- "Un anestesiólogo puede matar a un paciente, pero un cirujano nunca"
Dr. Steven Murphy (Colin Farrell) a su esposa Dra. Anna Murphy (Nicole Kidman" en "El sacrificio de un ciervo sagrado" (Yorgos Lánthimos, 2017)
Teniendo en cuenta su heterogénea acogida por el público y la crítica, ¿podríamos considerar que "El sacrificio de un ciervo sagrado" (Yorgos Lánthimos, 2017) es una película heredera del cine de Luis Buñuel y Stanley Kubrick?
Anteriormente, en este mismo blog, hemos dedicado una entrada a "Canino" (Yorgos Lánthimos, 2009), una inquietante e inclasificable película galardonada con el Premio Una cierta mirada en el Festival de Cine de Cannes, y el Premio Ciudadano Kane en el Festival Internacional de Cine de Sitges, en 2009.
En ambas obras, el cineasta griego ha contado con la inestimable colaboración del guionista Efthimys Filippou., con el que trabajó también en sus anteriores películas "Canino", "Alps" (2011) y "Langosta" (2015), asimismo protagonizada por Colin Farrell y repleta de simbología.
¿Y qué decir del pecado original y esa injusta exigencia de pagar por los errores de nuestros ancestros?
En determinados pasajes del Antiguo Testamento, Yahvé, el dios estatal del reino de Israel, y algunos dioses del Olimpo griego, poseen en común una inusitada crueldad con los mortales. Por ejemplo la fe inquebrantable del patriarca Abraham a la hora de ofrecer a su único hijo Isaac en el ara del sacrificio, salvado in extremis por un ángel y sustituido por un carnero enredado en la maleza.
O también Ifigenia, la hija de Agamenón y Clitemnestra, cuyo sacrificio reclamó Artemisa para que el viento volviera a henchir las velas de la flota helena en su expedición punitiva contra Troya, y asimismo reemplazada a última hora por una cierva antes de partir al santuario de Táurica (Crimea), con la misión de sacrificar a los extranjeros como ofrenda a la diosa cazadora.
Ciertamente en este film no aparece la figura de un dios todopoderoso y vengativo, aunque si está presente la proverbial ley del talión, el antiguo principio de justicia retributiva donde la norma impone un castigo recíproco e identificado con la magnitud del daño criminal cometido.
Desde el punto de vista médico nuestro interés por esta película estriba en las terribles repercusiones de un error médico. Porque sobre esta calamidad se construye la historia y la enfermiza relación entre el cirujano cardiovascular Steven Murphy (Colin Farrell) y el joven Martin (convincente y exasperante Barry Keoghan), que tras la muerte accidental de su padre en quirófano, como despiadada y surrealista venganza le exige al especialista el sacrificio de uno de sus hijos, Kim (Raffey Cassidy) o Bob (Sunny Suljic), o incluso el de su propia esposa, Anna (Nicole Kidman), que trabaja como oftalmóloga.
De esta manera nos enteramos que tiempo atrás, cuando el Dr. Murphy abusaba del alcohol, bajo sus efectos decidió operar al padre de Martin en una intervención quirúrgica de fatales consecuencias.
A la manera de "El ángel exterminador" (Luis Buñuel, 1962) una poderosa extraña fuerza patológica se va apoderando de todos los personajes. Mientras Kim y Bob sufren una brusca paraplejía de etiología desconocida, la relación matrimonial de Steven y Anna se va deteriorando progresivamente, en un ambiente gélido y flemático que nos remite a las escenas de "Eyes Wide Shut" (Stanley Kubrick, 1999) y sus escabrosos secretos matrimoniales.
Al respecto, resulta evidente el parecido físico entre los personajes de Anna Murphy y Alice Hartford (ambas interpretaciones de una espléndida Nicole Kidman), así como la metáfora del título, ojos bien cerrados, y en cierto modo su relación con las hemorragias oculares que padecerá el pequeño Bob como signo premonitorio de su muerte inminente.
Barry Keoghan es Martin
NEGLIGENCIAS MÉDICAS
Entre dos cirujanos competentes, procure que le opere el que haya leído a ChéjovSimon Leys (1935-2014)
"Entre dos cirujanos competentes, procure que le opere el haya leído a Chéjov".
Simon Leys (1935-2014)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como negligencias médicas las equivocaciones del médico respecto a la conformidad de las normas de la atención para el tratamiento de la condición del paciente, o la falta de conocimiento, o la negligencia al proporcionar atención al paciente, que es la causa directa de un accidente del paciente (lesiones o muerte).
Se estima que en España se producen cada año unas 15000 negligencias médicas. Las más comunes y frecuentes están relacionadas con errores diagnósticos, errores quirúrgicos, errores en la medicación y tratamientos inadecuados.
Entre las causas más frecuentes se encuentran los errores en la historia clínica del paciente (lo más frecuente), seguido por la deficiente capacitación facultativa, el déficit de actualización (deficiente formación médica continuada), el descanso insuficiente y la alimentación inadecuada.
En el caso que nos ocupa, la negligencia está relacionada con el abuso y consumo de bebidas alcohólicas.
El Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME) nació en 1998 para atender a profesionales con trastornos mentales o conductas adictivas.
Desde entonces han sido atendidos unos 8000 profesionales, con un porcentaje de recuperación del 90%, permitiendo la reintegración a su ejercicio profesional y laboral. Aproximadamente el 80% fueron mujeres.
Cartel de "El ángel ebrio" (Akira Kurosawa, 1948): el Dr. Sanada (Takashi Shimura) y sus problemas con el alcohol
Los trastornos mentales representaron el mayor porcentaje de ingresos en este programa terapéutico, especialmente trastornos adaptativos, mientras las adicciones protagonizaron casi el 8.5% de los casos (5.6% para el abuso etílico y el resto para otras drogas). Los casos por patología dual alcanzaron el 6.5%.
La mayor incidencia se produce en el tramo de edad de los 30 a los 40 años, y las especialidades más vulnerables son Pediatría y Psiquiatría.
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