domingo, 22 de noviembre de 2009

ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCO


Jack Nicholson es Randle McMurphy, en "Alguien voló sobre el nido del cuco"


"La medicina convierte a las personas en enfermos, las matemáticas en tristes, y la teología en pecadores..."

Martín Lutero



Springfield es una ciudad ficiticia en la que viven Los Simpson, en mi opinión una de las mejores series de todos los tiempos, crítica corrosiva e irreverente de la sociedad norteamericana contemporánea. Por descontado, contemplando aisladamente a alguno de sus limonados personajes, como por ejemplo Bart o Homer, la censura de nuestros comportamientos personales (soberbia, gula, egoísmo, impiedad, avaricia, envidia...) también resulta demoledora.

Esta serie de animación, fruto del sagaz ingenio del dibujante y guionista Matt Groening, contiene un capítulo homenaje a la oscarizada "Alguien voló sobre el nido del cuco" (Milos Forman, 1975):

http://www.dalealplay.com/informaciondecontenido.php?con=176225





Las coincidencias y casualidades no quedan aquí. En realidad, en otra ciudad de nombre Springfield (Oregon - EEUU), transcurrió gran parte de la juventud del polémico escritor Ken Kesey, underground, contracultural, contestario, alma mater de The Merry Pranksters ("Los Alegres Bromistas"), precursores de la cultura hippie, cuyo primer éxito literario fue precísamente la novela "Alguien voló sobre el nido del cuco". Kesey plasmó sobre el papel parte de sus experiencias como cobaya humano voluntario en los experimentos realizados por el gobierno norteamericano con el LSD y otras drogas psicotrópicas.


La obra de Kesey, producida por Michael Douglas, fue llevada a la pantalla por Laurence Hauben y Bo Goldman, cuya labor fue premiada en 1976 con el Óscar a la mejor adaptación cinematográfica.





Ken Kesey en su juventud




Y precisamente en localizaciones de Oregon, como Depoe Bay, Salem y el State Mental Hospital (algo así como el manicomio estatal) se filmó la película.


Cuando vemos este film, indefectiblemente surge una pregunta: ¿estamos realmente ante pacientes psiquiátricos? Al respecto, varias son las dudas generadas sobre estos personajes, comenzando por el protagonista, Randle C. McMurphy (inconmensurable Jack Nicholson), desvergonzado, libertino, pendenciero, alborotador, borracho y juerguista, enfrentado contra la ley tras la acusación de varios intentos de violación que le llevarían entre rejas. Permaneciendo preso decidió simular un tratorno psiquiátrico para ser trasladado a una institución menos severa que la cárcel. Poco a poco se irá dando cuenta de su error, pues el régimen institucional puede resultar más rígido y cruel que una verdadera prisión.


Esta interpretación, junto a la del terrorífico Jack Torrance en "El resplandor" (Stanley Kubrick, 1980) y a la del obsesivo - complusivo Melvin Udall en "Mejor... imposible" (James L. Brooks, 1997) han convertido a Jack Nicholson en el mítico actor paradigmático a la hora de encarnar a lo más granado de los trastornados mentales.




Pero sigamos con el análisis personal de otros personajes... Sin ningún orden prestablecido, nos encontramos con el risueño Martini, un juvenil Danny DeVito, afectado por un retraso mental evidente, que sin embargo no le impide ser un avispado a la hora de cambiar las reglas de juego a su favor (Monopoly, apuestas con naipes...)





Danny DeVito es el contumaz Martini




Continuamos con el vulnerable Billy Bibbit (entonces un cuasi debutante Brad Dourif), aquejado de un retraimiento para nada subsidiario del internamiento psiquiátrico. Si sobre alguno de los personajes de esta película tiene un especial ascendiente la enfermera jefe Mildred Ratched (Louise Fletcher, perfecta en uno de los papeles mas odiosos de la historia del cine) ese es el tartamudo y pusilánime Billy, en cuya vida pasa a ocupar el lugar figurado de una madre castrante. Solamente el ejemplo del díscolo McMurphy parace despertarle del letargo afectivo. Su debilidad y sus contradicciones le llevarán al suicidio. Y esa autolisis representa el colofon perfecto al duelo mantenido entre el ansia de libertad (McMurphy) versus la rutina de las imposiciones y normas cotidianas (la enfermera Ratched).



Billy (Brad Dourif) sonríe ante la reprobadora mirada de la enfermera Ratched (Louise Fletcher)



Y así podríamos continuar con el resto de la "alegre pandilla de chalados" que forman el grupo de McMurphy: el barbudo y silencioso Scanlon (Delos V. Smith Jr), el pedante Harding (William Redfield), el gigantesco Jefe Indio Bromden (interpretado por el actor de origen creek Will Sampson), la jovial pareja de cínicos formada por Fredrikson (el malogrado Vincent Schiavelli) y Jim Sefelt (William Duell), que devotamente ingiere la medicación como quien comulga, el viejo Coronel Matterson (Peter Brocco), obsesionado por las semillas de papaya mientras languidece afectado por una demencia senil, o el asténico Bancini (Josip Elic) probablemente enfermo de un síndrome de fatiga crónica.



A buen seguro, como se demostró en la esperpéntica fuga y excursión de pesca, la mayoría de ellos disfrutaría en la actualidad de la libertad fuera de instituciones especializadas, como tantos y tantos otros pacientes... Quizas todos, excepto el iracundo Taber (Christopher Lloyd) y el histriónico Charley Cheswick (Sydney Lassick), que al igual que McMurphy sufre un electroshock como correctivo de su indisciplina.


Este legendario film de Milos Forman recoge algunos postulados de la Antipsiquiatría, preconizada por Ronald D. Laing al poner en entredicho la noción misma de la locura y al entender como anómala una conducta enfrentada a las limitaciones impuestas por la sociedad. En el hospital mental dirigido en la ficción por el pulcro Dr. Spivey (Dean R. Brooks) y la tiránica enfermera Ratched se interna y se trata a los pacientes contra su voluntad, se les estigmatiza con diagnósticos o se les castiga con prácticas tan crueles como la lobotomía, último intento de llevar al redil a la oveja díscola llamada Randle McMurphy.


A pesar de su éxito en taquilla y de haberse convertido en un clásico film sobre la enfermos mentales, la crítica del sistema psiquiátrico norteamericano no alcanza la intensidad mostrada en otras películas como por ejemplo "Corredor sin retorno" (Samuel Fuller, 1963), revisada anteriormente en este mismo blog.


Por cierto, en 1963 se situa la acción de "Alguien voló sobre el nido del cuco". En la ficción observamos unas escenas televisivas en las que se habla de una posible apertura del Muro de Berlín, construido 2 años antes, con motivo de las fiestas navideñas.


Ese mismo año, los Yankees de Nueva York, con Micky Manttle entre sus filas, perdían las Series Mundiales de Beisbol con los Dodgers de Los Ángeles, catapultados a la fama por el zurdo Sandy Koulfax. En una de las escenas cruciales del film, este hecho es narrado por un emocionado McMurphy ante el televisor apagado, provocando el regocijo de todos sus compañeros y la rabia contenida de la enfermera Ratched. La imaginación vuela libre, más alla del nido del cuco, mucho más allá de la represión y de la incomprensión.


Un año después, en 1964, vería la luz un novedoso tratado del Dr. Laing, el paladín de la corriente antipsiquiátrica. Se tituló "Cordura, locura y familia" donde se afirmaba nada más y nada menos que las causas de la esquizofrenia se situaban en una situación familiar anómala. La relación entre esquizofrenia y familia ha sido tratada en este mismo blog a propósito del film "Léolo" (Jean-Claude Lauzon, 1992) y de forma más detallada en el artículo publicado en la Revista Española de Medicina y Cine:


http://campus.usal.es/~revistamedicinacine/Vol_5/5.3/esp.5.3.htlm/leolo.htm



COLOFON


Aunque el sistema parece haber vencido la obstinación del individuo, su alma se alzará libre. De esta manera quedó plasmado en la conmovNegritaedora escena donde el Jefe asfixia con la almohada al lobotomizado e inerme McMurphy; así podrá conseguir su anhelada libertad. Tan solo recordar aquí que, tal vez como homenaje de cinéfilo, este mismo procedimiento homicida es empleado por Zorg (Jean-Hugues Anglade) para poner fin al sufrimiento de su amada Betty (Béatrice Dalle) en "Betty Blue" (Jean-Jacques Beineix, 1986), reseñada en el pasado en esta misma bitácora.

4 comentarios:

  1. Es un tema bastante caliente el de la cordura y sus lindes, ya que en el arte se han destacado "locos" geniales, y es en esta encrucijada donde se transgreden los prejuicios de la locura; ¿es la genialidad sintoma de locura?¿O quizá al reves?...
    También en la pantalla grande hay montones de peliculas que retratan esos centros de castigo con lineamientos iguales a los de las carceles, incluso peor...claro que los métodos han cambiado, pero está intrínseco en el problema la relación Doctor-Paciente y Vigilante-Reo...
    "Hombre mirando el sudeste" del argentino Eliseo Subiela es una aportación bastante interesante al tema,por cierto muy emotiva y literaria al igual que "Selení" (Insania) del checo Jan Svankmajer, que sobresale por su propuesta filosófica y su riqueza visual...
    Doy entonces pasó a las reflexiones de varios escritores que en su momento y aún hoy, se les reconoce a través de su locura:

    "La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia."

    E.A. Poe

    "La demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla."

    "En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón."

    F.Nietzsche

    "Las personas necesitan un poco de locura, de otro modo nunca se atreven a cortar la soga y liberarse."

    Nikos Kazantzakis

    ResponderEliminar
  2. Ciertamente, una vez más moviéndonos en la pantanosa frontera que separa razón y locura... Por cierto, algunas de estas reflexiones fueron recogidas al comentar en este blog "Hombre mirando al sudeste"... Emotivo film.

    ResponderEliminar
  3. DIARIO MÉDICO (28/9/2011):

    La terapia electroconvulsiva (TEC), mal llamada electroshock, arrastra la mala fama de tratamiento peligroso o desagradable y de instrumento de tortura, en parte gracias al cine, pero cincuenta años después sigue utilizándose en la mayor parte de hospitales del mundo occidental por ser considerada, según la evidencia científica, segura y efectiva en casos de depresión grave, trastorno bipolar y algunas formas de esquizofrenia. Incluso se está investigando si puede resultar útil en enfermedades neurológicas como, por ejemplo, el Parkinson.

    ResponderEliminar
  4. ¿Que la lobotomia y los electhosks tiene evidenecia de ser efectivos? PUes si por evidencia cientifica, llaman a los criterios subjetivos de los "cientificos( como si la psicologia,donde se basa su tecnica la psquiatria, fuese verdaderamente cientifica), criterios bajos de ciertas conductas, si, pero si se le pregunta flancametan al objeto de estudio de la psicologia, objeto q no es formal, o objivo como una ecuacion o un atomo, creo q las respuesta seria un remediable no, o bien seria una respuesta tan ambigua, desonsertante , y confusa como el objeto de la psicologia: es decir una persona en concreto, un "alma", un "espiritu"tc...mientras no hay oido de la boca de un paciente q esa terpaias le ayudaron a sanr su vida, y seguri sus metas y sueños, no crerre eso q la lobotmia y los electhrosk son eficientes.Seria una insensates y una ingenuidad creer su eficacia solo por q un "cientifico" o supeusto estudio "cientifico"( como si con la metnada parabla ciencia, ya dieran por sentada la verdad, y asi poner yurex en la boca a los curisosos) dice q lo es.

    Cualquier doctor,piscoanalista frustrada, tipo la dr de alguien volo sobre el nido del cuco, q diga q es eficas, tiene q presentar la mas palable de las evidencia, q engloba todos los campos fenomenicos de su objeto: la opinion franca del "paciente".El doc q se remita a otras evidencias, solo sera un dr mas o enfermera como las "alguine volo sobre el nido del cuco", tratando de ser arrogante y engreido...sea un psicologo fisioligsta, o un piscoanalista.

    ResponderEliminar