"Musik i mörker" (1948) es el título de la cuarta película que el cineasta sueco Ingmar Bergman dirigió a lo largo de su prolífica carrera. En su día, en España se estrenó bajo el nombre de "Noche eterna". Al igual que en la afamada "Johnny cogió su fusil" de Dalton Trumbo (también comentada en este mismo blog), la película narra la historia de un desafortunado soldado. En este caso, mientras realiza el servicio militar, el joven Bengt Vyldeke (interpretado muy convincentemente por el actor Birger Malmstem) pierde completamente la visión al convertirse en víctima de un accidente durante unas prácticas de tiro.
El guión es del escritor Dagmar Enqvist, también autor de la novela en la que está basada la película. Con su maestría habitual en el tratamiento de los dramas humanos, Bergman se centra en esta ocasión en la descripción del mal que provoca la soledad, más que en la discapacidad que la invidencia causa en el protagonista.
Resulta muy interesante el tratamiento cinematográfico que el director sueco imprime al proceso de curación de las lesiones del soldado herido, muy cercano al ONIRISMO SURREALISTA: un ojo que parece extraído de "Un perro andaluz" (Luis Buñuel - 1929) observa el golpeteo de un martillo sobre un yunque, mientras el herido se hunde en una ciénaga (símbolo de la muerte) hacia la que se ve arrastrado por unas terribles manos; un remolino de agua en una pecera le rescata del irremediable fin (el agua de la vida), para finalmente despertar en un hospital donde se da cuenta que no puede ver.
El protagonista ciego iniciará entonces un largo viaje, donde el aprendizaje en el lenguaje Braille (volver a vivir partiendo de cero) y el refugio en su oficio de pianista se convertirán en pilares básicos para su recuperación y plena realización como ser humano.
Una vez más, la realización cinematográfica de Bergman oscila como un metrónomo entre la espitirualidad, que desde muy joven le marcó su propia educación en el seno de una familia religiosa, y la sensualidad que representa el descubrimiento del amor y del sexo por la pareja protagonista. Belleza nórdica, aunque a mi juicio excesivamente pusilánime, Bergman retrata la pureza y la inocencia de Ingrid, la protagonista femenina, una rubísima Mai Zetterling, la dulce sirvienta que acabará progresando en la vida gracias a la influencia del melancólico pianista ciego.
Magistral el tratamiento de la luz y de la sombra (del claroscuro) por parte del director de fotografía Göran Stringdberg en esta cinta. Existen varias escenas capitales en las que la iluminación se centra en los ojos del invidente, mientras el resto de su rostro y de la estancia permanecen en la penumbra. En una de las más sugerentes, el fondo musical que la adorna es la famosa sonata de Beethoven titulada "Clair de lune", compuesta en 1801 y en su día dedicada a la condesa Giulietta Guicciardi.
He aquí una interesante interpertación de esta película, donde la autora (Alice Liddle - darragh@xcite.com) la compara con un remake de "La Divina Comedia" de Dante.
http://spanish.imdb.com/title/tt0040622/#comment
Las causas de la ceguera son múltiples, desde lesiones del propio globo ocular, del nervio óptico o del cerebro y sus áreas encargadas de la visión. De todas las pérdidas sensoriales, se me antoja la más terrible y discapacitante. Y considerando las discapacidades en el cine, otro día hablaremos de la magnífica "Belinda" (Jean Negulesco - 1948), y también de su protagonista, Jane Wyman...