miércoles, 26 de septiembre de 2007

EL HOMBRE DEL BRAZO DE ORO

FRANK SINATRA es FRANKIE MACHINE,el hombre del brazo de oro.

Todo es falso. Frankie Machine (Frank Sinatra) regresa a casa tras pasar una breve temporada entre rejas. Allí le espera un hogar humilde y espartano, en el que Zosch (Eleanor Parker), su esposa parapléjica, sobrevive inválida en una silla de ruedas. Pero también le aguarda Molly (Kim Novak), su antigua amante, medio oculta entre las sombras de la memoria. Mentira, todo es mentira. Ni Frankie conseguirá vivir apartado de su dependencia a la heroína, ni Zosch está paralítica, ni Molly es la terrible mujer fatal que, como todas las vampiresas de la pantalla, terminará por influir negativamente en la vida del protagonista.

Tal estemos ante una de las obras más infravaloradas en la filmografía de Otto Preminger. Sin embargo, a mí me encanta. La rítmica banda sonora de Elmer Berstein nos atrapa desde los créditos iniciales. Me recuerda a la presentación de una serie policial televisiva. El malo de la película, el malvado traficante Louie (Darren McGavin), se nos hace odioso desde su primera aparición en el bar, cuando hace bailar a un pobre parroquiano manco y alcohólico a cambio de un miserable trago. Y el bueno, el inefable miope cuidador de perros al que todos llaman Sparrow (Arnold Stang), se ganará nuestras simpatías para siempre.

La dirección de actores de Preminger saca todo el partido de un delgadísimo Sinatra, que incluso parece deteriorarse físicamente a medida que el síndrome de abstinencia hace presa de él. Atractiva y sensual, la hermosísima Kim Novak se convierte en el ángel de la guarda del toxicómano. Y por último, la interpretación dramática de Eleanor Parker, con una larguísima melena rubia de sirena marina que cepilla con parsimonia, es capaz de trasmitirnos toda su intensidad sentimental tan solo con su especial manera de mirar. Pedazo de actriz. Sobran las palabras.

En el plano meramente académico, esta película podría convertirse en el complemento ideal a la hora de explicar la iconoclasta teoría sobre las drogodependencias de Bruce Alexander y su escuela de Vancouver (Columbia Británica), para los que la naturaleza de la adición no depende tanto de la farmacología de la droga, sino que más bien se trata de una "construcción cultural", típica de la compleja urdimbre las sociedades que no ofrecen apoyo a sus miembros (Lauren Slater dixit en "Cuerdos entre locos", ed. Alba, 2007). Y es que el personaje de Frank Sinatra / Frankie Machine no se mueve por el escenario artificial de un anónimo estudio cinematográfico; lo hace por las calles reales de un deprimido barrio obrero de Chicago.
...Y el que quiera saber más, que visite el siguiente blog:

3 comentarios:

Ana Bande dijo...

Estupendo espacio el suyo, una mirada del cine a través de la medicina o una mirada a la medicina a través del cine, en todo caso dos mundos apasionantes a los que seguro muchos llegarán por un camino más fácil y hermono. Yo intentaré comprender un poco mejor el funcionamiento de nuestro organismo, hacia el que non siento de momento la más mínima atracción debido a un absurdo e ilógico terror a la enfermedad. Quizás con el cine pueda superarlo.

DOCTOR ALBEIROS dijo...

O poder terapéutico do cine... A saúde e a enfermidade coma as dúas caras dunha moeda...Non deixes que o medo impida que sigas vivindo...

DOCTOR ALBEIROS dijo...

Un grupo de psicólogos, médicos, periodistas y profesores acaban de acuñar el término LITERAPIA para definir el empleo de la lectura y de la escritura para curar o aliviar las enfermedades... Inventemos la CINETERAPIA, con idénticos fines altruistas.