domingo, 2 de enero de 2011

EL CHICO DE LA BURBUJA DE PLÁSTICO


"El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad".

Arthur Schopenhauer


Traemos a colación un tema que hasta hoy nunca había sido abordado en este blog. Se trata de un grupo de enfermedades poco frecuentes subsidiarias de cuidados específicos que tratan de evitar una complicaciones muy graves a quienes las padecen; afortunadamente, los constantes avances técnicos que han conseguido perfeccionar los trasplantes de médula ósea, junto a técnicas más complejas de terapia genética, han venido a representar un paso de gigante en su tratamiento.

"El chico de la burbuja de plástico" (Randal Kleiser, 1976) es un telefilm basado en la vida real de dos pacientes, David Vetter y Ted De Vita, que padecieron severos trastornos de sus sistema inmunitario.

EL CASO DE DAVID VETTER.



David Vetter (1971 - 1984)

David vino al mundo con una rara enfermedad genética denominada Síndrome de Inmunodeficiencia Combinada Severa (SCID). Afecta a 1 de cada 100000 niños. Se debe a un trastorno autosómico recesivo que termina por afectar al funcionamiento de los linfocitos T y B debido al déficit de la adenosin-desaminasa (ADA), enzima crucial en el metabolismo de las purinas.

En un principio estos niños son normales, mientras disponen en su sangre de los suficientes anticuerpos que le han sido transmitidos por vía materna duante el embarazo. Pero, precisamente por la afectación en el desarrollo de su propio sistema inmunitario, durante el primer año de vida suelen padecer numerosas infecciones graves que no responden al tratamiento: neumonías, sepsis, meningitis, hepatitis, dermatitis, gastroenteritis..., y que incluso pueden llegar a provocarles la muerte.



El caso de David Vetter presenta unas particularidades dignas de reflexión desde el punto de vista de la Bioética. Este niño fue el tercer hijo del matrimonio formado por David Joseph Vetter Jr y Carol Ann Vetter. El segundo de sus vástagos, llamado David Joseph Vetter III, había fallecido a los 7 meses de edad, víctima también de un SCID. Los Vetter tenían otra hija mayor, Katherine, completamente sana y normal. Sus profundas convicciones religiosas (católicos ultraconservadores) les llevaron a concebir un nuevo hijo, a pesar de conocer que tendría un 50% de probabilidades de nacer con otro SCID.

Aunque parezca increíble, al parecer varios médicos del Baylor Medical Center de Texas (EEUU), los Drs. John Montgomery, Mary Ann South y Raphael Wilson, le propusieron a los Vetter que, en el supuesto caso de que el pequeño naciera afectado, fuese criado en una enorme burbuja de plástico estéril hasta encontrar una cura para su inmunodeficiencia extrema. Este "inquietante" proyecto de investigación contaba con cuantiosas ayudas federales. 

El niño nació por cesárea y pasó directamente a una burbuja de plástico esterilizada que se convertiría en su hogar, para siempre...



Todo lo que entraba en la burbuja (aire, alimentos, ropa...) debía estar previamente esterilizado. El niño era manipulado mediante unos guantes, y a medida que iba creciendo, nuevos módulos especiales de plástico iban siendo incorporados...

En un principio, los médicos pensaron en Katherine como la donante ideal para intentar un trasplante de médula ósea que fuera capaz de salvarle la vida a su hermano enfermo. Pero pronto se percataron que a pesar del parentesco directo la compatibilidad entre ambos en absoluto garantizaba el éxito.

David siguió creciendo en su burbuja, siendo consciente de su singularidad. Podía interactuar con sus padres, familiares, amigos, pero rehuyendo siempre del contacto directo con ellos. Su caso iba haciéndose tan popular como incómodo. Hasta la mismísima NASA entró en liza para diseñar un traje especial para que el muchacho pudiera deambular fuera de su entorno protector. David empleó esta indumentaria en muy contadas ocasiones, pues sentía un enorme pavor ante la posibilidad de contaminarse.




En 1984, el equipo médico responsable decidió intentar de nuevo el trasplante de médula ósea. Katherine continuaba siendo la primera opción como donante. Para evitar el rechazo provocado por la incompatibilidad, los médicos decidieron esta vez destruir completamente la médula ósea de David mediante radiación y quimioterapia, para posteriormente sustituirla con las células de la hermana sana.

Simplemente recordar aquí que para que estos trasplantes triunfen es necesario un donante HLA idéntico. Solo en un 25-30% de las ocasiones estos enfermos tienen un hermano con el HLA que cumpla estas estrictas condiciones. Tampoco debemos olvidar que el trasplante de médula ósea de donante emparentado se asocia con una mortalidad en los primeros 100 días de 20%, porcentaje que asciende al 30-40% cuando no se comparte parentesco entre donante y receptor.

En principio, el innovador tratamiento pareció exitoso; pero pocos meses después David enfermó, debutando con fiebre, diarrea y vómitos. Su estado empeoró paulatinamente, hasta el punto de tener que abandonar incluso su burbuja protectora. Parece ser que las células medulares que le trasplantaron contenían trazas del virus de Epstein-Barr y el muchacho terminaría por desarrollar un linfoma de Burkitt que le llevó a la tumba.

Independientemente del drama moral y personal, algunos expertos sostienen que el tratamiento de la enfermedad de David Vetter, engendrado irresponsablemente por sus padres y auspiciado por una medicina poco ética, supuso en su día un coste aproximado de 1.3 millones de dólares...


EL CASO DE TED DE VITA.


Ted de Vita (1962 - 1980)

Comentábamos al inicio de esta entrada que los guionistas de "El chico de la burbuja de plástico" se habían inspirado en la experiencia vital de dos muchachos afectados por severas inmunodeficiencias. El segundo en cuestión es Ted de Vita, hijo de Vince de Vita, un prestigioso oncólogo e investigador del National Institute of Healths (NIH). Ted padecía una grave anemia aplásica que le obligó a vivir hospitalizado dentro de un cuarto estéril. Permaneció así algo más de 8 años, ingresado en una habitación especial de flujo laminar en la 10ª planta del NIH. 

La anemia aplásica supone una reducción de todas las células hemáticas (hematíes, leucocitos y plaquetas) y en muchos casos se sospecha que es una enfermedad autoinmune.



Ted también tenía una hermana, en este caso menor. Su nombre es Elizabeth de Vita-Raeburn, periodista especializada en temas científicos, que nos ha dejado en "The Empty Room" su particular testimonio de la enfermedad de su hermano. 

Al igual que David Vetter, Ted también dispuso de un traje especial con escafandra que le permitió abandonar su encierro. La afectación psicológica provocada por el aislamiento permanente fue mayor en este paciente que en el caso de David, pues Ted sí alcanzó la adolescencia. 

Falleció en 1980, como consecuencia de una hemocromatosis provocada por el exceso de transfusiones sanguíneas que necesitó a lo largo de su vida. En la actualidad, con el tratamiento adecuado, el 80% de los casos de anemia aplásica suelen resolverse satisfactoriamente.

LA PELÍCULA...

Tomando datos de la vida de ambos enfermos, el guionista Douglas Day Stewart fue el encargado de elaborar un libreto singular que nos presenta la historia de Tod Lubitch, un joven víctima de una grave inmunodeficiencia congénita, cuyo protagonismo recayó sobre un entonces veinteañero John Travolta, meses antes de su irrupción triunfal en las pantallas cinematográficas gracias a "Fiebre del sábado noche" (John Badham, 1977) y "Grease" (Randal Kleiser, 1978).




La infancia del paciente comienza en una especie de incubadora estéril, a la que poco a poco se le van incorporando módulos estériles, de manera similar al ensamblaje progresivo de las diferentes fases de una estación espacial. 

Esta etapa inicial del film probablemente fue inspirada en las vivencias familiares de David Vetter. En este caso, los padres de Tod son John (Robert Reed) y Mickey Lubitch (Diana Hyland). El médico responsable de sus cuidados es el Dr. Gunther (interpretado por el veterano y polivalente Ralf Bellamy).


Ralf Bellamy es el Dr. Gunther

Con pericia, guionista y director introdujeron una sencilla metáfora en el relato, un elemento tierno y afectivo en la vida del paciente. Se trata de una estructura formada por varios tubos interconectados en la que vive un ratoncito de laboratorio que acompaña en su aislamiento al joven enfermo. Paradoja de la existencia, pues la vida misma de David Vetter transcurrió a la manera de un desvalido animal de experimentación. Como en "Charly" (Ralph Nelson, 1968), la película basada en la novela "Flores para Algernon" (Daniel Keyes, 1959), humano y ratón establecen una relación muy especial...



A medida que el chico va creciendo, la antigua burbuja de plástico estéril se transforma en una habitación especialmente acondicionada, con flujo laminar positivo y varias zonas de intercambio, desde la que el Lubitch adolescente puede asistir incluso a clase gracias a un circuito cerrado de televisión. Por supuesto, el amor no podría estar ausente en esta historia y es la rubia vecina Gina Giggs (Glynnis O´Connor) la que despierta el profundo afecto de nuestro incomprendido protagonista.


Una juvenil Glynnis O´Connor

Más tarde, Tod es internado en una zona hospitalizada estéril, en la que permanecían aislados todos aquellos paciente inmunodeprimidos por diferentes enfermedades (leucemias, por ejemplo) o por tratamientos (quimioterapia)... Allí compartirá las dependencias con Roy Slater (John Friedrich). 

CINEFILIA...

Los expertos de la NASA intervinieron en el diseño del traje "espacial - especial" (50000 dólares) para que David Vetter pudiera abandonar su burbuja de plástico. En esta película interviene el astronauta Buzz Aldrin, que visita a Tod Lubitch en su retiro hospitalario... Fue el segundo hombre en pisar la superficie lunar. Tras sufrir una depresión, a principios de los 70 llegó a padecer problemas con la bebida, de los que se rehabilitó completamente. Aldrin, como todos sus compañeros, hubo de someterse a condiciones de entrenamiento extremas en las que el aislamiento en espacios limitados, como en el caso de los chicos de las burbujas, resultaba especialmente difícil de soportar...

En esta película existe un rubio personaje llamado Tom Shuster (Kelly Ward), otro adolescente que rivaliza con Tod por el afecto de Gina. Tom pierde una apuesta con Tod, e introduce un billete de 10 dólares en el ambiente estéril como pago de su derrota. Este hecho que se nos muestra en la película sería imposible en la realidad, considerando la descomunal carga microbiana que alberga el dinero corriente... Pero, continuando con Kelly Ward, apenas dos años más tarde, interpretaría a Putzie, uno de los miembros de los T-Birds, la pandilla de rockeros engominados que capitaneaba Danny Zuko (John Travolta) en "Grease"...



"El chico de la burbuja de plástico" es de dominio público y puede verse integramente.



EL OTRO CHICO DE LA BURBUJA...




"El chico de la burbuja" (Blair Hayes, 2001) es remake en clave de comedia que nos muestra las vicisitudes de Jimmy Livingston (Jake Gyllenhaal), un muchacho que carece de sistema inmune y que está obligado a vivir dentro de su habitación en una burbuja plástica. Una película que a buen seguro aportará más elementos para la diversión que para la reflexión...

sábado, 1 de enero de 2011

LA ULTIMA VEZ QUE VI PARÍS


"Y así vamos adelante, botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado".

Francis Scott Fitzgerald


A pesar de la imagen jovial y romántica mostrada en este cartel publicitario, nos encontramos ante un film pesimista, desalentador, dramático, la historia de unos personajes que aunque consiguen disfrutar de riqueza, belleza, de una vida licenciosa y sin preocupaciones finalmente resultan ser tremendamente infelices.

"La última vez que vi París" (Richard Brooks, 1954) está basada en un relato corto del singular novelista F. Scott Fitzgerald titulado "Babylon Revisited". El guión fue obra de Julius J. Epstein y Philip G. Epstein, contando con la colaboración del propio Richard Brooks, pero trasladando la acción original al París liberado por los aliados tras la ocupación nazi; de todas las maneras, la patina autobiográfica del creador del "El Gran Gatsby" parece planear sobre toda la cinta.



Francis Scott Fitzgerald (1896 - 1940)

En clave de flashback somos testigos de la historia de Charles Wills (Van Johnson), un joven teniente corresponsal de guerra de la revista "Barras y Estrellas" que conoce a la atractiva Marion Ellswirth (Donna Reed) el dia de la liberación. Ella había permanecido viviendo en la Francia ocupada con su familia durante toda la guerra. Marion y Charles tienen un amigo común, Claude Martine (George Dolenz), que con el tiempo se convertirá en el marido de Marion. La muchacha invita a ambos a una fiesta en la casa de su padre, el Sr. James Ellswirth (Walter Pidgeon), una suerte de caballero vividor, dandy y bohemio venido a menos y que parece disfrutar de una vida regalada a pesar de su ruina. Allí Charles conocerá a la impulsiva y alocada Helen Ellswirth (hermosa y espléndida Elizabeth Taylor) que acaba de ser expulsada de la universidad. La rivalidad entre ambas hermanas es patente, pero la atracción surgirá irremisiblemente entre Helen y Charles... Será el inicio de su dramático amor.  

Aunque la primera copa que nuestro protagonista se toma en la película es un bourbon, cronológicamente la historia de su etilismo cinematográfico comienza con un pernod, que comparte con el inefable Maurice (Kurt Kasznar) el propietario del Café Dhingo. Este establecimiento se convertirá en una especie de segundo hogar para nuestros protagonistas. Entre sus ajadas paredes, envuelta entre vaporosas nubes de humo y alcohol, Helen ejercerá su particular reinado como la musa indiscutible de pintores y artistas fracasados...

La salud de Helen resulta endeble. Una noche, después de que la lluvia la hubiese calado completamente, una gripe complicada determina su ingreso en el Hospital Lariboisière, un magnífico edificio decimonónico que comenzó a construirse en París en 1846 bajo la dirección del urbanista Martin-Pierre Gauthier; este centro, guardando la estructura arquitectónica en pabellones que dictaban los expertos higienistas en salud pública, abrió sus puertas en 1854 y desde 1975 está catalogado además como monumento histórico.




Precisamente la fragilidad de su aparato respiratorio será la causante de su muerte, provocada por otro resfriado. En plena borrachera, una gélida noche en la que la nieve cubre París con un espeso manto, Charles regresa a casa y se queda profundamente dormido en el suelo de las escaleras, abrazado a una botella. Sumido en el sopor, no escucha las llamadas de su esposa Helen para que la deje entrar al calor del hogar. Una fatal neumonía terminará con su existencia.  

A PROPÓSITO DE VAN JOHNSON...



Tal vez Richard Brooks lo eligió para protagonizar esta película por su aspecto, que a nosotros nos ha recordado vagamente al del propio Scott Fitzgerald, o por esa particular interpretación desfallecida que contribuye, aun más si cabe, al abatido tono general de la película.

Este pelirrojo actor norteamericano desarrolló una prolífica carrera iniciada como corista sobre los escenarios de Broadway, atravesando diferentes y exitosas etapas, desde un ídolo para las jovencitas hasta el héroe de ilustres dramas bélicos. Su última aparición en las pantallas fue en "La rosa púrpura del Cairo" (Woody Allen, 1985).

Van Johnson reemplazó a Lew Ayres en la continuación de la popular serie Dr. Kildare, y más concretamente en "El nuevo asistente del Dr. Gillespie" (Willis Goldbeck, 1942), donde encarnaría al Dr. Randall Adams

Además del papel de Charles Wills en esta película, Johnson prestó su convincente imagen a Donald Martin, otro personaje atormentado y alcohólico en "Barreras de orgullo" (Henry Hathaway, 1956).



De la banda sonora de esta película destacamos la melodía homónima compuesta por Jerome Kern, cuya presencia es constante como el fondo musical de los instantes más jubilosos en la vida de Helen y Charles, y que se irá diluyendo en acordes melancólicos cada vez que el viudo añore aquellos felices tiempos perdidos.

domingo, 12 de diciembre de 2010

RETRATS


Caty, Jaime, Carles, Lluís, Pilar, Antonia, Isabel y Jordi


La compleja relación entre el arte y la locura ha hecho correr ríos de tinta. Los estereotipos sobre el artista enfermo, más de lo mismo. Entonces, ¿dónde se sitúa la difusa frontera entre la enajenación y la genialidad? ¿Existe un perfil psiquiátrico artístico?



En "Retrats" (Pau Itarte - Quim Fuster, 2010) salen a colación dos clásicos: Van Gogh y Beethoven.



Las expresiones artísticas, ya sean plásticas, musicales o literarias han servido como vehículo de comunicación empleados por gran cantidad de enfermos, que de esta manera consiguen ahuyentar sus miedos, su angustia y su desesperación. Como terapeutas no debemos desperdiciar esta oportunidad.


Desde tiempo inmemorial, el ser humano ha empleado las representaciones pictóricas como medio de comunicación, incluso antes que la palabra escrita. También es cierto que determinados pacientes aquejados por diferentes patologías psiquiátricas encuentran en la pintura un canal de expresión más efectivo que la propia verbalización de sus dolencias.




"El grito". Edvard Munch

("la locura y la enfermedad fueron los ángeles negros que guardaron mi cuna...")

Este documental es una singular muestra de ello. La aventura se gestó cuando los autores contactaron con Llibertat Canela, una veterana luchadora antifranquista que iba a protagonizar un reportaje sobre la guerrilla de los maquis en Cataluña. Así pudieron conocer a su hijo, el pintor Lluís Gràcia, afectado por ezquizofrenia, que además impartía clases en un taller de pintura para enfermos psiquiátricos. El propio artista estuvo ingresado en varias instituciones hasta que descubrió la pintura como una forma de afrontar su enfermedad.




Lluís y un grupo de pacientes de la AREP (Associació per la Rehabilitació del Malalt Mental) desarrollan una experiencia altamente satisfactoria, plasmada en "Retrats". En palabras de sus creadores, este documental no pretende ser una aproximación científica a la esquizofrenia. Los protagonistas son los enfermos, no la enfermedad. 


En esta línea, nos ha recordado la estupenda "1% esquizofrenia" (Ione Hernández, 2006), también reseñada en este blog.






En la película no se mencionan los medicamentos, excepto en una escena en la que  la madre de Pilar, una de las protagonistas del documental, le insiste en el valor del tratamiento farmacológico y su contribución al bienestar de los pacientes.


Un hecho especial nos ha llamado poderosamente la atención: la estoica manera en que todas estas personas asumen sus enfermedades, el enorme sufrimiento que la esquizofrenia les ha provocado a nivel personal y familiar. Aún así, Isabel y Caty se muestran enormemente ilusionadas ante la posibilidad de normalizar su vida cotidiana en pareja.


El polifacético artista mutante Evru (Albert Porta - Zush) también participa en este documental, ayudando a los enfermos a realizar una serie de collages muy creativos...











Para saber más:


lunes, 6 de diciembre de 2010

CONTROL



When routine bites hard,

and ambitions are low,

and resentments ride high,

but emotions won't grow,
and we're changing our ways, taking different roads.
Then love, love will tear us apart again.
love, love will tear us apart again.
You cry out in your sleep,
all my failings exposed.
and there's a taste in my mouth,
as desperation takes hold.
just that something so good just can't function no more.
But love, love will tear us apart again.
love, love will tear us apart again.
love, love will tear us apart again.
love, love will tear us apart again.


Si hacemos caso al testimonio del propio director, "Control" (Anton Corbijn, 2007) no es un biopic, un documental sobre la desdichada existencia de Ian Curtis, el compositor y vocalista del grupo musical Joy Division. Es una dramatización sobre la vida de un artista enfermo, líder de un grupo de culto, introvertido, sensible y melancólico, una suerte de poeta maldito contemporáneo en el sentido de los clásicos franceses Rimbaud o Verlaine. Tampoco rehusó beber de otras fuentes líricas, como el romanticismo de William Wordsworth o la poesía beatnik Allen Ginsberg.


Corbijn, fotógrafo de profesión, era un experto conocedor de la escena musical británica a finales de los 70. Además de sus retratos de Joy Division, trabajó para otras exitosas bandas como U2 o Depeche Mode (dirigiendo también alguno de sus exitosos videos). 




Ian Curtis (1956- 1980)

El guión de la película fue obra de Matt Greenhalgh, que se basó para ello en el libro "Touching from a distance" (1995), el relato autobiográfico escrito por Deborah Curtis, la viuda del malogrado cantante de Manchester, donde relata sus tribulaciones matrimoniales (ambos se casaron con apenas 18 años), sus contínuas separaciones, la infidelidad de Ian con su novia belga Annik Honoré (Alexandra Maria Lara) la trastornada personalidad del artista, víctima constante de la depresión y de ataques epilépticos.



Las caracterizaciones de Ian Curtis (Sam Riley) y de su esposa Debbie (Samantha Morton) son perfectas. El parecido entre el actor y el artista resulta sorprendente. Además, sus interpretaciones de las crisis comiciales son harto convincentes. El protagonista de repente pierde el sentido y se desploma inconsciente, comienza a tener violentos espasmos musculares y convulsiones tónico-clónicas, acompañadas de la emisión de espumarajos por la boca. En el film no llegamos a constatar la pérdida del control de los esfínteres, aunque podría ser probable.
 
Recordemos que Ian Curtis llegó incluso a sufrir algunas crisis sobre los escenarios, tal y como se recrea en la siguiente escena perteneciente a la película "24 Hour Party People" (Michael Winterbottom, 2002). En este film es el actor Sean Harris el encargado de darle vida al lider de Joy Division.



Además de padecer epilepsia (tipo grand mal), algún experto ha etiquetado la patología psiquiátrica de Ian Curtis como un probable trastorno bipolar. Todo ello unido a su angustia vital, a su desesperación, a la deficiente respuesta ante los fármacos antiepilépticos, y al abuso del tabaco y del alcohol terminarían por reforzar unas ideas autolíticas que culminó fatalmente el 18 de mayo de 1980. Previamente ya había intentado quitarse la vida con una sobredosis de fármacos.


Después de contemplar "Stroszek" (Werner Herzog, 1977), la historia de otro perdedor y suicida, un inadaptado músico callejero que trata de recuperarse del alcoholismo junto a una prostituta, y tras escuchar "The Idiot" (1977), el álbum del iconoclasta Iggy Pop, Ian Curtis se ahorcó en la cocina de su propia casa, empleando para ello el cordaje de un tendedero retráctil que pendía del techo... 








LA EPILEPSIA Y EL SUICIDIO


La epilepsia es una enfermedad que puede coexistir con una serie de problemas psiquiátricos que pontenciarían el riesgo de suicidio, como por ejemplo la ansiedad, los trastornos afectivos, la psicosis, los trastornos de la personalidad y el déficit intelectual. Precisamente cuando Ian está siendo atendido en el hospital tras sufrir una crisis, su compañero Hooky (Jon Anderson) confiesa que hasta entonces él pensaba que la epilepsia era cosa de tarados...


La revista Drug Safety publicó en el año 2007 un artículo firmado por Vladimir V. Kalinin en la que al autor realiza una revisión pormenorizada de la relación entre los fármacos antiepilépticos y el suicidio.




En los enfermos epilépticos, la comorbilidad psiquiátrica es un factor de riesgo para el suicidio, sobre todo cuando se padece una epilepsia temporal o cuando las crisis son generalizadas y complejas, como parece ser en el caso que nos ocupa.


En el 50% de los epilépticos presentan trastornos en el lóbulo temporal, que se manifiestan como alteraciones de la función ejecutiva y de la memoria de trabajo. La mitad de estos pacientes cumplirían además criterios de depresión mayor. Cierta disfunción ejecutiva, a modo de indecisión y de toma de decisiones contradictorias, es patente en el personaje de Ian Curtis.






Existe una base neuroquímica común en la patogénesis de la depresión, la ansiedad, los comportamientos obsesivos y violentos, y en el riesgo de suicidio: Se trata de una disfunción del sistema serotoninérgico, pues la serotonina tendría un papel protector de las conductas autolíticas. A su vez, este neurotransmisor también ha sido relacionado con determinados tipos de epilepsia, pues niveles bajos de serotonina disminuyen la neurogénesis.


Respecto al tratamiento farmacológico de la epilepsia, del artículo de Kalinin podemos extraer las siguientes conclusiones:

  • Fenobarbital o fenobarbitona: un barbitúrico comercializado por Bayer en 1912, empleado como sedante e hipnótico hasta que surgieron las benzodiacepinas en los años 50 del pasado siglo XX. Fármaco con una historia siniestra, pues fue elegido por los médicos nazis en sus programas de eugenesia para exterminar a los recién nacidos que nacían enfermos o con malformaciones físicas. Se empleó en la epilepsia al demostrar su efectividad en un amplio número de crisis, siendo además muy barato. Pero tenía importantes efectos negativos sobre las esferas cognitiva y afectiva de los pacientes. Se sospechó que su neurotoxicidad (por el déficit de folatos), potenciada en los tratamientos a largo plazo, podía provocar un incremento en el riesgo de suicidio de los así tratados, especialmente en las mujeres.
  • Fenitoína o difenilhidantoína: descubierta en 1908, aunque comenzó a usarse como anticonvulsivante en 1938. Aunque aparentemente menos nocivo que el fenobarbital, el tratamiento con este fármaco también puede provocar un déficit de folatos, que podría asociarse a la depresión y al mayor riesgo suicida.
  • Carbamazepina: a nivel neuroquímico produce un incremento de la serotonina. Sus propiedades anticonvulsivantes podrían tener un efecto neuroprotector sobre las estructuras cerebrales. Al parecer disminuiría el riesgo de suicidio por sus efectos antidepresivos. Se ha demostrado una correlación inversa entre la dosis media diaria de este fármaco y las tendencias suicidas.
  • Oxcarbazepina: escasos estudios y fármaco no evaluado suficientemente. No existen datos concluyentes.
  • Tiagabina: es un inhibidor de la recaptación del GABA que se utiliza como terapia coadyuvante en la epilepsia parcial refractaria. Su relación con las tendencias suicidas tampoco ha sido ampliamente estudiada, pero se recomienda precaución en su empleo con pacientes con elevado riesgo suicida.
Aquí no entramos a valorar otros fármacos como el valproato, el topiramato, la lamotrigina, la gabapentina, la vigabatrina, el levetiracetam o la zonisamida porque no se mencionan en este film.






Aún considerando que no estamos ante una película autobiográfica, no disponemos de demasiados datos cinematográficos que nos aporten información sobre el tipo de epilepsia que padece nuestro protagonista. 


En su adolescencia constatamos que parece sufrir una ausencia durante una clase de química (el muchacho estaba jugueteando con las letras de su nombre I-A-N hasta convertirlas en I-AM).


Junto a su colega Nick (Matthew McNulty) tiene una extraña costumbre: visitar a las ancianas de la vecindad con la finalidad de hurtarles algunas pastillas de su botiquín, para luego experimentar con los efectos de la medicación. Somos testigos como ambos muchachos ingieren unos comprimidos de "cirazapan", un supuesto fármaco antipsicótico destinado al tratamiento de la esquizofrenia, entre cuyos efectos secundarios destacarían somnolencia, apatía, agitación y visión borrosa. El consumo de determinadas drogas y el abuso alcohólico pueden ser causas que desencadenen una epilepsia en la adolescencia.


Trabajando como orientador laboral en la dura etapa de los gobiernos de Margaret Thatcher, Ian es testigo del ataque epiléptico que sufre una muchacha a la que estaba atendiendo. Impresionado por tan desagradable experiencia escribirá la letra de la canción "She´s lost control"...





Después de sufrir un ataque epiléptico cuando regresaba de una actuación con su grupo, Ian es atendido en las urgencias de un hospital. Allí le prescriben fenobarbitona. Mientras no obtiene una cita con el neurólogo, es atendido por un médico ciertamente escéptico (Paul Arlington) que le instaura un tratamiento contra la epilepsia, un verdadero cóctel de pastillas, y le informa de los posibles efectos desagradables de la medicación:

  • Carbamazepina: sarpullidos, visión doble, somnolencia, mareos, meteorismo...
  • Fenitoína: somnolencia, acné, inflamación de las encías, náuseas, vómitos, confusión y lentitud mentales.
  • Tiagabina: un anacronismo, pues este fármaco fue aprobado por la FDA para el tratamiento de las crisis convulsivas parciales en adultos en 1998. Por lo tanto, resulta poco creíble que Ian Curtis tomase esta medicación a finales de los 70.
  • Oxcarbazepina: fue sintetizada en 1966 y aprobada para usarse como anticonvulsivante en 1990, en Dinamarca. En España se aprobó en 1993, en Portugal en 1997, y en el resto de los países de la UE en 1999. En los EEUU habría que aguardar hasta el 2000. Entre sus efectos secundarios más frecuentes están fatiga, náuseas y vómitos, vértigo, aturdimiento y también la visión borrosa. 
El doctor también le recomienda que evite trasnochar, acostándose temprano, y el consumo de bebidas alcohólicas, condiciones verdaderamente difíciles de cumplir teniendo en cuenta el ritmo de vida y actuaciones que por entonces llevaban los Joy Division.



PARA SABER MÁS...




La imagen de portada de su primer álbum para Factory Records, "Unknown pleasures" (1979) fue idea del bateria Stephen Morris, que la encontró en la Enciclopedia de Astronomía de Cambridge. Se trata de una representación de los púlsar sucesivos del púlsar PSR B1919+21, primero en ser descubierto, en 1967, en la constelación de Vulpécula,  por la astrofísica británica Jocelyn Bell Burnell. El sobrio formato final corrió a cargo del prestigioso diseñador gráfico Peter Saville.






La portada del segundo y último álbum de Joy Division, "Closer" (1980) muestra la fotografía de una hermosa sepultura. Vio la luz poco tiempo después de la muerte de Ian Curtis. La imagen elegida resultó una especie de fatal premonición.





Joy Division tomó su nombre de la novela "The House of Dolls" (1955), escrita por el superviviente del holocausto Yehiel De-Nur (nacido Yehiel Feiner) bajo el original seudónimo de Ka-tzetnick 135633. Así se denominaba al numeroso grupo de prisioneras de los campos de concentración nazis empleadas como esclavas sexuales para satisfacer a las tropas del Tercer Reich.





Ian Curtis era un gran aficionado a la literatura. Sus autores favoritos eran William S. Burroughs, J.G. Ballard y Frank Kafka, que influyeron decisivamente en varias de sus composiciones. También era un lector asiduo de la poesía de Allen Ginsberg. En una de las primeras escenas del film, mientras Ian se encierra en su cuarto para fumar y disfrutar de la música de David Bowie (y más concretamente del Lp "Alladin sane"), la cámara se detiene por unos instantes en una estantería donde reposan libros de JG Ballard ("Crash" y "La exhibición de las atrocidades"), Burroughs ("El almuerzo desnudo"), Norman Mailer ("Los ejércitos de la noche") y  Ginsberg ("Howl", por supuesto)...


UNA ANÉCDOTA: entre los libros de Curtis podemos observar también un ejemplar de "Ah Pook is Here", de William Burroughs, obra en la que empezó a trabajar junto al artista Malcolm McNeill en 1970. Esta historia apareció en una tira cómica de la revista inglesa "Cyclops". Tras la desaparición de la misma, ambos autores pensaron en desarrollar el concepto como un libro entero, una especie de "novela de palabra e imagen", una novela gráfica... ¡Está previsto que "Ah Pook is Here" se publique el próximo año 2011! Por lo tanto,  la aparición de esta obra como tal en la biblioteca de Curtis representaría un completo anacronismo, un típico error de racord...


OTRA MÁS... Siguiendo el testimonio de Deborah Curtis, su joven esposo decidió pintar la salita de estar de su humilde domicilio de Barton Street de color azul celeste... Más tarde, Ian le cuenta a su amante Aimee que su color favorito es precisamente ese azul tan especial, el mismo que luce en su equipación el Manchester City...







La guitarra que porta Ian Curtis en algunos de sus videos y actuaciones (como en el de la afamada "Love Will Tear Us Apart") es una Vox Phantom... Hoy en día una especie de reliquia, más apreciada por su curiosa forma que por su sonido...




Los actores Sam Riley y Alexandra María Lara son pareja en la vida real...




En "Control" también interviene el performance poet inglés John Cooper Clarke, nacido en Salford, dentro del área de influencia de Manchester, que comenzó a hacerse popular por el recitado de sus versos en los conciertos de algunos grupos señeros del movimiento punk británico, como los Sex Pistols, The Fall o los Buzzcocks.