"- Ha ejercido usted en varios ámbitos pero, dígame doctor ¿qué sabe de la histeria?
- ¡Ah!... nada...
- ¿Nada? Sin embargo, ¡es una calamidad!"
Dr. Dalrymple (Jonathan Pryce) al Dr. Granville (Hugh Dancy) en "Hysteria" (Tanya Wexler, 2011)
Platón (427 aC - 347 aC) calificaba la matriz de la mujer como un órgano ávido de procreación. Al no ser fertilizado durante un tiempo se inflamaba y enfurecía, errando por el cuerpo y taponando los orificios que posibilitaban la respiración.
Durante centurias, eminentes médicos como Hipócrates de Cos (460 aC - 370 aC) defendieron que el útero (hystera en griego) podía vagar libremente por el cuerpo femenino, un concepto probablemente imbuido por los antiguos egipcios. Pero cuando este órgano alcanzaba el pecho, el hígado, los hipocondrios o la cabeza aparecían los complejos y particulares síntomas de esta enfermedad.
Para conseguir que el útero recuperara su posición original, los médicos griegos proponían fumigaciones vaginales aromáticas (en especial irrigaciones de narcisos) mientras la paciente inhalaba sustancias fétidas quemadas cerca de su nariz. La inducción del vómito también se consideraba útil.
Varios siglos más tarde otro médico griego, Galeno de Pérgamo (130-200/216), afirmó que la escasez de relaciones sexuales era la causa de la histeria, patología frecuente en viudas, monjas, vírgenes y mujeres estériles.
Al respecto, estudió a sus predecesores, sin convencerle ninguno de aquellos planteamientos. Galeno estimaba que el origen de la histeria en las mujeres era el mismo trastorno que en los hombres se desencadenaba por la retención del semen; en otras palabras, varones y hembras necesitaban eliminar el exceso de "semillas" retenidas.
Sus teorías fueron materia doctrinal de la medicina occidental durante 10 siglos. Por ello, además de los tratamientos hipocráticos, a las pacientes histéricas casadas se les prescribían coitos, a las solteras el matrimonio y como remedio definitivo masajes íntimos a cargo de las comadronas. En cierta manera, el semen del varón podía contener el medicamento necesario contra la histeria.
Durante centurias, eminentes médicos como Hipócrates de Cos (460 aC - 370 aC) defendieron que el útero (hystera en griego) podía vagar libremente por el cuerpo femenino, un concepto probablemente imbuido por los antiguos egipcios. Pero cuando este órgano alcanzaba el pecho, el hígado, los hipocondrios o la cabeza aparecían los complejos y particulares síntomas de esta enfermedad.
Para conseguir que el útero recuperara su posición original, los médicos griegos proponían fumigaciones vaginales aromáticas (en especial irrigaciones de narcisos) mientras la paciente inhalaba sustancias fétidas quemadas cerca de su nariz. La inducción del vómito también se consideraba útil.
Hipócrates de Cos (460 aC - 370 aC)
Varios siglos más tarde otro médico griego, Galeno de Pérgamo (130-200/216), afirmó que la escasez de relaciones sexuales era la causa de la histeria, patología frecuente en viudas, monjas, vírgenes y mujeres estériles.
Al respecto, estudió a sus predecesores, sin convencerle ninguno de aquellos planteamientos. Galeno estimaba que el origen de la histeria en las mujeres era el mismo trastorno que en los hombres se desencadenaba por la retención del semen; en otras palabras, varones y hembras necesitaban eliminar el exceso de "semillas" retenidas.
Galeno de Pérgamo (130-200/216)
Sus teorías fueron materia doctrinal de la medicina occidental durante 10 siglos. Por ello, además de los tratamientos hipocráticos, a las pacientes histéricas casadas se les prescribían coitos, a las solteras el matrimonio y como remedio definitivo masajes íntimos a cargo de las comadronas. En cierta manera, el semen del varón podía contener el medicamento necesario contra la histeria.
Los inicios del psicoanálisis están relacionados con el estudio de la histeria. De manera general Sigmund Freud afirmaba que en su etiología se encontraba implicada alguna experiencia traumática reprimida por el inconsciente.
El doctor Josef Breuer (1842-1925), uno de los fisiólogos y psicólogos más excelsos de Viena, fue amigo y protector de Freud. Creador del método catártico para el tratamiento de la histeria, entre diciembre de 1880 y junio de 1882, empleando hipnosis y curación por la palabra, Breuer trató a una paciente de 21 años, Anna O. (en realidad Bertha Pappenheim) por una serie de síntomas histéricos originados tras la muerte de su padre. Los problemas familiares causados a Breuer por el prolongado y personalizado tratamiento de esta joven paciente le llevaron a transferírsela a Freud.
Y así llegamos a la época victoriana, etapa en la que está ambientada "Hysteria" (Tanya Wexler, 2011). Según el doctor Robert Dalrymple (Jonathan Pryce) la histeria afectaba a la mitad de las mujeres londinenses, un holgado cajón de sastre en el que todo cabía y una patología hiperdiagnosticada. Debido a la ingente demanda de tratamiento en su consulta, el veterano galeno decide contratar a un joven ayudante, el doctor Mortimer Grenville (Hugh Dancy).
Mientras en Viena se desarrollaba el psicoanálisis, en Londres (y probablemente en el resto de Europa y EEUU) continuaban tratando la histeria mediante lavados vaginales y masajes pélvicos, es decir estimulación genital femenina por el médico hasta alcanzar el orgasmo, en este caso denominado paroxismo histérico.
HOSPITALES EN LONDRES
Mientras en Viena se desarrollaba el psicoanálisis, en Londres (y probablemente en el resto de Europa y EEUU) continuaban tratando la histeria mediante lavados vaginales y masajes pélvicos, es decir estimulación genital femenina por el médico hasta alcanzar el orgasmo, en este caso denominado paroxismo histérico.
HOSPITALES EN LONDRES
A pesar de su juventud y antes de instalarse en la consulta del Dr. Dalrymple, el Dr. Mortimer confesaba haber trabajado en diferentes hospitales y organizaciones sanitarias londinenses:
- Guy´s Hospital, fundado en 1721 por el editor e inversionista Thomas Guy para albergar a los pacientes incurables procedentes del Hospital St. Thomas. En 1818, en sus instalaciones, el obstetra inglés James Blundell (1791-1878) realizó las primeras transfusiones de sangre de la historia.
James Blundell (1791-1878)
- Hospital St. Thomas, anteriormente emplazado en Southwark, desde 1871 se erigió en el centro de Londres, frente al palacio de Westminster y a un lado del puente del mismo nombre. Fue uno de los primeros en practicar los principios de Florence Nightingale, reformas inauguradas en 1868 por la Reina Victoria de Inglaterra (1819-1901), consistentes en 6 pabellones separados y conectados por corredores.
- Hospital de Wetsminster, fundado en 1719 como una sociedad caritativa destinada a aliviar a los enfermos y necesitados, auspiciada por Henry Hoare (1677-1725), apodado Henry El Bueno. En 1834 se fundó una escuela de medicina anexa a dicha institución.
La película comienza precisamente en aquel lugar con Granville pasando revista a sus pacientes en sus decrépitas e inhóspitas galerías. Allí tiene lugar su discusión con el doctor Richardson (Nicholas Woodeson) y su disputa sobre la teoría microbiana de las enfermedades infecciosas y el método antiséptico de Joseph Lister (1827-1912).
- Hospital de Charing Cross, cuyos orígenes se remontan a un dispensario en el West End cercano al Teatro Real de Haymarket, el sueño del doctor Benjamin Golding (1793-1863) para atender a los pobres. En 1821 habían tratado allí a unos 10000 enfermos.
Hospital de Charing Cross en 1939
- The Poplar and Stepney Asylum, abrió sus puertas con un solo médico y enfermeras no profesionales; el doctor Robert William Goldie fue nombrado director del mismo en 1872. En 1875 inauguró su propia escuela de enfermería.
JOSEPH MORTIMER GRANVILLE Y LOS VIBRADORES
Realmente este médico británico (1833-1900) fue el inventor del vibrador, no con fines lúdico-sexuales, sino para aliviar dolores musculares.
En 1883 publicó sus estudios sobre el tratamiento de trastornos funcionales y orgánicos empleando la estimulación nerviosa. No debemos olvidar que durante el siglo XIX la masturbación se consideraba una desviación sexual, más inapropiada aún en el caso de las mujeres.
Algunos médicos trataban la histeria (insomnio, irritabilidad, nerviosismo, agresividad, cefalea...) empleando un masaje medicinal consistente en el frotamiento manual de los genitales femeninos hasta el paroxismo, entonces no identificado como orgasmo (porque se pensaba "científicamente" que las mujeres no podían tenerlos). Este tipo de tratamiento provocaba en los médicos molestas dolores y contracciones en dedos y manos, como muy bien queda reflejado en esta película.
Joseph Mortimer Granville (1833-1900)
Y aunque en realidad el verdadero dispositivo de Granville no había sido diseñado para ello, pronto los especialistas comenzaron a utilizarlos en sus consultas como activadores del clímax. Hasta que el mismísimo Sigmund Freud desacreditó completamente la masturbación médica. En 1952, 5 décadas tras la muerte del Dr. Granville, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) concluyó que la histeria era un mito, no una enfermedad.
Mientras tanto los vibradores, comercializados por empresas fabricantes de diferentes modelos (los créditos finales del film muestran un curioso listado histórico de estos artefactos) llegaron incluso a venderse a particulares por catálogo, como los de la famosa cadena de grandes almacenes Sears, uno de los primeros electrodomésticos en incorporarse a los hogares, incluso antes que las tostadoras, aspiradoras y planchas eléctricas.
La popularización del cine pornográfico contribuyó a promocionar el uso sexual de los vibradores, que modificaron su estructura incorporando una variedad de complementos fálicos. La venta de vibradores sexuales continúa siendo ilegal en muchos países. En EEUU todavía lo es en algunos estados como Alabama, Georgia, Indiana, Louisiana, Massachusetts, Mississippi, Texas y Virginia. En 2007, la Corte Suprema de los EEUU declinó suspender estas leyes como contrarias a la Constitución.
LA PELICULA
Aunque cinematográficamente hablando no sea notable, de esta comedia romántica amable y bien realizada, con una pulcra ambientación y un vistoso vestuario de época, nos quedamos con el elenco de actores de reparto:
Rupert Everett como Edmund St. John-Smythe, un aristócrata excéntrico apasionado por la electricidad y los inventos más modernos de la época como por ejemplo el teléfono. A él se debe el aparato inicialmente pensado como un plumero automático, oportunamente modificado para servir a Granville como sustituto de su cansada mano derecha.
Rupert Everett es Edmund St. John-Smythe
La atractiva Felicity Jones es Emily, la hija menor del Dr. Dalrymple y la prometida del cándido Mortimer Granville. Aficionada al piano, se dedicaba profesionalmente a la frenología, una disciplina pseudocientífica del pasado que pretendía determinar los rasgos del carácter y la personalidad según la estructura y la forma de cráneo, cabeza y rostro.
Felicity Jones es la virtuosa Emily Dalrymple
Sheridan Smith es la pelirroja Molly, una prostituta redimida que trabaja como criada en la mansión de los Dalrymple, la primera mujer en probar con éxito el ingenio de Granville y St. John-Smythe.
Sheridan Smith es la pícara Molly
Una irreconocible Ashley Jensen es Fannie, la fiel colaboradora de Charlotte Dalrymple (Maggie Gyllenhaal) en el mantenimiento de la guardería para niños necesitados.
Ashley Jensen es Fannie
Por último también queremos destacar las breves pero convincentes intervenciones de la veterana Georgie Glen como la viuda Parsons y Kim Criswell como la diva operística señora Castellari, dos incondicionales asiduas del consultorio Dalrymple.
Georgie Glen es la señora Parsons
Kim Criswell es la diva Castellari
Al respecto comentar que el personaje de Charlotte Dalrymple podría encarnar las virtudes reivindicativas de aquellas pioneras sufragistas británicas como la infausta Emily Davison (1872-1913), fallecida tras ser atropellada por el caballo del rey Jorge V en el Derby de Epsom.
Maggie Gyllenhaal es la tenaz Charlotte Dalrymple
Las suffragettes era militantes activas de la Unión Social y Política de las Mujeres (WSPU), fundada en 1903 en el Reino Unido por Emmeline Pankhurst Goulden (1858-1928), partidarias de las marchas de protestas y las acciones reivindicativas más enérgicas, frente a las sufragistas más moderadas de la Unión Nacional de Sociedades de Sufragio Femenino (NUWSS), lideradas por Millicent Fawcett (1847-1929), cuyas labores se ceñían a la legalidad vigente. En 1904 se fundó en Berlín la Alianza Internacional de Mujeres.
CINEFILIA
Estas reivindicaciones han sido recientemente llevadas al cine en "Sufragistas" (Sarah Gavron, 2015), cinta enfocada en el movimiento británico a favor del voto femenino gestado a finales del siglo XIX y principios del XX.
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