Para
algunos críticos, en realidad se trataría de dos películas diferentes que apenas se sostendrían por si mismas, hilvanadas por un hilo argumental demasiado endeble.
El turbulento fluctuante amor y desamor entre Sandra y Clément (Melvil Poupard), un antiguo amigo de su difunto marido, incapaz de comprometerse por el remordimiento de abandonar a su esposa y a su hijo. Pero también apreciamos ese amor crepuscular de Georg por Leïla (Fejria Deliba), su última pareja, que debido a sus propios padecimientos y limitaciones se ve obligada a dejar las atenciones de él en manos de diversas residencias de ancianos enfermos.
Existe un personaje que se hace detestable desde su aparición: es Françoise (Nicole García), la primera esposa de Georg y la madre de Sandra, con una hipocresía tan pasmosa casi rayana en la humanidad.
Está el amor maternal de Sandra por su hija Linn (Camille Leban Martins) a la que debe criar y educar en una familia monoparental. La angustia provocada por la falta de tiempo acucia a la protagonista, traductora de profesión, titubeando constantemente entre su confusa relación sentimental, las atenciones a su padre enfermo y a su pequeña. Para la pobre Sandra, la vida es adversidad.
Léa Seydoux y Pascal Greggory son Sandra y Georg Kienzler
Anteriormente la moderna cinematografía francesa se ocupó de la enfermedad y de la muerte en otras dos controvertidas películas como "Las noches salvajes" (Cyril Collard, 1992), una mirada singular sobre el mundo del SIDA, y "El tiempo que queda" (François Ozon, 2005), esta última precisamente protagonizada por Melvil Poupard interpretando a Romain, un prometedor fotógrafo de moda que de repente se debe enfrentar al padecimiento de un cáncer terminal.
Tanto en ambas cintas, como en la que hoy nos ocupa, París se hace omnipresente, con sus extensos cielos luminosos, contrapuestos a los modestos apartamentos donde viven los Kienzler, la Torre Eiffel y el legendario barrio del Sacre Coeur.
LA ENFERMEDAD DE GEORG
Como decimos, el viejo profesor habita en un modesto apartamento parisino, repleto de libros y recuerdos personales, Georg recibe las visitas cotidianas de su hija Sandra. La ceguera y demás síntomas de su enfermedad lo han ido convirtiendo progresivamente en una persona dependiente.
El síndrome de Benson o Atrofia Cortical Posterior (ACP) es un trastorno neurodegenerativo poco frecuente, aunque se va haciendo más presente a partir de la quinta década de la vida.
El primer caso fue descrito por el célebre psiquiatra Dr. Arnold Pick en 1902, si bien su conocimiento se fue ampliando hasta que en 1988 el Dr. Frank Benson escribió cinco casos clínicos específicos.
Dr. Arnold Pick (1851-1924)
Estos pacientes padecen una agnosia visual grave y progresiva, que les incapacita para reconocer personas y objetos familiares, así como una apraxia que les dificulta la realización de movimientos complejos, sin que exista un déficit de fuerza muscular.
Dr. Frank Benson (1928-1996)
La apraxia también es constructiva y dificulta que los pacientes puedan vestirse solos. Existe una apraxia ideomotora, con agrafia y acalculia, que en la película están perfectamente representadas en la escena donde Sandra descubre el diario que su padre intentaba escribir para combatir su deterioro neurológico progresivo.
Otros síntomas son apraxia óptica y oculomotora, alexia y desorientación espacial, que contemplamos representados en este film gracias a la convincente interpretación de Pascal Greggory.
Dr. Joachim Bodamer (1910-1985)
El profesor Kiezler también padece prosopagnosia, término aculado en 1947 por el neurólogo alemán Dr. Joachin Bodamer para definir la interrupción selectiva de la percepción de rostros, tanto del propio como del de los demás.
Asimismo constatamos en esta película como la memoria, el lenguaje, el entendimiento y el juicio se conservan relativamente hasta las fases más avanzadas de esta enfermedad.
La RNM revela en estos paciente una atrofia cortical bilateral en los lóbulos occipitales, parietales y temporales posteriores, más acusada en el hemisferio derecho.
Por otra parte, hasta en el 90% de los casos el compromiso visual suele ser precoz y diverso. La hialinosis asteroide está presente en los globos oculares de estos pacientes, con opacidades de color blanquecino - amarillento formadas por depósitos de calcio y lípidos.
Las placas neuríticas y los ovillos neurofibrilares también se detectan en las áreas cerebrales posteriores, y a veces, en la áreas visuales primarias.
EL CUIDADO DE LOS ANCIANOS: ¿UN DRAMA?
En el mundo moderno, sobre todo en las grandes ciudades, es cada vez más frecuente encontrarnos historias como la de Georg Kienzler y su familia, incapaces de prestarle los cuidados que necesita como anciano enfermo, circunstancia que obliga a su institucionalización y a su peregrinaje por diferentes centros y residencias.
Sin alcanzar los tintes dramáticos de
"La muerte del Sr. Lazarescu" (
Cristi Puiu, 2005), esta película resulta muy adecuada para reflexionar sobre el futuro que nos espera.
Datos correspondientes a 2019 revelaron que en París vivían solos unos 175000 residentes mayores de 65 años (el 8% de su población). De este grupo, más de la mitad superaban los 75 años.
Anteriormente, en 2005, una encuesta efectuada a 5000 mayores de 70 años en Francia denunció que la soledad afectaba más a la franja de edades comprendidas entre los 79 y los 83 años, a medida que iba disminuyendo la vitalidad física y en muchas ocasiones fallecía la pareja. Mientras las mujeres poseían mayores habilidades sociales para relacionarse, los hombres ancianos franceses tendían a encerrarse todavía más en si mismos.
En España la situación no es muy diferente. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes a 2018, más de 2 millones de prójimos viven solos, representando la mitad de los casi 4.7 millones de hogares unipersonales. Y aunque en España, en los últimos años se viene observando un incremento de personas mayores de 65 años viviendo en de este tipo de hogares, esta proporción continúa siendo inferior al de muchos países europeos.
Respecto a las plazas en residencias, datos correspondientes al 2019 indicaban que en España existían 4 plazas por cada 100 personas mayores, un total que se aproximaba a las 373000.
Llegado este punto, resultaría imposible no acordarnos de la magnífica "Arrugas" (Ignacio Ferreras, 2011)
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