sábado, 1 de abril de 2023

BEETHOVEN: CINE Y ENFERMEDAD (REVISADO)


"Amor inmortal" (Bernard Rose, 1994)

Las posibles patologías probablemente padecidas por Beethoven a lo largo de su vida fueron objeto de una entrada en este mismo blog el 21 de mayo de 2016.

A la luz de los resultados de las nuevas investigaciones sobre estas cuestiones, hemos creado necesario ampliar la información con los nuevos datos.

Comentábamos entonces el libro "Beethoven´s hair" (Russell Martin, 2001), sobre las andanzas de un mechón del cabello supuestamente obtenido en el lecho de muerte del genial Ludwig van Beethoven (1770-1827), por Ferdinand Hiller, uno de sus amigos más íntimos.

Este libro nos cuenta cómo el mechón de Beethoven llegó en 1943 a Dinamarca, durante la ocupación nazi. Un refugiado judío se lo había entregado a un médico, después de haber pasado de padres a hijos durante décadas.

Finalmente, en 1994, dos extravagantes personajes anónimos de harían definitivamente con tan preciada pieza, subastada por Sotheby´s.

"Beethoven´s hair" (Larry Weinstein, 2005), un documental televisivo de 1 hora de duración, coproducido por Austria y Canadá, está inspirado en la novela de Russell Martin. Su guionista fue Thomas Wallner.

LA CORRECCIÓN DE UN ERROR

En el año 2000, investigadores pertenecientes al Pfeiffer Research Center de Illinois (EEUU) descubrieron la presencia de elevados niveles de plomo en un mechón de Beethoven, y a este hallazgo responsabilizaron de su fallecimiento.

Sin embargo, un trabajo publicado en marzo de 2023 en la revista "Current Biology", donde participaron investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), el Beethoven Center de San José y la American Beethoven Society (EEUU), junto a la Universidad Católica de Leuven (Bélgica), Family TreeDNA, el Hospital Universitario y la Universidad de Bonn, la Beethoven-Haus de Bonn y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), después de realizar pruebas de autenticación en 8 muestras de cabello del compositor, adquiridas en colecciones públicas y privadas del Reino Unido, Europa continental y EEUU, descubrieron que al menos 2 mechones no eran de Beethoven.


Retrato de Ludwig van Beethoven, de Josef Karl Stieler (1781-1858)

Entre ellos, el famoso mechón que se creía cortado en su lecho de muerte por Ferdinand Hiller, y que atribuía el desenlace mortal de su patología a una intoxicación crónica por plomo o saturnismo.

Estos investigadores descartaron el envenenamiento por plomo, ya que el supuesto "mechón Hiller" realmente nunca perteneció a Beethoven, porque dichos cabellos son femeninos. De esta manera, recomiendan que futuras investigaciones destinadas a analizar la posible implicación del plomo, los opiáceos o el mercurio en su patología deberán realizarse sobre muestras de origen fidedigno y contrastado.

El "mechón Hiller"

El equipo internacional realizó la secuenciación del genoma a partir de cabellos de la muestra auténtica mejor conservada, conocida como el "mechón Stumpff", debido al nombre de su dueño.

El estudio verificó la autenticidad de varios mechones más: el "mechón Moscheles" y el entregado por el propio Beethoven al pianista Anton Halm (1789-1872).

El "mechón Halm"

Johannes Krause
, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, ha destacado que el objetivo principal de estas investigaciones era descubrir los problemas de salud de Beethoven, incluyendo la sordera progresiva que comenzó a sus 20 años, y que le llevó a la pérdida definitiva de la audición en 1818.

Pero sus esfuerzos no consiguieron descubrir evidencias genéticas concluyentes sobre la causa de la sordera y los trastornos gastrointestinales del insigne compositor. Sin embargo sí hallaron una serie de factores de riesgo significativos respecto a su patología hepática.


El "mechón Moscheles". Ira F. Brilliant Center for Beethoven Studies, San Jose State University

Fueron detectadas evidencias de una hepatitis B, presente en los meses anteriores a la defunción de Beethoven. Simplemente recordar que en su autopsia se encontró una incuestionable cirrosis hepática, que entonces fue achacada a su hábito etílico abusivo.

Simplemente recordar aquí que tanto el abuso crónico del alcohol como la hepatitis B crónica están entre las principales causas de cirrosis hepática.

¿Cómo pudo infectarse Beethoven de hepatitis B?

No se puede descartar que el suyo fuera un caso de transmisión materno - fetal del virus de la hepatitis B. Sin embargo, resulta más plausible el contacto sexual con una pareja infectada, ya que este virus puede transmitirse a través de la sangre, el semen y otros fluidos corporales.

Causas más contemporáneas, como compartir agujas y jeringas contaminadas o una transfusión sanguínea quedarían descartadas en su caso.

UNA SORPRESA

Estos análisis del ADN de Beethoven revelaron que su cromosoma Y no coincidía con  ninguno de sus 5 parientes modernos, apellidados como él y que comparten un ancestro común, según los registros genealógicos.

Según Tristan Begg, de la Universidad de Cambridge, este hallazgo implica una eventual paternidad extramatrimonial entre la concepción del ancestro común, Hendrik van Beethoven, nacido en Kampenhout (Bélgica) alrededor de 1572, y la de Ludwig van Beethoven en Bonn (Alemania) en 1770, 7 generaciones después.

Los análisis de ADN antiguo realizados por Begg, William Meredith y Toomas Kivisild, de la Universidad Católica de Leuven (Bélgica) permitieron secuenciar completamente el ADN de Beethoven a partir de pequeñas muestras de su cabello.


LA CUESTIONADA HIPÓTESIS DEL SATURNISMO

Se ha demostrado que todos los estudios que relacionaron el saturnismo con la enfermedad y muerte de Beethoven, realizados a partir de los análisis del "mechón Hiller" no son válidos, pues esos cabellos no pertenecen al c compositor, sino a una mujer desconocida.

Recordemos que Vicente Rodillaprofesor de Toxicología y músico de la Banda Primtiiva de Lliria, junto al tenor lírico José Garcés, desde el CEU Cardenal Herrera de Valencia realizaron un estudio tratando de relacionar los síntomas de una intoxicación crónica por plomo con ciertas particularidades en las composiciones de Beethoven, especialmente en las más tardías.

Una de las conclusiones del estudio internacional anteriormente reseñado recomienda nuevos análisis sobre muestras contrastadas e indudablemente pertenecientes a Beethoven para demostrar la implicación del plomo u otras sustancias en su enfermedad y muerte.


Dr. Andreas Ignaz Wawruch (1782-1842)

A lo largo de su existencia, Beethoven fue atendido por diversos médicos. Al respecto, en diciembre de 1826 el Dr. Andreas Wawruch trató a Beethoven por una grave neumonía, que a punto estuvo de costarle la vida. En aquel tiempo, las sales expectorantes contaban en su composición con excesivas cantidades de plomo.

En esta misma línea, el forense Christian Reiter analizó muestras del cabello de Beethoven, en cooperación con la Universidad de Edafología de Viena (Austria), convertidos así en el diario de los últimos 400 días de la vida de Beethoven. Para este investigador, el saturnismo y la cirrosis hepática probablemente llevaron a la tumba al genio a la precoz edad de 56 años.

En "Copying Beethoven" (Agnieszka Holland, 2006) contemplamos diversas escenas en las que Beethoven se emborracha en la taberna de Krenski (Angus Barnett), un tugurio en el que solía ahogar sus penas en vino y donde celebraba sus aclamados éxitos.

En dicho establecimiento consumía con demasiada frecuencia pescados procedentes del cercano Danubio, como por ejemplo truchas y carpas. Esta circunstancia ha hecho sospechar a los investigadores su intoxicación crónica con plomo, procedentes precisamente del pescado fluvial contaminado, del cristal de sus copas favoritas y del mismo vino barato, al que en la época se le añadían cantidades de este metal pesado, forma de acetato plúmbico, como adulterante.

En mayo de 2010, un cualificado grupo de investigadores del Instituto Médico Mount Sinaí de Nueva York, analizó fragmentos procedentes del cráneo de Beethoven en la procura de posibles indicios de una intoxicación crónica por este metal pesado. Sin embargo, los niveles detectados, 13 microgramos de plomo por gramo de masa ósea en los huesos grandes, se consideraron dentro de la normalidad. 


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