- "¿Tengo que llevarme a mi hijo a casa para verlo morir?"
John Archibald (Denzel Washington) en "John Q" (Nick Cassavetes, 2002)
El cine también representa un formato excelente a la hora de analizar las complejas dinámicas de los sistemas sanitarios, especialmente en Estados Unidos, donde la coexistencia de múltiples actores y la privatización generan profundas tensiones.
Con anterioridad en este mismo blog dedicamos una entrada a "Anatomía de un hospital" (Arthur Hiller, 1971), un film caótico y delirante, y a la vez una ácida y descarnada crítica del sistema hospitalario estadounidense durante los años 70, protagonizado por el inolvidable George C. Scott encarnando al descreído Dr. Herbert Bock.
En esta ocasión proponemos un análisis crítico comparativo de algunas películas emblemáticas, como por ejemplo el mencionado film de Arthur Hiller y "John Q" (Nick Cassavetes, 2002), así como documentales y otros dramas relevantes que han explorado desde diferentes puntos de vista representaciones cinematográficas de la gestión hospitalaria, la ética médica y las desigualdades en el acceso a la atención sanitaria.
Todos estos resultados evidencian por qué estas obras podrían contribuir a visibilizar problemas estructurales y humanos, aportando un discurso crítico que fomenta la reflexión y el debate sobre la necesidad de reformas para humanizar y hacer más equitativo el sistema de salud.
El sistema sanitario estadounidense destaca por su complejidad y fragmentación, resultado de la coexistencia de hospitales públicos y privados, un sistema de seguros médicos predominante, y un mercado altamente regulado que prioriza intereses económicos.
Estas características generan frecuentes tensiones éticas, sociales y políticas, que impactan directamente en la calidad y equidad de la atención sanitaria.
En este contexto, el cine se presenta como una plataforma crítica capaz de explorar y denunciar las problemáticas inherentes a la gestión hospitalaria y la ética médica.
CINEFILIA
En "La decisión de Anne" (Nick Cassavetes, 2009), el director y coguionista aborda nuevamente un drama familiar, medico y legal, esta vez relacionado con el controvertido asunto de los "bebés de diseño" o "hermanos salvadores", concebidos mediante técnicas de reproducción asistida con la finalidad de que sus células madre sean compatibles con una terapia capaz de curar a su hermano mayor enfermo.
En este caso, Anna Fitzgerald (Abigail Breslin) intenta obtener la emancipación legal de sus padres Sara (Cameron Díaz) y Brian (Jason Patrick), tras ser engendrada con la esperanza de que un transplante renal suyo pudiera ayudar a su hermana mayor Kate (Sofia Vassilieva), un grave caso de leucemia promielocítica.
Para ello se pondrá en manos del habilidoso abogado litigante Campbell Alexander (Alec Baldwin), en una película que pretende ser una profunda reflexión sobre el amor, la enfermedad, la autonomía corporal y determinados dilemas bioéticos de los cuidados médicos.
Retomando el tema principal de esta entrada, a través de la narrativa audiovisual algunas películas y documentales permiten sensibilizar a los profesionales de la salud y al público general, tratando de humanizar situaciones abstractas y complejas.
A continuación repasemos algunas de estas representaciones cinematográficas que han abordado temáticas vinculadas con los sistemas de salud.
GESTIÓN SANITARIA Y ÉTICA MÉDICA EN EL CINE
Hagamos un repaso desde "Anatomía de un hospital (Arthur Hiller, 1971), comedia negra que satiriza la burocracia hospitalaria, pasando por "John Q" (Nick Cassavetes, 2002), drama centrado en la inequidad del acceso a la cobertura sanitaria y los seguros privados, hasta la controvertida "Sicko" (Michael Moore, 2007), un documental especialmente crítico con el sistema de salud en los EE.UU.
En nuestro particular recorrido también nos detendremos en "El doctor" (Randa Haynes, 1991), donde el egocéntrico e insensible cirujano cardiaco Dr. Jack MacKee (William Hurt) debe afrontar ahora como paciente de cáncer las largas esperas, la maraña burocrática hospitalaria y las relaciones médico - paciente y en el estupendo telefilme "Hospital" (Frederick Wiseman, 1970), una mirada intimista sobre la actividad cotidiana del personal sanitario y los pacientes a su cargo en el Hospital Metropolitano de Nueva York.
"JOHN Q" (Nick Cassavetes, 2002)
Protagonizada por Denzel Washington en el papel de John Quincy Archibald, esta cinta no solo es capaz de conmovernos por la narración narrada del guionista James Kearns, sino que asemás plantea un debate general sobre el acceso a la salud en Estados Unidos.
Y todo ello mediante el drama de unos padres, John y Denise (KymberlyElise) que deben enfrentarse al sistema para salvar la vida de su hijo Michael (Daniel E. Smith), subsidiario de un transplante cardíaco a corto plazo.
Denzel Washington protagoniza "John Q (Nick Casavettes, 2002)
Esta película incide sobre los obstáculos aún en día presentes en uno de los países más desarrollados del mundo, a la hora de garantizar el acceso equitativo a los servicios sanitarios para todos sus ciudadanos.
Este drama no está inspirado en un hecho específico, sino que se ha inspirado en diferentes casos reales de personas que tuvieron que enfrentarse a problemas similares, desencadenados por la falta de cobertura médica y las tremendas deficiencias del sistema de salud estadounidense.
James Woods y Anne Heche son el Dr. Turner y la administradora hospitalaria Rebeca Payne
John, un modesto obrero fabril de Chicago, descubre que su seguro médico no se hará cargo del trasplante cardíaco que su hijo necesita urgentemente. Tanto el Dr. Raymond Turner (James Woods) jefe del servicio de cirugía cardíaca, como Rebeca Payne (Anne Heche), la administradora del hospital, informan al protagonista de la gravedad de su situación. Pero, para intervenir al pequeño Michael, le reclaman 250000 dólares como mínimo, de los cuales la familia debería adelantar el 30% (unos 75000 dólares).
Ante la negativa del tratamiento por parte del hospital y el agotamiento de todas las vías legales, John toma una decisión desesperada: retener al personal médico y a varios pacientes hasta que se incluya a su hijo en la lista de trasplantes.
Denzel Washington, Kimberly Elise y Daniel E. Smith son la familia Archibald
Durante el secuestro John entabla una particular relación con el teniente Frank Grimes (Robert Duvall), el negociador de rehenes. En contraposición, el jefe de la policía Gus Monroe (Ray Liotta) desea un final del caso mucho más violento y expeditivo.
Esta situación límite pone sobre la mesa un problema real: en EE.UU., tener trabajo o estar enfermo no garantiza automáticamente el acceso al tratamiento, especialmente cuando se depende de seguros privados con coberturas limitadas.
La protección sanitaria en la gran potencia mundial se enfrenta a diversos problemas:
ausencia de seguro médico, que se estima afecta a 27 millones de personas,
elevados costes de la atención médica, con primas de seguros elevadas y gastos particulares significativos,
ineficiencia del sistema, a pesar de que en 2021 se destinaron 4.3 billones de dólares al gasto sanitario - el 18.3% de su PIB bruto -,
acceso desigual a los recursos, que afecta especialmente a los más pobres y a las minorías raciales (como la familia protagonista de "John Q"),
déficit de profesionales de la salud
restricciones de los programas públicos, que imposibilitan que Medicare y Medicaid puedan ofrecer cobertura completa y elegir a los mejores proveedores de servicios sanitarios.
Desde una perspectiva bioética, este film plantea preguntas incómodas: ¿Qué debe hacer un médico cuando una vida está en juego pero el sistema no permite actuar? ¿Hasta dónde puede llegar un padre para defender a su hijo? ¿Y qué tan justo es un modelo sanitario que prioriza la capacidad de pago por encima de la necesidad clínica?
Estrictamente desde la perspectiva formal cinematográfica, esta película consigue combinar la tensión de un thriller con una fuerte carga emocional. Denzel Washington ofrece una interpretación conmovedora y humana, mientras que el ritmo narrativo mantiene al espectador al borde del asiento, sin perder profundidad en los temas que plantea.
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En el cine hemos contemplado otros ejemplos de famosos secuestros con la finalidad de solucionar una situación sanitaria injusta, a juicio de sus protagonistas.
Unos de los más recordados y representativos es "Tarde de perros" (Sidney Lumet, 1975). El 22 de agosto de 1972, un grupo de delincuentes de poca monta formado por Sonny Wortzik (Al Pacino), Salvatore Sal Naturile (John Cazale) y Stevie (Gary Spinger) intentar robar un banco, con el objetivo de conseguir el dinero para que la pareja del protagonista (Chris Sarandon) pueda completar su tránsito de género.
"John Q" no es el único ejemplo crítico con el sistema sanitario privado estadoundiense, donde priman las políticas económicas de los centros y las aseguradoras sobre el acceso de las personas a los servicios médicos necesarios, especialmente en las situaciones más extremas como las que nos presenta esta película.
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"Legítima defensa, de John Grisham" (Francis Ford Coppola, 1997) es otra de las historias de David contra Goliath que tanto gustan en el cine norteamericano, como por ejemplo "Silkwood" (Mike Nichols, 1983) o "Aguas oscuras" (Todd Haynes, 2019), o incluso la magnífica "Veredicto final" (Sidney Lumet, 1982), dramas judiciales de los débiles contra los más poderosos y comentadas previamente en este mismo blog.
Basada en la novela "The Rainmaker" (John Grisham, 1995), cuyo autor participó también en el guión junto al propio Coppola y a Michael Herr, esta película nos presenta la pugna tenaz del novato abogado Rudy Baylor (Matt Damon) y su taimado asociado Deck Shifflet (Danny DeVito) contra el poderoso equipo legal de una aseguradora, con el experimentado Leo F. Drummond (Jon Voight) al frente, que alegando una serie de tecnicismos para ahorrar costes, deniega de manera inmisericorde el tratamiento a un joven enfermo de leucemia, Donny Ray Black (Johnny Withword).
Este drama legal critica el poder corporativo de las aseguradoras sanitarias, sus prácticas injustas y la deshumanización del sistema de salud. Curiosamente, pese a sus limitaciones y carencias formativas, el personaje encarnado por Danny DeVito representa a un pez que se mueve a la perfección en el proceloso mundo de estas empresas, y que como contraposición tiene a la figura de los abogados que ofrecen sin ningún pudor sus servicios a sus posibles clientes, a la puerta de los hospitales, uno de los determinantes del auge de la conocida como medicina defensiva.
Una vez más nos encontramos ante la corrupción y la burocracia corporativas como los grandes obstáculos para el acceso a la atención sanitaria de los más frágiles e indefensos.
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Pero esta reprobación se ha extendido incluso al sistema sanitario público estadounidense, tal y como se describe en la aclamada "Nacido el cuatro de julio" (Oliver Stone, 1989) con su descarnado relato de los tratamientos dispensados en los hospitales para veteranos en su retorno tras la desastrosa Guerra de Vietnam.
Tom Cruise es Ron Kovic en la inolvidable "Nacido el cuatro de julio" (Oliver Stone, 1989)
EL CINE INDEPENDIENTE Y LA LUCHA CONTRA LAS BARRERAS SANITARIAS
Podemos continuar explorando todas estas cuestiones en una serie de películas tal vez menos menos comerciales y encuadradas dentro del cine independiente e internacional, cuyo nexo argumental igualmente gira en torno a las injusticias médicas y sociales:
Basada en hechos reales, nos presenta el afán de unos padres, Augusto (Nick Nolte) y Michaela Odone (Susan Sarandon), en la procura de una tratamiento para la adrenoleucodistrofia, una rara enfermedad que afecta a su pequeño hijo Lorenzo (Noah Banks).
En este caso serán los propios familiares los motores de la innovación médica, enfrentados a la rigidez burocrática sanitaria y a la ausencia de soluciones específicas para su problema.
2.- THE ENGLISH SURGEON (Geoffrey Smith, 2007)
Documental que expone las dificultades del sistema sanitario ucraniano a través del trabajo del neurocirujano británico Dr. Henry Marsh, que viajó a este país en 1992 para dar una serie de conferencias y tras comprobar la catastrófica situación de muchos hospitales, emprendió la loable iniciativa de transportar equipos quirúrgicos desde el Reino Unido para formar y capacitar a muchos cirujanos locales, con la inestimable ayuda del Dr. Igor Kuriletz.
Este film fue ganador del premio Emmy de Noticias y Documentales en 2010.
3.- "THIS IS LIFE" (Daniel López, 2015)
En una línea similar se desarrolla este documental gallego presentado ante la comunidad mundial en Berlín durante el II International Uniportal VATS Course-Live Surgery.
Narra la historia de un equipo de jóvenes médicos, con el cirujano torácico Dr. Diego González Rivas a la cabeza, que viajan por todo el mundo dando a conocer su técnica particular para eliminar tumores pulmonares.
La cámara recorre España, China, Emiratos Árabes, Reino Unido, Rusia y Polonia, captando la tenacidad de unos profesionales que intentan superar las barreras internacionales para el acceso a la sanidad, que por una serie de complejos motivos políticos, sociales y económicos no facultan el tratamiento de sus pacientes con cáncer.
- "No hay nobleza en la pobreza. He sido un hombre rico, y he sido un hombre pobre. Y elijo rico cada puto tiempo. El dinero, las chicas, los coches, los yates, de eso se trata la vida. Tienes que poseerlo, o te posee a ti".
Mark Hanna (Matthew McConaughey en "El lobo de Wall Street" (Martin Scorsese, 2013)
La existencia del denominado síndrome de Hubris continua siendo controvertida. Sin embargo, Jordan Belfort es real. Sus correrías y tribulaciones sirvieron como fuente de inspiración para "El lobo de Wall Street" (Martin Scorsese, 2013).
Jordan Belfort es un ex-corredor de bolsa y ex-convicto que actualmente vive de las ganancias y los derechos generados por sus libros y conferencias motivacionales.
Jordan Belfort
Nacido en el Bronx (Nueva York), en el seno de una humilde familia de contables, vivió siempre obsesionado con la idea de hacerse millonario. Antes de los 25 años estudió diversas disciplinas, desempeñó varios oficios y puso en marcha diferentes iniciativas empresariales, todas finalizadas en el fracaso.
Incluso su último trabajo como corredor de bolsa para la firmaLF Rothschild, quebrada durante el transcurso del fatídicolunes negro (19 de octubre de 1987), cuando el mercado mundial de valores colapsó y se desplomó llevando a la ruina a millones de inversores.
Entonces decidió probar suerte en una pequeña correduría bursátil, "The investor´s Center", donde se dedicó a la venta de acciones a bajo precio, y en cuyo entorno desarrolló sus agresivas técnicas transaccionales ("la venta de tiburones") y manipulación de mercado que más tarde aplicaría en Stratton Oakmont.
Tal vez esta historia solo podría acontecer en los Estados Unidos de Norteamérica, en el contexto del sueño americano y el culto al dólar. La empresa de Belfort es una mezcla al 50% de "boller room" (ventas agresivas con teleoperadores en el mundo de los mercados financieros) y las monsergas de un seductor telepredicador capaz de convencer ciegamente a sus seguidores.
EL GRAN FRAUDE: STRATTON OAKMONT
Fundada en 1989 por el propio Belfort y Danny Porush, inicialmente se dedicó al comercio legal de participaciones, aunque pronto adoptaron prácticas fraudulentas para obtener desorbitados beneficios, gracias a la venta de acciones de baja capitalización en el mercado extrabursátil (OTC).
De elevada volatilidad y muy fáciles de manipular, eran acciones de pequeñas empresas que se vendían por menos de 5 dólares (penny stocks), lo que las hacía ideales para las tácticas de la firma: inflar artificialmente su precio para liquidarlas inmediatamente (pump-and-dump). Mediante este método predatorio, los agentes conseguían embolsarse fabulosas comisiones.
Después de estafar a numerosos inversores, varios ejecutivos de Stratton Oakmont fueron condenados y encarcelados, un dislate rematado con el cierre de la firma en 1996.
En 1999 Jordan Belfort se declaró culpable de fraude de valores y lavado de dinero, cumpliendo 22 meses de prisión como parte de un acuerdo con la justicia, que le condenó a pagar subsidiariamente 110.4 millones de dólares en concepto de restitución a los clientes estafados.
CINEFILIA
El ritual de golpearse el pecho con un zumbido rítmico es una especie de mantra físico y mental que Mark Hanna (Matthew McConaughey) utiliza para reforzar su confianza y energía interna.
Este gesto no estaba en el guion. Fue improvisado por el actor, quien en la vida real lo utiliza ese zumbido como técnica de relajación y concentración antes de rodar.
Matthew McConaughy el iconoclasta bróker Mark Hanna
A Scorsese y DiCaprio les gustó tanto que decidieron incorporarlo dentro de la escena, en la comida con Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio).
De esta manera, esta costumbre se convierte en un símbolo del mundo amoral y despiadado de Wall Street, una marca de estilo que Belfort imitará posteriormente, apropiándose del gesto: no sólo adopta la metodología, sino la mentalidad depredadora de su primer mentor.
EL SÍNDROME DE HUBRIS
El síndrome de Hubris, del griego "hybris" (desmesura), entendido como una acción que supera los límites humanos para desafiar a lo divino (modernamente a las normas sociales), lo que indefectiblemente provoca su némesis, ha sido caracterizado desde la psicología como una mezcla del trastorno antisocial, histriónico y narcisista.
El concepto proviene de la tragedia griega y se refiere a la arrogancia extrema o desmesurada de un individuo que desafía las normas sociales, morales o naturales, lo que suele desencadenar su caída.
Precisamente esta soberbia solía ir de la mano de una ceguera (hamartia) que incapacita al héroe para reconocer sus propios errores.
En la era moderna este fenómeno ha sido estudiado como un trastorno de la personalidad que se desarrolla frecuentemente en líderes con poder político y económico.
El filósofo David E. Cooper lo definió como el exceso de autoconfianza y el rechazo a las advertencias y consejos, tomándose a sí mismo como un modelo a seguir.
Describe a personas omnipotentes, arrogantes y soberbias que magnifican sus recursos o virtudes y se comportan de una forma despectiva hacia las demás personas, sobre todo, hacia aquellas que ejercen un trabajo menos relevante.
David E. Cooper
También el médico y ex-político británico David Owen, ha empleado este término en su libro "Hubris: The Inside Story of the President’s Club" (2006), para describir cómo ciertos líderes, al acumular progresivamente más poder, desarrollan comportamientos psicopatológicos como la arrogancia, el desdén por las reglas y la desconexión con la realidad.
Junto al psiquiatra Jonathan Davidson, propusieron que fuera considerado como un nuevo trastorno de personalidad, aunque aún no esté reconocido ni por el DSM-5 ni por la CIE-11.
Fue descrito mediante rasgos de personalidad que son una mezcla del trastorno antisocial, histriónico y narcisista, destacando características como la petulancia, la insensibilidad a las críticas, la toma de decisiones impulsivas y una visión distorsionada de la realidad, una serie de elementos que se combinan para generar crisis personales y colectivas.
David Owen
Porque estos rasgos no solo configuran la psicología interna del individuo sino que afectan a estructuras sociales más amplias, lo que explica el interés del cine en narrar historias de hubris como advertencias y reflexiones morales sobre el poder.
Finalmente, para Owen y Davidson este trastorno es adquirido y desaparece generalmente con la llegada y el fin del poder.
Sin embargo Adolf Tobeña, catedrático de Psiquiatría y Psicología, en su libro "Cerebro y poder" defiende que este poder mal ejercido se haría presente entre los sujetos que ya tienen rasgos que les predisponen a servirse del esfuerzo ajeno en provecho propio.
Si bien el síndrome de Hubris no es realmente una enfermedad, sí se considera un subtipo del trastorno narcisista de la personalidad que pueden llegar a desarrollar grandes políticos y demás personas poderosas.
Se trata de mandatarios con tendencia megalómana, con aspiraciones cuasi mesiánicas, obsesionados con su autoimagen, y que con el tiempo caen víctimas de la desconexión con la realidad.
Entendido como un trastorno de la personalidad, el narcisismo se caracteriza por un patrón de grandiosidad, necesidad constante de admiración y falta de empatía.
Un ejemplo extremo de este tipo de personajes cinematográfico podría ser Patrick Bateman (Christian Bale) de "American Psycho" (Mary Harron, 2000), vinculado indudablemente a la psicopatía, obsesionado con su cuerpo, imagen y estatus social, y totalmente carente de empatía, cuyo egocentrismo lo lleva a asesinar por mero placer.
Christian Bale es Patrick Bateman
Sin embargo, a nivel neurológico diversos estudios sugieren que determinadas estructuras y procesos cerebrales podrían encontrarse implicados en los comportamientos y experiencias narcisistas.
Algunas investigaciones realizadas mediante técnicas de neuroimagen han demostrado determinadas diferencias en las regiones cerebrales de individuos con trastorno narcisista de la personalidad.
Por ejemplo, el estudio “Brain structure in narcissistic personality disorder: A VBM and DTI pilot study” (Igor Nenadic y colaboradores, en Psychiatry Research, 2013) , apunta a una menor densidad de materia gris en el córtex prefrontal, área vinculada con la toma de decisiones, planificación y regulación de comportamientos sociales.
Además, la corteza insular, relacionada con la empatía y las emociones, también ha mostrado actividad alterada en personas con narcisismo. Esto se relaciona con la incapacidad o dificultad que tienen estos sujetos para comprender y empatizar con los estados emocionales de los demás.
En 2023, Jean-Paul Selten, investigador académico especializado en psiquiatría y epidemiología de la Escuela de Salud Mental y Neurociencia de la Universidad de Maastricht (Paises Bajos), publicó un artículo revisando la descripción clínica, los estudios de laboratorio y el diagnóstico diferencial con otros trastornos.
Jean-Paul Selten
Para este autor, el síndrome de Hubris puede desarrollarse después de que una persona haya ostentado un poder sustancial durante un período considerable, y por lo tanto, difiere de un trastorno de la personalidad, cuyo inicio característico ocurre al final de la adolescencia o al comienzo de la edad adulta.
Por lo tanto propone que dicho síndrome es un cambio de personalidad no orgánico originado tras la obtención de un poder sustancial o un éxito rotundo, caracterizado por la aparición o un aumento marcado de rasgos patológicos de personalidad dentro de los dominios de la disocialidad y la desinhibición. Y dentro del dominio de la disocialidad, la grandiosidad es un rasgo obligatorio.
En segundo lugar, en relación con estudios de laboratorio, recientes evidencias sugieren que los algoritmos de aprendizaje automático tienen la capacidad de diferenciar patrones de habla arrogantes de los que no lo son.
El mito de Narciso
En tercer lugar, el diagnóstico diferencial frente a otros trastornos resulta difícil, ya que las personas con el síndrome de Hubris no colaboran en ninguna investigación.
Este estudio concluye que existen razones suficientes para examinar más a fondo la validez del síndrome de Hubris y considerar su inclusión en los sistemas de clasificación psiquiátricos.
EL CEREBRO DE LOS DESHONESTOS
Tomás Bonavía es profesor de Psicología de la Universidad de Valencia. Este investigador afirma que mediante RNM cerebral funcional se ha descubierto cómo el cerebro se adapta gradualmente a los comportamientos deshonestos, tal y como contemplamos en el caso de Jordan Belfort, reduciendo la respuesta emocional negativa y posibilitando que esta conducta se incremente con el tiempo.
Más concretamente, la amígdala cerebral, parte esencial en nuestro sistema emocional, se encuentra involucrada en la detección de acciones inmorales: genera emociones como miedo o vergüenza al cometer un acto deshonesto. Esta estructura cerebral muestra una adaptación al engaño repetido, especialmente cuando uno mismo se beneficia de un acto deshonesto.
Existe un mecanismo neuronal que podría explicar este fenómeno, similar al que ocurre en el bulbo olfatorio cuando sus neuronas se activan para habituarse a los olores después de múltiples y repetidas exposiciones.
Investigadores del University College de Londres, mediante un experimento con resonancia magnética funcional (fMRI), observaron que la amígdala se activa con fuerza en los primeros actos deshonestos. Sin embargo, con cada repetición disminuye su respuesta, hasta pasar casi desapercibida.
Esta disminución induce una especie de desensibilización emocional, eliminando progresivamente el miedo y la vergüenza, facilitando que una persona se acostumbre a realizar actos corruptos mayores .
En otras palabras, la corrupción crece de forma gradual, desde pequeñas infracciones hasta delitos más graves, acompañada de un bloqueo emocional interno que normaliza la conducta fraudulenta.
Este estudio demuestra que la repetición de actos deshonestos amortigua la alarma emocional de la amígdala, permitiendo que la corrupción avance sin freno, ya que se pierde el sentido de culpa o miedo inicial. Un mecanismo cerebral clave para entender cómo florece la inmoralidad a todos los niveles.
EL SÍNDROME DE HUBRIS EN EL CINE
En el ámbito contemporáneo, el síndrome de Hubris es una categoría psicológica que describe el comportamiento de individuos en posiciones de poder que desarrollan una confianza excesiva en sí mismos, acompañada de una disminución en la capacidad para percibir sus propios límites o errores.
Esta condición se manifiesta con frecuencia en personajes del cine que encarnan figuras poderosas cuyo exceso de orgullo los lleva a su destrucción, como por ejemplo Jordan Belfort.
Hagamos ahora un breve repaso por famosos personajes de la historia del cine que podrían ser catalogados como síndromes de Hubris:
* Darth Vader (David Prowse - Sebastian Shaw - Hayden Christensen - Spencer Wilding ) en la saga de "La guerra de las galaxias", la cruel metamorfosis del caballero Jedi Anakin Skywalker atraído hacia el lado oscuro de la fuerza por el Canciller Palpatine (Ian McDiarmid), más tarde el Emperador. Después de un encarnizado combate con espadas de luz contra su antiguo mentor Obi-Wan Kenobi (Alec Guinness - Ewan McGregor), Vader resulta gravemente herido y querda convertido en un temible despiadado cyborg.
Su exceso de poder y arrogancia lo retienen amargado en el lado oscuro, si bien finalmente su hybris lo lleva a una eventual redención a través de la pérdida y del dolor.
* Michael Corleone (Al Pacino) en la saga de "El Padrino" (Francis Ford Coppola, 1972 - 1974 - 1990), dominado por su terrible orgullo y la necesidad de controlar todo su entorno, lo que provoca su progresivo aislamiento y la destrucción de todo lo que más quiere.
Al Pacino es Michael Corleone
* Tony Camonte (Paul Muni) en "Scarface, el terror del hampa" (Howard Hawks, 1932), un gangster brutal y calculador inspirado en personajes reales como Al Capone y otros despiadados mafiosos. Esta historia respeta la clásica estructura de ascenso y caída del protagonista, apurada por su deseo ilimitado de poder. La firme creencia en su invulnerabilidad le empuja a despreciar la ley y la autoridad, y a enfrentarse en solitario contra todos sus enemigos, hasta acabar abatido por las fuerzas del orden. Arrogante e hipócrita, es un ejemplo manifiesto de la doble moral de muchos síndromes de Hubris.
* Tony Montana (Al Pacino) en "El precio del poder" (Brian de Palma, 1983), una moderna revisión del anterior personaje, cuya arrogancia y codicia lo catapultan a un meteórico ascenso criminal, pero también a una caída violenta e inevitable.
Al Pacino es Tony Montana
* Frank Underwood (Kevin Spacey) en la icónica serie televisiva "House of Cards" (2013 - 2018). Su habilidad manipuladora y su soberbia lo hacen intocable, pero su hybris terminará desencadenando su decadencia.
Kevin Spacey es Frank Underwood
* El rey Lear (Paul Scofield) en la versión de Peter Brook (1971). Orgullo desmedido, arrogancia extrema, desprecio por los consejos, pérdida del juicio político, derrumbamiento emocional y la pérdida de contacto con la realidad desmebocarán en su destrucción personal y abandono
* Un destino similar le depara al señor feudal Hidetora Ichimondi (Tatsuya Nakadal) en la magnífica adaptación del drama de William Shakespeare por el maestro Akira Kurosawa en 1985.
Tatsuya Nakadal es Hidetora Ichimondi
* Macbeth (Orson Welles) en su personal versión del drama shakesperiano de 1947, (John Finch) en la portentosa película de Roman Polanski (1971). La ambición desmedida y el escepticismo ante las profecías marcan el trágico destino de este noble escocés que anhela ser rey, con la ayuda de su esposa y de tres brujas. Convertido en un tirano aterrador, se hace acreedor del temor y el odio de sus súbditos, rodeado de espías, asesinos y sicofantes, en un espiral de crueldad que provocará su hundimiento. Inspiradas en la homónima tragedia de Shakespeare, todas estas obras representan un tratado sobre la ambición humana criminal y desmedida.
* Charles Foster Kane (Orson Welles) en "Ciudadano Kane" (Orson Welles, 1941), en la que se aúnan el poder mediático, político y el exceso de confianza del inolvidable magnate para empujarlo al aislamiento social y al fracaso personal más rotundo.
* Norma Desmond (Gloria Swanson) en "El crepúsculo de los dioses" (Billy Wilder, 1950). Una antigua estrella de la época del cine mudo vive aislada en una decrépita mansión, donde continúa creyéndose una gran diva. Son elementos de su particular síndrome de Hubris el sentido exagerado de su importancia, la negación de su decadencia, su disociación con la realidad y el constante desprecio por los demás impulsan su infortunado final, en una inevitable pero profundamente humana caída.
¿Por qué resulta tan atractivo este tema para el cine?
Porque es un potente motor narrativo capaz de generar tensión y conflicto, de paso que humaniza a los personajes de los poderosos pero mostrando sus debilidades, como los héroes de las antiguas tragedias griegas.
Su exploración de temas universales como la arrogancia, la moral y la justicia sirve además como advertencia sobre los peligros inherente al poder desmesurado.
Leonado DiCaprio es Jordan Belfort
EL SÍNDROME DE HUBRIS Y EL SÍNDROME DE ÍCARO
Ambos se encuentran estrechamente relacionados, pero no debemos confundirlos, porque si bien comparte la ambición desmedida, el sentimiento de invulnerabilidad, el desprecio por la moralidad y la ética, y el derrumbe por el orgullo, poseen enfoques psicológicos y simbólicos diferentes: mientras en el síndrome de Ícaro predomina la ambición desbordada sin madurez, en el síndrome de Hubris prevalece el poder corrompido por la arrogancia.
Ambos son retratos del ego ilimitado que puede dirigirse hacia la destrucción, pero desde diferentes fases de la vida y el poder.
JORDAN BELFORT Y EL SÍNDROME DE HUBRIS
- "Me llamo Jordan Belfort: el año que cumplí los 26 gané 49 millones de dólares. Y eso me cabreó, porque sólo por 3 no llegué al millón a la semana".
Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) en "El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013)
En esta película, el protagonista representa el paradigma del hubris capitalista neoliberal contemporáneo, la exaltación del éxito material empleando medios fraudulentos en un mundo donde la ética es reemplazada por la lógica del los beneficios ilimitados.
Este síndrome de Hubris desafía las leyes económicas, pero además banaliza de manera irreverente las desoladoras consecuencias de semejantes actos.
Mediante un ritmo y estilo cinematográfico frenético y excesivo (la escena del lanzamiento de enanos en una fiesta desenfrenada y esperpéntica), empleado con anterioridad en algunas escenas capitales de "Uno de los nuestros" (Martin Scorsese, 1990), retrata como el poder (en este caso económico) puede ofuscar de tal manera a un individuo empujándolo indefectiblemente hacia la desdicha, el aislamiento progresivo y la negación de la realidad.
Ray Liotta, Robert de Niro, Paul Sorvino, Martin Scorsese y Joe Pesci
Y es que desde sus inicios en la industria financiera, Jordan Belfort exhibió un orgullo desmedido y una confianza ilimitada en su capacidad para manipular el sistema y a las personas a su alrededor.
Su comportamiento es una muestra clara del Síndrome de Hubris por las siguientes razones:
Exceso de confianza y sensación de invulnerabilidad: actúa con la creencia de que es invencible, que puede sortear las leyes y regulaciones sin consecuencias. Su éxito financiero le refuerza la idea de que está por encima de los demás y de las normas.
Desprecio por la ética y la legalidad: utiliza prácticas ilegales y poco éticas para enriquecerse, demostrando un desapego total hacia los valores morales y el daño que causa a terceros.
Comportamiento impulsivo y hedonista: su vida está marcada por excesos en drogas, fiestas y conductas autodestructivas, un reflejo del narcisismo y la falta de autocontrol que acompaña a este particular síndrome.
Negación de las advertencias: a lo largo de la película, ignora las señales de peligro y las consecuencias legales que se avecinan, confiado en su poder y astucia para evitar la caída.
Y por supuesto, la caída como consecuencia inevitable. El desenlace de la historia de Jordan Belfort sigue el patrón de una tragedia griega clásica, donde la arrogancia y la ambición desmedida arrastran al protagonista hacia el colapso, cuando la ley finalmente interviene y su imperio se desmorona.
Leonardo DiCaprio y Margot Robbie son Jordan Belfort y Naomi Lapaglia
Esta narrativa refuerza la idea del infortunio: el exceso de orgullo y la violación de límites sociales y morales generan inevitablemente la ruina.
SÍNDROME DE HUBRIS, HEDONISMO Y CONSUMO DE DROGAS
- "Tenía un equilibrio perfecto: cocaína para despertarme, Quaaludes para dormirme, marihuana para relajarme, morfina si el dolor era real, Xanax para que el corazón no se me saliera del pecho, y 10 mil dólares en prostitución por semana.”
Desde las primeras escenas de este film, el protagonista realiza una especie de declaración jurada de todo el arsenal de drogas que consume para soportar el frenético ritmo de vida que le impone el mundo financiero de Wall Street.
El listado es extenso:
1.- Quaaludes®, la droga más icónica de la película. Su principio activo es la metacuolona, un fármaco depresor del SNC, popularizado en los años 60 y 70 como somnífero y sedante. Su uso recreativo generalizado así como su elevado potencial de abuso y adicción, tanto mayor al consumirse asociado a otros medicamentos como por ejemplo los antihistamínicos (como por ejemplo Mandrax®) provocó su retirada del mercado farmacéutico en muchos países, incluyendo a los EE.UU. en 1985. A pesar de su ilegalidad, continúa siendo consumida a gran escala en Sudáfrica, donde se conoce popularmente como smarties o geluk-tablette.
En la vida real, Jordan Belfort ha reconocido públicamente su adicción a la metacuolona, y se ha sometido a programas de rehabilitación.
Los efectos más llamativos de esta sustancia son sedación, euforia, desinhibición, relajación muscular y descoordinación motora. En dosis más elevadas puede provocar difucltad para hablar y caminar.
En una de las escenas más famosas de "El lobo de Wall Street", Jordan Belfort y Donnie Azoff (Jonah Hill) consumen unos comprimidos caducados de "Lemmon 714", que lo dejan prácticamente paralizado. Su regreso a casa, apenas 1.5 Km conduciendo su flamante Lamborghini blanco, es de lo mejor de la película.
El personaje de Donnie Azoff está inspirado por Danny Porush, el primer socio de Belfort en su firma bursátil.
Desafortunadamente la celebridad de esta droga viene asociada a varios casos de violación, porque además afecta a la capacidad de resistencia física. Al disolverse fácilmente en bebidas alcohólicas, potenciando su efecto sedante, puede dejar a la persona drogada completamente incapacitada e indefensa.
EL CASO BILL COSBY
En una declaración jurada, el famoso cómico y actor confesó haber adquirido Quaaludes® con la intención de drogar a mujeres con las que deseaba mantener relaciones sexuales. Esta confesión fue desvelada en 2015 por el New York Times.
Varias mujeres acusaron a Bill Cosby de haberlas drogado para agredirlas sexualmente sin su consentimiento. El actor fue condenado en 2018 por abuso sexual agravado en el caso relacionado con Andrea Constand.
En 2021 fue liberado por la Corte Suprema de Pensilvania, debido a un error procesal. Pero su reputación personal y profesional quedaron dañadas para siempre. Su caso marcó uno de los momentos claves previos al auge del movimiento#MeToo.
2.- Cocaína, empleada para mantenerse activo y eufórico. En varias escenas de la película contemplamos a Jordan Belfort esnifando rayas en fiestas y en su propia oficina.
Así mismo podemos constatar este abuso en otros personajes como por ejemplo Mark Hanna (Matthew McConaughey) el delirante brooker que cantaba mientras se golpeaba el pecho rítmicamente, y en el mismísimo Donnie Azoff.
Jonah Hill es Donnie Azoff
Para simular el aspecto de la cocaína, los responsables del atrezzo suelen emplear vitaminas en polvo (como por ejemplo vitamina D3), supuestamente inocuas para la salud de los actores. Sin embargo en este caso, tras siete meses de rodaje con escenas de cocaína falsa, el actor Jonah Hill inhaló tal cantidad de polvo vitamínico que tuvo que ser hospitalizado, debido a una bronquitis que le duró tres semanas.
3.- MDMA (Éxtasis): droga estimulante y entactógena (conexión emocional intensa), cuyo consumo forma parte del ambiente de excesos y fiestas, como por ejemplo en la escena de Las Vegas.
4.- Adderall® (anfetaminas): aunque este nombre comercial no se menciona directamente, sí están presentes las anfetaminas, consumidas como estimulantes.
5.- Heroína y morfina: se mencionan en escenas secundarias, aunque su consumo por parte de Jordan Belfort no es central.
6.- Xanax® (alprazolam): se trata de una benzodiacepina empleada en el tratamiento de la ansiedad. El protagonista la consume tanto de manera terapéutica como recreativa, para contrarrestar los efectos de las sobredosis de estimulantes.
7.- Alcohol etílico: su presencia es prácticamente constante, en fiestas, en la oficina, en el domicilio, en el yate, etc, asociado al consumo de otras drogas, agravando los síntomas físicos y mentales.
8.- Marihuana: su consumo es ocasional, en fiestas y en contexto de relajación.
La combinación de todas estas drogas forma parte de su trastorno narcisista, de su comportamiento excesivo y descontrolado y de su desconexión moral, que le conducen a su propia autodestrucción, representando un fiel retrato del sistema corrupto y hedonista en el que prosperó hasta alcanzar la cumbre.