante Talon, la humilde cremallera encargada de abrir y cerrar la bragueta de los pantalones.



El pequeño Alfred (Will Denton) padeció sarampión, raquitismo, fiebre tifoidea, frecuentes gripes..., alguna de estas enfermedades infantiles, como por ejemplo la fiebre reumática, le dejaron secuelas cardíacas permanentes, determinantes de su curso vital por las repercusiones en su estado adulto de salud. Sin embargo, la vida del adolescente (Matthew Fahey) fue muy feliz, plena de actividades al aire libre, como la observación de la naturaleza que le rodeaba.

Una de las escenas más joviales de este film está ambientada en aquella época. Mediante la lectura de unas breves líneas de un breviario médico, el todavía timorato Alfred Kinsey (Benjamin Walker) exhorta a un compañero boy scout demasiado tolerante con el onanismo sobre los peligros inherentes a ese malsano vicio: locura, ceguera, epilepsia e incluso ¡la muerte!. Me pregunto, ¿a cuántos de nosotros nos atemorizaron también con historias similares en la escuela?... Idem con las poluciones nocturnas, pues según el joven Alfred la pérdida de 3 cc de semen equivaldría a la pérdida de un litro de sangre...


De haber sido todo esto cierto, conozco yo a más de uno que irremediablemente se habría suicidado, exánime, desangrado... No menos truculentas son las soluciones aportadas por el autor anónimo del incierto manual de higiene destinadas a fomentar la continencia sexual de los adolescentes: defecar regularmente, leer "el sermón de la montaña", sumergir los testículos en agua fría y pensar en el amor puro y maternal... A pesar de sus oraciones, ni siquiera el beatífico joven Kinsey pudo evitar caer en la tentación del sexo en solitario.


Alfred Kinsey se enfrentó a la tiranía paterna abandonando los estudios de ingeniería y matriculándose en biología, hecho que su severo progenitor no le perdonaría hasta el final de sus días. Sería pues su hermano pequeño Robert (David Harbour) el que obtendría el beneplácito paterno como exitoso estudiante de ingeniería mecánica en la Universidad de Stevens. Unos años más tarde, Alfred Kinsey se doctoró en Harvard, pasando a ejercer como profesor de Zoología en la Universidad de Indiana, donde sus alumnos lo bautizaron con el cariñoso apelativo de Prok. En aquel campus conoció a una alumna muy especial, la poco convencional señorita Clara McMillen (Laura Linney), que con el tiempo se convertiría en su esposa y compañera.





Mac y Prok



Destacamos que además de un excelente pedagogo, Kinsey era un consumado pianista. En el film se deja entrever que su virtuosismo le hubiera permitido incluso ganarse la vida como concertista profesional.

Por boca de los propios personajes, como espectadores nos enteramos que Kinsey y Clara llegaron vírgenes al matrimonio, sin haber mantenido relaciones sexuales prematrimoniales, probablemente algo común en aquellos tiempos. Quizás el introvertido Prok pasaba demasiado tiempo dedicado a la Entomología, observando al microscopio completamente absorto su ingente colección de avispas de la agalla.

Resulta cuanto menos peculiar que el precursor de las investigaciones sobre la sexualidad humana comenzara su vida matrimonial con ciertas dificultades técnicas. Al respecto, las escenas de la noche de bodas resultan harto ilustrativas. Clara presenta una incómoda dispareunia que le impide mantener relaciones. La tosquedad amatoria de su esposo termina por consumar un estrepitoso fracaso. El matrimonio acude a la consulta de un especialista... ¡Pues resultó que el himen de Clara era demasiado grueso mientras que la ficción cinematográfica deja entrever que el pene de Prok superaría de largo los 20 cm de longitud en erección! La Sra. Kinsey hubo de someterse a una simple intervención de cirugía menor.... y santas pascuas.



Tomemos medidas para solucionar "nuestro problema"...




En un nuevo flasback, los propios personajes nos relatan el éxito obtenido con la intervención especializada: 3 coitos diarios de media durante la primera semana tras la curación quirúrgica, una agradable exitación provocada por las caricias y los juegos previos, incluyendo masturbaciones recíprocas y felaciones... La película nos muestra a un Kinsey que mediante sus propias limitaciones en la esfera afectiva y sexual descubre cómo ayudar a sus prójimos atrapados en semejantes bretes.


"LA MORALIDAD DISFRAZADA DE HECHOS..."


En plena década de los años 20 del pasado siglo, con una intencionalidad meramente técnica, varios alumnos universitarios comienzan a perdirle consejo. Kinsey descubre las inhibiciones y la ignorancia que muchos de ellos presentan ante cuestiones consideradas todavía como tabúes. Pero resulta que además los supuestos tratados especializados estaban plagados de errores e ideas disparatadas, como por ejemplo, desaconsejar las relaciones sexuales orales por considerarlas fuente de futuras patologías.


De nuevo, como antaño hizo contra la hipocresía paterna, Kinsey hubo de rebelarse contra la ignorancia y el papanatismo de su sociedad. Hasta entonces, no existía ningún texto científico que abordase realmente todo lo concerniente a la sexualidad humana. Los interesados en estas cuestiones no tenían más información que la desinformación que otros le transmitían. Hete aquí el enorme valor de las aportaciones de Kinsey y sus colaboradores encendiendo un luz en el oscurantismo reinante.


La idea de investigar la sexualidad humana empieza a tomar forma en la mente del veterano explorador y cazador de avispas...


EL EQUIPO KINSEY



El Instituto Kinsey se constituyó el 8 de abril de 1947 en la Universidad de Indiana.


Paul Gebhard (Timothy Hutton), Clyde Martin (Peter Sarsgaard), Alfred Kinsey (Liam Neeson) y Wardell Pomeroy (Chris O´Donnell)


WARDELL POMEROY: este psicólogo especialista en sexología, nacido en 1913, fallecido en el 2001, es encarnado en esta película por el actor Chris O´Donnell. Tras haberse graduado exitosamente en la prestigiosa Universidad de Columbia, Pomeroy fue el primero en ser reclutado por Kinsey a mediados de la década de los 40, tras haber comenzado a trabajar en el Hospital Estatal de Indiana.


http://www.mcm.edu/~dodd1/TWU/FS5023/Pomeroy.htm



Siguiendo la estela iniciada por Kinsey, Pomeroy defendió la heterogeneidad del comportamiento sexual humano, considerando la validez de cualquier tipo de relación, incluyendo las heterosexuales, las prematrimoniales, las extramaritales, las homosexuales, las pedófilas e incluso el incesto y la zoofilia. Entendió la práctica del sexo como algo saludable y postuló que las relaciones siempre son buenas cuando satisfacen a ambas partes. Las desviaciones sexuales no serían patológicas, sino más bien apreciaciones subjetivas de corte social o cultural.

Los auténticos Kinsey, Pomeroy y Martin junto a la máquina para tabular los datos de sus investigaciones





CLYDE MARTIN: nacido en 1918, empezó a estudiar economía en la Universidad de Indiana. Parece ser que sus amplios conocimientos sobre estadística le sirvieron para comenzar a trabajar con Kinsey. En este film, en el su personaje se encuentra muy bien caracterizado por Peter Sarsgaard, observamos las relaciones íntimas que durante largo tiempo mantuvo con ambos miembros del matrimonio Kinsey, primero con Alfred, y posteriormente también con su esposa Clare. Se doctoró en 1966 en la influyente Universidad John Hopkins, especializándose posteriormente en en gerontología y sexología. Se retiró en 1989.




Clyde Martin procesando datos



PAUL GEBHARD: nacido en 1917, licenciado y doctorado en Harvard, trabajó en el Departamento de Antropología de la Universidad de Indiana. Su personaje es interpretado en la ficción por Timothy Hutton. Su nombre no aparece entre los coautores del primer informe Kinsey, pero sí entre los del segundo. En 1956, tras la desaparición de Kinsey, Gebhard continuó su labor como director al frente del Instituto de Investigaciones Sexuales en Indiana, hasta 1982. Resulta especialmente singular que el sucesor de Kinsey fuera un discípulo suyo que a punto estuvo de quedarse fuera del proyecto por algo tan peregrino como llevar bigote...




Un sonriente Paul H. Gebhard


Además, en esta película protagoniza un singular incidente que ocurrió realmente; mantuvo una tórrida aventura extramatrimonial con Alice (Julianne Nicholson), la esposa de su colega Clyde Martin, ante la que el propio Kinsey se manifestó disconforme, y todo ello a pesar de la supuesta normalidad de hechos similares enfocados desde la teoría de su famoso informe sobre la sexualidad masculina ("Sexual Behaviour in the Human Male", 1948). Los nonagenarios Gebhard y Martin todavía viven.





Portadas de las primeras ediciones del informe Kinsey sobre sexualidad masculina y femenina



El film de Condon nos retrata al equipo Kinsey como un grupo de atrevidos pioneros tratando de aportar con sus investigaciones la luz de la razón en el estudio de la sexualidad humana, controvertida labor en la que no dudaron en atravesar barreras éticas y morales que incluso hoy en día serían inaceptables para la mayor parte de nuestra comunidad científica.



NOTAS FINALES



El escritor norteamericano T.C. Boyle, autor de "The Road to Wellville" (1993), novela adaptada y llevada a la pantalla como exitosa comedia bajo el título de "El balneario de Battle Creek" (Alan Parker, 1994), y reseñada anteriormente en esta misma bitácora, es también el responsables de "The Inner Circle" (2004), ficción precísamente ambientada en la etapa triunfal de las investigaciones de Alfred Kinsey.


T.C. Boyle



El Instituto Kinsey de Investigación Sexual, Genética y Reproductiva continúa en la actualidad con su labor investigadora, formativa y divulgativa.



http://www.kinseyinstitute.org/index.html


jueves, 15 de octubre de 2009

LA HABITACIÓN DEL HIJO



En determinadas ocasiones, la vida cotidiana se sustenta en casualidades sosprendentes. En un reciente viaje a Viena, compartiendo un café con unos amigos en el famoso "Café Central", cuando uno de ellos se disponía a hincarle el diente a una apetitosa porción de tarta Sacher, se me vino a la memoria Nanni Moretti. Incondicional de esta golosina tipicamente vienesa, el polifacético actor, director y guionista italiano incluso eligiría tan suculento nombre para bautizar su propia productora cinematográfica independiente.

Gracias al pensamiento y a la obra de Sigmund Freud, Viena se convirtió en la capital por excelencia del psicoanálisis (y que me perdonen la discrepancia Woody Allen, Nueva York y Buenos Aires). Así, el ciclo de las coincidencias se completó al recordar también que el protagonista de "La habitación del hijo" (Nanni Moretti, 2001) es el Dr. Giovanni Sermonti, un resignado y paciente psicoanalista.

El film está ambientado en la acogedora Ancona, capital de la región de Marche. El mar Adriático baña sus costas: ya veremos más adelante el dramatismo que adquieren estas aguas tan singulares en el postrer desarrollo de la película. Por el puerto de esta ciudad practica footing el espigado Moretti - Sermonti, que vive tranquilamente en compañía de su esposa Paola (Laura Morante) y sus hijos Irene (Jasmine Trinca) y Andrea (Giuseppe Sanfelice). La familia ocupa una espaciosa vivienda donde se comparte el domicilio y la consulta.


La feliz familia Sermonti



La existencia del Dr. Sermonti transcurre a través de esa lábil frontera que separa su vida profesional de la personal, quedando ésta limitada a una simple puerta y unos cuantos metros de pasillo. Tan pronto nos lo encontramos en su despacho, escuchando en silencio las divagaciones de su variopinta clientela, como preparándose un té en la intimidad de la cocina.

Según palabras del propio Moretti, él mismo decidió escribir el guión de esta película tras haber sufrido en sus carnes el hierro candente de una grave enfermedad, lo que le obligó a enfrentarse a la idea de su propia muerte.


"¿Qué porcentaje de comprensión hay en esta habitación?" - le recrimina una de sus clientes, que una vez finalizada cada sesión de terapia siente la necesidad compulsiva de comprarse ropa... Desde la paz de la experiencia y el conocimiento del dolor humano, el Dr. Sermonti trata de combatir las diferentes neurosis que atenazan y condicionan la existencia de sus pacientes. Para ello, nada mejor que recargar energías en la monotonía de su día a día familiar, en la complicidad con su esposa, en el footing y en el cuidado de sus hijos adolescentes, estudiosos, deportistas, convencionales...

¿Cómo pueden convivir tan cercanos, entre las mismas cuatro paredes, y a la vez tan ignorados la soledad, la desesperanza, la felicidad y el sosiego? Óscar, un paciente con ideas suicidas, le pregunta a su terapeuta: "¿cómo es posible estar bien y seguir pensando en matarse?"... Para muchas preguntas, no existen respuestas...


En una de las escenas del film, Irene y su novio Matteo (Alessandro Infusini) realizan los deberes sobre un texto latino clásico ¿Por qué eligió Nanni Moretti esa referencia a "De rerum natura", el poema didáctico escrito por Tito Lucrecio Caro en el siglo I antes de Cristo?

Varias son las hipótesis que se me ocurren:



  • La primera de ellas, porque esta obra de Lucrecio constituye uno de los principales intentos razonados de explicar un Universo sin dioses, intentando de paso liberar al hombre de su ancestral miedo a la muerte.
  • La segunda se basa en esa especie de obligación de empatía adquirida por cada uno de nosotros, apartando periódicamente nuestros propios deseos, con la finalidad de observar con compasión las miserias humanas (incluyendo las nuestras), en un intento de mejorar definitivamente tanto error que nos rodea. El Dr. Sermonti trata de refugiarse en su vida cotidiana para poder soportar todo el hastío que le provocan los pacientes que se acuestan en su diván.
  • Y en tercer lugar, porque para Lucrecio, la muerte no impide que el alma humana y los átomos de su cuerpo pasen a formar parte de la tierra, los bosques, los lagos, los mares, las flores... Una interpretación libre de esta peculiar manera de entender la teoría de la reencarnación universal y que nos llevaría a justificar la presencia de un ruidoso grupo de devotos Hare Krishna con el que el Dr. Sermonti se cruza en las primeros fotogramas del film.

En el siguiente vínculo presentamos una visión enriquecedora y complementaria de "La habitación del hijo":




Y llega una fatídica mañana de domingo; mientras la familia se dispone a desayunar reunida en torno a la mesa de la cocina, el teléfono suena. Al otro lado del auricular, Óscar el suicida en potencia demanda la atención urgente de su psicoanalista. El Dr. Sermonti había pensado en pasar la mañana practicando carreras de fondo con su hijo pero, ante la insistencia del cliente, decide ir a visitarlo a su domicilio.

Entretanto, en aguas del Adriático, Andrea sufre un fatal accidente practicando submarinismo con unos amigos. El despliegue dramático realizado por actores, guionistas y director en todas y cada una de las emotivas escenas mostrándonos la pérdida y el duelo por el hijo muerto resulta excepcionalmente convincente, cargado de unos sentimientos tan sinceros que nos hacen creer realmente en la desaparición del muchacho. Nanni Moretti consigue, sin lugar a dudas, transmitirnos el dolor y el vacío que siempre conlleva el fallecimiento de un ser querido. ¡Y qué pérdida más onerosa para un padre que la de su propio hijo!

Mientras los demás tratan de sobreponerse, el taciturno psicoanalista intenta recuperar todo ese tiempo que no pudo disfrutar al lado de su hijo. Se atormenta pensando que nada malo hubiera ocurrido si él hubiera hecho caso omiso a la demanda de su paciente. Por cierto, a Óscar le diagnostican un cáncer, hecho paradójico que ahora parece despertar en él unas ganas irresistibles de vivir.

"La habitación del hijo" fue muy laureada, llegando a obtener la Palma Dorada del 2001 en el prestigioso Festival de Cannes. Un film redondo, donde en nuestra humilde opinión mensaje y representación artística contribuyen con idéntica aportación al merecido éxito final del producto.

En esta película de Nanni Moretti cuán diferente e me antoja el abordaje de la tremenda experiencia que supone la pérdida de un hijo respecto a aquel otro realizado en su día en esa otra gran película titulada "Gente corriente" (Robert Redford, 1980).


A la general melancolía encerrada en "La habitación del hijo" nada mejor que añadirle un tema musical de Brian Eno titulado "By this river": la vida es un río que fluye inexorable, desde las fuentes y manantiales que lo originan hasta el mar en el que desemboca... y la corriente nunca se invierte...

martes, 6 de octubre de 2009

LA PASIÓN DEL REY


Benoît Magimel es Luis XIV de Francia, el Rey Sol



"La pasión del rey" (Gérard Corbiau, 2000) nos propone un exquisito paseo por los entresijos de la peculiar corte del monarca Luis XIV. Ambientada en la pujante potencia europea que fue la Francia del siglo XVII, la riqueza y fastuosidad de vestuario y peluquería, el acentuado preciosismo de su ambientación y escenarios, su cuidada fotografía y el buenhacer del equipo de actores contribuyeron sobradamente a la excelente calidad final del producto. Y por si fuera poco, todo ello envuelto en el paisaje musical obra y arte del compositor Jean-Batipste Lully. Como no podía ser de otra manera, cotas artísticas tan elevadas solamente podrían ser alcanzadas por el que fuera autor y responsable de "Farinelli" (1994), cinta comentada anteriormente en otro apartado de este mismo blog.



Podríamos defender, sin temor a equivocarnos, que las vidas del Rey Sol y de Giambattista Lulli transcurrieron paralelas, y que el famoso músico de origen florentino, convertido en el afrancesado Jean-Baptiste Lully, puso la banda sonora a la magnificente existencia real hasta su propia muerte.


Jean-Baptiste Lully


Y precisamente traemos a colación esta película en esta bitácora por la trágica coincidencia en la muerte de ambos personajes: monarca y compositor fallecieron como consecuencia de la gangrena.

LA GANGRENA


En medicina este término hace referencia al proceso de necrosis y descomposición de un tejido orgánico, generalmente situado en las partes distales de las extremidades. Puede estar causada por una infección (gangrena húmeda) o un déficit circulatorio (gangrena seca), como ocurre, por ejemplo, en casos de una trombosis o de un proceso isquémico. En esta segunda situación, frecuente en pacientes diabéticos, puede empeorar por la sobreinfección bacteriana del tejido afectado.

Cuando el agente patógeno es el Clostridium tetani, la toxina fabricada por esta bacteria puede provocar una gangrena espumosa, con la caida a pedazos de la piel afectada y la presencia de un olor extremadamente desagradable. Este cuadro clínico puede provocar de manera fulminante el fallecimiento del paciente, debido a un shock séptico.


El tratamiento tradicional es la amputación, intervención que en este film tratan de practicar los cirujanos al pie herido de Jean-Baptiste Lully (magnífico y odioso Boris Terral). El comienzo de la obra se basa en un hecho histórico real. Observamos cómo Lully se dispone a dirigir, siempre dando la espalda a su propia orquesta, un Te Deum en homenaje a la feliz curación de una incómoda fístula perianal que venía atormentando a Luis XIV desde 1686, y de la que había sido exitosamente operado por el entonces cirujano real, Charles Félix de Tassy.

Sostienen los estudiosos que el aterrado Tassy nunca antes había practicado tal intervención y que por ello hizo que le enviaran a palacio decenas de enfermos procedentes de toda Francia, con la misma patología que su majestad, para practicar con ellas...

http://www.opusmusica.com/003/culo.html



Mientras dirigía a sus músicos, Lully se lastimó accidentalmente con el pesado bastón metálico de director en el último dedo de su pie derecho, infortunio que terminó degenerando en el proceso gangrenoso que le llevaría a la tumba, el 22 de marzo de 1687. En esta película, los más suspicaces podríamos interpretar que fue el propio Lully quien, despechado tras perder el favor y la amistad reales, se habría autolesionado intencionadamente el pie...

Como comentábamos anteriormente, Luis XIV murió también por una gangrena, el 1 de septiembre de 1715, pocos días antes de cumplir los 75 años, tras 72 de reinado ininterrumpido.




Luis XIV de Francia




LULLY Y EL REY SOL. EL BALLET Y LA AMISTAD.


Frente a los anquilosados esquemas musicales de la corte francesa, el virtuosismo como violinista y el derroche imaginativo demostrados por Lully la granjearían la amistad personal del rey. Esta simpatía le encumbró a lo más alto del escalafón cortesano. Por su convincente trabajo interpretativo destacamos aquí a los actores pelirrojos encargados de encarnar al rey de Francia: Emil Tarding, en la adolescencia, y Benoît Maginel, en la edad adulta.

La historia nos cuenta la pasión del monarca por la danza, disciplina en la que llegó a destacar como avezado profesional. Lully, que además de músico también había sido un experto bailarín, compuso infinidad de piezas de ballet destinadas al real disfrute y aprovechamiento. Incluso se atrevió a regalarle al rey unos zofisticados zapatos dorados con tacones, diseñados especialmente para la danza, calzado que a partir de entonces Luis XIV pondría de moda.

En cierto modo, ese moderno rey sol francés llamado Nicolas Sarkozy, debido a su corta talla, también ha popularizado una marca de zapatos con alzas ocultas en su interior, capaces de hacer ganar a su portador hasta 10 cm de estatura. Anécdotas de la vida contemporánea.

En el film, los zapatos con tacón contribuyen a realzar más la figura de Luis XIV, pues Benoît Maginel, el actor encargado de encarnarle, mide 176 cm.


Los zapatos de Luis XIV fueron modelos únicos, elaborados artesanalmente por su zapatero personal, el francés Nicholas Lestage. Las instrucciones de fabricación eran estrictas y exquisitas: refinamiento barroco, adornados con vistosos lazos, brocados y piedras preciosas; las suelas preferidas eran de color rojo, con tacones dotados de una pequeña curvatura; los bordados en plata estaban casi siempre presentes, incluso mostrando escenas de batallas famosas... Dicen los expertos que el monarca francés se convirtió en un fanático de sus nuevos zapatos y que incluso llegó a prohibir el disfrute de tan exclusivos modelos al resto de la corte: aquel que le desobedeciera podría incluso ser castigado con la pena capital. Un verdero capricho, una auténtica locura absolutista...


Una duda planea sobre toda la película: ¿estaba Lully realmente enamorado de su propio rey? En diversas escenas el compositor se nos muestra como un libertino, capaz de abandonar el lecho conyugal para sostener una vida disipada repleta de alcohol y relaciones homosexuales con jóvenes efebos, hasta tal punto que, empujado por la Reina Madre Ana de Austria (la hierática Colette Emmanuelle) y su grupo de devotos, el permisivo Luis XIV llegará a reprocharle a su amigo su descontrol y sodomía.

Los celos que las relaciones íntimas del monarca con sus favoritas provocaban repetidamente en Lully, no impedían la pasión y el amor demostrados por su esposa, Madeleine Lambert (hermosísima Cécile Bois), hija del también compositor y alto funcionario de la corte Michael Lambert, con la que tuvo varios hijos. A su vez, Madeleine había sido la amante de Robert Cambert (Johan Leysen), compositor francés que había brillado anteriormente en la corte, durante la regencia de Ana de Austria y del cardenal Mazarino (Serge Feuillard) y cuya figura fue eclipsada por la brillantez de Lully.



LOS OTROS ENFERMOS...


En "La pasión del rey" nos encontramos con la enfermedad y el sufrimiento de otros personajes. Detengámonos pues en algunos de ellos.

Siguiendo un orden supuestamente hegemónico, observamos en primer lugar en el proceso respiratorio agudo padecido por Luis XIV, tras caerse accidentalemente dentro de una ciénaga cuando visitaba con su séquito la pantanosa zona de Versalles, en la que había proyectado construir su afamado palacio.



Una clásica estampa del Palacio de Versalles

Por la descripción del cuadro clínico, con el real enfermo extremadamente febril, postrado en cama y delirante, afectado por una severa tos productiva acompañada de una grave disnea, nos atreveríamos a diagnosticar su enfermedad como una neumonía aguda. Transcurridos los momentos más críticos, donde el equipo médico de la corte practica innumerables sangrías al monarca enfermo, licencias de la narración cinematográfica, éste comenzará su milagrosa recuperación y convalescencia gracias al supuesto efecto terapéutico de la música de Lully, quien infatigable permaneció tocando el violín a la puerta de los reales aposentos, mientras en su interior el rey se debatía entre la vida y la muerte.

Para aquellos interesados en profundizar en la terapéutica basada en las sangrías presentamos aquí este curioso e interesante enlace:



http://www.fmv-uba.org.ar/Portada/Revista03/La%20sangria.pdf




Respecto al empleo de las sanguijuelas en lugar de la flebotomía para sangrar a los pacientes, en esta película observamos cómo los médicos aplican estos animales sobre la espalda del iracundo Lully para tratar de curarle las perniciosas secuelas de una borrachera especialmente virulenta.

En medicina, el empleo de estos anélidos hematófagos se remonta al albor de los tiempos, cayendo en el olvido su aplicación desde el siglo XIX. La especie más utilizada se llama Hirudo medicinalis, y en su saliva están presentes sustancias tales como un anestésico tópico, un péptido anticoagulante (hirudina) y un vasodilatador.

Siguiendo el film, en segundo lugar nos encontramos con un proceso neoplásico, más concretamente el cáncer de mama que terminó con la vida de Ana de Austria, hija y hermana de Felipe III y de Felipe IV de España, a su vez esposa y madre de Luis XIII y de Luis XIV de Francia. Su personaje es representado como una mujer seria, austera y muy religiosa (no en vano se trata de una infanta criada en la estricta corte española de la Reforma), que sustentaba su poder político en el férreo brazo ejecutor articulado por el cardenal Mazarino y el Príncipe de Conti (Idwig Stephane), primo cercano del monarca francés. Su figura irá languideciando paulatinamente a medida que va brillando y creciendo el poder absoluto de su hijo el rey.


Ana de Austria, reina de Francia


Con enorme entereza y resignación la vemos sufrir insoportables dolores mientras los cirujanos aplican el bisturí a su seno enfermo. Sometida a sucesivas intervenciones, posiblemente padeciera un carcinoma mamario inflamatorio avanzado, completamente inabordable por las técnicas quirúrgicas de aquella época. En su agonía, tratando de reconciliarse con su hijo, le escuchamos gemir: "¡me han cortado el pecho hasta el hueso!..." Una terrible y mutilante mastectomía radical (¡sin anestesia!) que se habría llevado por delante los músculos pectorales...


La tercera patología presente en esta película se refiere al ámbito de la Obstetricia, más concretamente, a la presentación en podálica del primer hijo de la pareja Lully-Lambert. Los que manejan las estadísticas informan que los partos de nalgas representan el 3% del total, porcentaje que se incrementa si se trata de nacimientos prematuros.

Presentación conocida como "de nalgas francesa". William Smellie, 1792



El riesgo más importante que puede correr el feto en podálica durante su nacimiento es que la cabeza, su parte corporal más voluminosa, se quede atascada mientras atraviesa el canal del parto en busca de la salida al exterior. Esta eventualidad incrementaría notablemente las probalidades de una muerte fetal intraparto por asfixia.

En la mayoría de los casos, la solución pasa por una cesárea programada o por una monitorización especial del parto vaginal, con la práctica de una amplia episiotomía, o incluso por la realización de una versión externa a cefálica previa.

Durante tan complicado parto, además de las comadronas, Madeleine contó con la compañía del resignado Cambert, pues su esposo Lully se enfrentaba a demasiadas ocupaciones en la corte de Versalles.

Simplemente anotar un breve apunte: una muestra de la elevada mortalidad perinatal que azotaba a la sociedad de la época se resume en la dolorosa pérdida del primogénito de Molière y Armande (Caroline Beyt), hermana de Madeleine Bèjart, el primer gran amor en la vida del autor y comediante. Sin que nunca se haya comporbado fehacientemente, la maledicencia ha sostenido tradicionalmente que la joven y bella Armande podría incluso haber sido hija del propio Mòliere...


Finalmente, nos ocupamos de la enfermedad respiratoria crónica que afectaba al colosal dramaturgo Moliére (encarnado aquí por el veterano Tchéky Karyo). La impresión que en general provocaba la figura del galeno en este escritor ha quedado para la posteridad en obras tales como "El médico a palos" o incluso "El enfermo imaginario".

La sintomatología de Molière presente en la película nos remite a un cuadro de tos persistente, acompañado de expectoración abundante; las flemas se transformarán en hemoptisis únicamente en las escenas finales del film, cuando el padre de la Comedia Francesa sufre un colapso mientras precisamente interpreta el papel de Argan, protagonista de su popular comedia "El enfermo imaginario".


Jean Baptiste Poquelin, Molière



Todo esto apuntaría al más que probable padecimiento de una grave y progresiva tuberculosis respiratoria. Por cierto, en esta película no constatamos que Moliére muriera precisamente vestido de amarillo.



http://www.temakel.com/emmolierem.htm


http://letrasensolfa.wordpress.com/2009/04/11/parentesco-entre-trufa-tuberculosis-y-el-tartufo-de-moliere/




El film nos muestra la estrecha relación creativa entre los dos Jean-Baptiste: Poquelin - Molière versus Lulli - Lully, hasta que la desmedida ambición del músico llevó al traste tan prolífica asociación.