Curiosas coincidencias. Cuando las salas de cine comienzan a recuperar público, la tarde del Día del Padre asistimos a la proyección de "El padre" (Florian Zeller, 2020). En la sala, apenas 8 espectadores, el mismo número de personajes acreditados en esta película.
Florian Zeller es un aclamado novelista, dramaturgo y director francés, que atesora múltiples éxitos teatrales y literarios. Por ejemplo, en 2004 obtuvo el Prix Interallié por su novela "La Fascination du Pire".
Su comedia "The Truth" fue estrenada en el West End londinense en 2017, siendo nominada al Premio Olivier a la mejor comedia. Un año más tarde, en los mismos escenarios, se estrenó "The Height of the Storm", con Jonathan Pryce y Eileen Atkins en los papeles estelares, también triunfadora en Broadway.
La pieza original de "El padre" fue estrenada en 2012 en el Théâtre Hérbedot de París (Francia), protagonizada por Robert Hirchs e Isabelle Gélinas. Está considerada como una de las mejores piezas teatrales de la última década y fue galardonada con el Premio Molière en 2014.
Sobre los escenarios de Broadway, cosechó a pares el éxito de la crítica y el público, en gran parte gracias a la interpretación del veterano Frank Langella. Por su papel principal en esta obra obtuvo el 4º Premio Tony en su exitosa carrera.
En España, el gran Héctor Alterio fue el encargado de meterse en la piel del protagonista, un anciano enfermo de Alzheimer que se rebela ante la pérdida de autonomía que poco a poco le va causando la enfermedad.
Con estos precedentes, el propio Florian Zeller acometió la tarea de adaptación al cine de su propio guión, con la inestimable ayuda del aclamado dramaturgo británico Christopher Hampton.
Según confesiones del propio autor, esta obra dará lugar a historias semejantes en la misma línea, pues ya ha escrito los guiones teatrales de otras obras como "La madre" o "El hijo", con una conexión temática directa con "El padre".
Varias nominaciones a los Oscar de 2021 han sido el resultado de esta opera prima: mejor película, mejor actor principal, mejor actriz de reparto, mejor guión adaptado, mejor diseño de producción y mejor edición. Porque es justo mencionar también el excelente trabajo de Peter Francis en el diseño de producción, el de Ben Smithard al frente de la dirección de fotografía y el de Yorgos Lamprimos en la edición.
Según palabras del propio director y guionista galo, para esta adaptación cinematográfica siempre pensó en Anthony Hopkins, de 83 años. Y contemplando el rendimiento final, su acierto ha sido completo.
En "El padre" no existe el tiempo lineal, más propio de la cordura. Pronto el anciano protagonista se adueña de la empatía del espectador y así padecemos con él su cautiverio, en el escenario pulcro y cómodo de un apartamento londinense que el protagonista confunde constantemente con su propio hogar, y cuya pertinaz insistencia nos hace dudar una y otra vez.
CINEFILIA
Para un paciente crónico y sus cuidadores, un entorno puede resultar claustrofóbico sin necesidad de ser tétrico, tal y como contemplamos en "Amor" (Michael Haneke, 2012), por ejemplo, donde el octogenario profesor Georges (Jean-Louis Trintignant) debe enfrentarse al deterioro y los cuidados de su esposa Anne (Emmanuelle Riva), imposibilitada tras sufrir un infarto cerebral.
Por consiguiente, el director consigue involucrarnos en un bucle temporal, una especie de día de la marmota, donde se repiten los horarios (casi siempre alrededor de las 8 de la tarde), los diálogos y los reproches (el reloj de pulsera que desaparece y aparece constantemente), el rechazo a las ayudantes contratadas, como Laura (Imogen Poots), el recuerdo omnipresente de Lucy (Evie Wray), la hija menor desaparecida en un accidente, las cenas a base de pollo guisado, incluso el clásico pijama de rayas en el vestuario del protagonista y las blusas holgadas de cuello cerrado de su hija mayor Anne (magnífica y convincente Olivia Colman).
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Olivia Colman ya cuenta con un Oscar como mejor actriz protagonista por su papel en "La favorita" (Yorgos Lanthimos, 2018), como la reina Ana de Gran Bretaña, consiguiendo de paso el Globo de Oro como mejor actriz y el premio Bafta en la misma categoría.
Con anterioridad, en la sexta temporada de la exitosa serie televisiva "The Crown", encarnó a otra soberana, la reina Isabel II.
Hábilmente, las referencias al pasado del anciano han sido obviadas. Tan sólo un breve comentario sobre su profesión (ingeniero) para rebatir sus argumentos fantásticos, pues a veces cree haber sido bailarín profesional (impagables los pasos de claqué que se marca Anthony Hopkins, con un vaso de whisky en la mano) o quizás un prestidigitador circense. El problema no es recordar el pasado, sino recordar prácticamente el presente.
En la consulta médica, hemos atendido a pacientes con algún tipo de demencia senil o de Alzheimer. Además de su frustración inicial, cuando todavía son conscientes de su pérdida de memoria y que su realidad cotidiana se vuelve cambiante por momentos, asistimos también a la desesperación de su familiares y cuidadores, que día a día contemplan con preocupación cómo su padre, madre o pareja se va extraviando progresivamente.
Mark Gatiss
Esa misma incomodidad y desazón son sentidas por el espectador de esta película, culminando con el momento en que el anciano es abofeteado por el despiadado extraño que de vez en cuando se aparece en su hogar (Mark Gatiss), agresión que quizás haya podido sufrir realmente a manos de Paul (Rufus Sewell), la pareja de Anne.
Y todo ello a pesar de que esta película, quizás por su exquisitez formal y su formato teatral original, elude situaciones tan incómodas y presentes en la realidad cotidiana de estos pacientes, como por ejemplo la incontinencia de esfínteres, los episodios de agitación o las úlceras que pueden padecer al permanecer encamados durante largo tiempo.
En otro aspecto, ya medida que avanza esta película, somos capaces de dudar de la existencia de cualquier lugar o personaje, excepto del propio anciano. Y frente al caos de la mente, Florian Zeller y su director de fotografía retratan diferentes planos centrados en el aparente orden arquitectónico de muebles y objetos, eficaz contrapeso a los trastornados pensamientos del personaje principal.
CINEFILIA
Un reto para la inteligencia emocional y las habilidades sociales de cualquier persona es tener que afrontar la situación de un ser querido que comienza a perder sus facultades mentales, especialmente si debe tomar la compleja decisión de institucionalizarlo para solventar la incapacidad que impide garantizarle los cuidados más adecuados.
En el caso de las demencias, el cine nos ha proporcionado diferentes y magníficas interpretaciones al respecto. En "La familia Savage" (Tamara Jenkins, 2007), por ejemplo, contemplamos el descarnado retrato familiar de unos hijos (Laura Linney, Philip Seymour Hoffman) obligados a ingresar en un asilo a su rebelde padre (Philip Bosco), con el que además nunca mantuvieron una buena relación personal.
En contrapartida, la visión menos cruda de "El hijo de la novia" (Juan José Campanella, 2001), en clave de comedia dramática.
Y qué decir de "Nebraska" (Alexander Payne, 2013), una road movie en la que un hijo (Will Forte) debe afrontar sus nuevas responsabilidades ante un padre anciano y demente (Bruce Dern), cuyo alcoholismo supuso además una tremenda amargura en el pasado de la familia.
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Por cierto, Bruce Dern regresa temporalmente a una residencia de ancianos al interpretar a Carl en su breve intervención en "La familia que tú eliges" (Tyler Nilson, Michael Schwartz, 2019).
Por último, el padre despótico e insufrible que comienza a perder la cordura y, al tratar de reencontrarse con su antigua familia, provoca un cataclismo sentimental de difícil digestión. Nos estamos refiriendo a "Falling" (Viggo Mortensen) y a su despiadado padre protagonista, Willis Petersen (Lance Henriksen).
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