Existen algunas películas revalorizadas con el paso del tiempo, no precisamente por sus bondades técnicas o artísticas, sino por ciertas misteriosas cualidades premonitorias que las convierten en valiosos objetos de culto para el espectador. A mi juicio"La muerte en directo"(Bertrand Tavernier, 1980) es una de ellas, aunque su estética no nos advierta en ningún momento que estamos asistiendo a un drama deciencia ficción. O tal vez esa fuera su pretensión a la hora de ser filmada...
El guión de David Rayfiel, en el que colaboró el propio Tavernier, está basado en"The continuous Katherine Mortenhoe, or The Unsleeping Eye", una novela escrita por el británicoD. G. Compton. Los escenarios urbanos localizados en una desangelada, gris y lluviosaGlasgow(impagable eltravellinginicial planeando sobre el cementerio de la ciudad escocesa) aportan la preciada desesperanza inevitable en todo film futurista.
En un mundo presumiblemente libre de enfermedades, la ambición desmesurada y la voraz competencia entre las diferentes cadenas televisivas pretende filmar el día a día del final de la vida de un personaje famoso, en este caso la escritoraKatherine Mortenhoe (Romy Schneider). Macabras coincidencias, la frágil belleza de la popular actriz austríaca se quebraría 2 años más tarde en enigmáticas circunstancias, pues aunque su óbito fue certificado como un ataque cardíaco fulminante, siempre se sospechó que pudiera tratarse de un suicidio por ingestión de barbitúricos.
Nuevamente, la ficción cinematográfica se convirtió en la antesala de la realidad. Recordamos aquí que el 22 de marzo de 2009 fallecía a los 27 años de edad, en su casa de Upshire (Essex) la polémica Jade Goody, concursante en una de las más controvertidas ediciones del reality showBig Brother (Gran Hermano) en el Reino Unido.
Padecía un cáncer terminal de cuello uterino, y vendió su propia agonía a los medios de comunicación para asegurar el futuro económico de sus 2 pequeños hijos.
Jade Goody saluda a las cámaras
Para ser todavía más efectivo en la transmisión de su mensaje, el iconoclasta Tavernier echó mano de dos de mis actores favoritos, el revalorizado Harvey Keitel en el papel de Roddy Farrell,insomne reportero de la NTV al que le han implantado una cámara en el cerebro y que trabaja incesantemente, y Harry Dean Stanton, el maquiavélico productor televisivo Vincent Ferriman.
Aterrorizado por la oscuridad, Roddy necesita alimentar sus ojos con la luz de una pequeña linterna. Su ceguera impedirá finalmente el objetivo del provocador programa de telebasura: filmar realmente la muerte de Katherine.
La impía manipulación de la realidad por parte de la televisión en aras de alcanzar cuotas de pantalla máximas también ha sido duramente satirizada en "El show de Truman" (Peter Weird, 1998).
Retomando "La muerte en directo", el título de la película coincide con el de un exitoso programa televisivo dirigido por Ferriman. Ante la negativa de la escritora Katherine Mortenhoe para permitirle filmar los últimos días de su vida, el productor contacta a Roddy para que se haga amigo de la mujer y consiga su objetivo mediante la cámara oculta que porta en su cerebro. Katherine no tiene ninguna enfermedad, pero es engañada por elDr. Mason (William Rusell), que la convence de ello. El médico le suministra un tratamiento que en realidad será el causante de la grave patología de la escritora.
CINEFILIA, CINEFAGIA Y OTRAS CURIOSIDADES
En este film existen elementos capaces de sonrojar al más humilde de nuestros informáticos contemporáneos, como esa cándida escena en la que el personaje de Romy Schneider se comunica con un primitivo computador, una simple pantalla de televisión de los años 70 llamada"Harriet"... En otra escena, Harvey Keitel pasea por delante de un puesto callejero en el que un hombre reivindica, mediante pancartas y folletos, profesores humanos para sus hijos (se supone que en aquella época la docencia correría a cargo de sistemas computerizados).
Un detalle para cinéfagos; de las paredes del despacho de Vincent Ferriman cuelgan varios cuadros, la sempiterna bandera estadounidense y pósters enmarcados de algunas obras emblemáticas de laserie B del género de terror y ciencia ficción:
"La máscara de la muerte roja" (Roger Norman, 1964), con Vincent Price en el papel del príncipe Próspero.
"El hombre con rayos X en los ojos" (Roger Corman, 1963), protagonizada por el infausto Ray Milland como el Dr. James Xavier.
"El increíble hombre menguante" (Jack Arnold, 1957), donde el sufrido Grant Williams queda miniaturizado por el efecto simultáneo de la exposición a las radiaciones y los insecticidas.
Tavernier dedicó esta película al maestro Jacques Tourneur, director de hitos del cine terror como "Yo anduve con un zombie" (1943) o "La noche del demonio" (1958).
La estupenda banda sonora del film es obra del prolífico Antoine Duhamel. Cerca del final de la película, mientras Katherine conversa con su esposo en su estudio, supuestamente escuchan música del compositor medieval francés Robert De Bauleac, figura imaginaria que jamás existió, un divertimento del propio Duhamel...
A destacar también en esta película los exteriores filmados en el popularMull of Kyntiredel sudoeste deEscocia, rebosante de verde frescura gracias a la humedad de sus sotos y marjales, con los suaves oteros enmarcando una plúmbea y lechosa ensenada. Este paisaje fue ensalzado por el ex -beatlePaul McCartneycon su grupoTheWings mediante una bella balada.
Y para completar estos comentarios personales, añadimos la aquilatada crítica de Alejandro G. Calvo en "Miradas de Cine".
CINEFILIA
¿Sería casualidad que Bertrand Tavernier escogiera al espigado Max Von Sydow, el recordado caballero Antonius Bloch que jugaba al ajedrez contra La Muerte en el "El séptimo sello" (Ingmar Bergman, 1957), para interpretar a Gerald Mortenhoe, el marido de la protagonista de "La muerte en directo"?
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