sábado, 31 de enero de 2009

LA LEYENDA DEL SANTO BEBEDOR


Rutger Hauer es Andreas Kartak


"La leyenda del Santo Bebedor" (Ermanno Olmi, 1988) está basada en la novela homónima del escritor judío Joseph Roth, adaptada a las pantallas gracias al esforzado trabajo del guionista Tullio Kezich y al mérito del propio Olmi, también montador del film. Como ha ocurrido en otras ocasiones, el éxito de la película despertó el interés del público en general sobre la atribulada vida y la excelente obra del escritor nacido en la Galitzia rusa (que entonces formaba parte del imperio austro-húngaro) y que terminó sus días en París en la más absoluta miseria, enfermo y consumido por el alcohol.

Para adornar musicalmente su película, el director eligió acertadamente algunas de las más frondosas partituras de Igor Stravinski, en las que el sonido del clarinete viene y va, sobrevolando el espacio como una traviesa bandada de estorninos.



El escritor Joseph Roth, el otro santo bebedor




Intemporal y ambientada en la Ciudad de la Luz, mientras el gélido viento otoñal desnuda las ramas de los árboles y las gaviotas chillan planeando sobre las turbias aguas fluviales, asistimos como testigos al extraño encuentro entre Andreas Kartak (Rutger Hauer), un emigrante polaco, antiguo campesino y minero, convertido ahora en un clochard que deambula sin destino por las orillas del Sena, y un distinguido caballero anónimo (Anthony Quayle). Andreas suele domir bajo el exiguo abrigo que le proporcionan unos periódicos abandonados y los firmes arcos del Pont de Bercy. El caballero resulta ser un devoto de Santa Teresa de Lisieux, la santa de origen normando, y solicita a Kartak un enigmático encargo: entregar 200 francos el domingo al párroco de Santa María de Batignolles, una iglesia parisina donde se venera la imagen de la santa carmelita.




La serena representación que Rutger Hauer hace del discreto y silencioso Andreas se sitúa en las antípodas de sus participaciones en "Delicias turcas" (Paul Verhoeven, 1973), en el papel del libertino escultor Erik Vonk, o en "Blade Runner" (Ridley Scott, 1982), donde encarnaba al temible replicante Nexus 6 Roy Batty.

Nuestro protagonista inicia su peregrinaje por tabernas de mala muerte (como la inhóspita Tari Bari) y petits cafés, degustando platos de sopa humeante y trasegando una tras otra copas y botellas de tinto barato, visitando burdeles decrépitos y decadentes hoteles de fachadas desconchadas. Ermanno Olmi emplea en este film la técnica del flashback para hacernos conocedores del pasado de Kartak, de sus aventuras y desventuras, de sus recuerdos (siempre presente el de sus ancianos padres), de sus deseos, de su pretérito y adúltero amor, y del aciago crimen involuntario que trastocaría su destino.

En varias ocasiones, cuando Andreas está a punto de cumplir su encargo, ante las mismísimas puertas de la iglesia de Batignolles surgen ciertas dificultades que se lo impedirán: el reencuentro con Karoline (Sophie Segalen) su antiguo amor, o la aparición en escena de su viejo colega Woitech, interpretado por el sarcástico Dominique Pinon, aquel inefable Louison protagonista de "Delicatessen" (Marc Caro, Jean-Pierre Jeunet, 1992), que con hábiles artimañas lo dejará sin blanca.

Por otra parte, ciertos pequeños milagros cotidianos mantienen a Andrea a flote: un orondo sastre (Joseph de Medina) que le ofrece 200 francos por ayudarle en una mudanza, 1000 francos que se encuentra en una billetera de segunda mano adquirida en un comercio a orillas del Sena, una cartera perdida con 200 francos que un guardia le entrega por error, el breve encuentro con el boxeador Daniel Kanjak (Jean-Maurice Chanet), amigo de la infancia y compañero de pupitre que ahora triunfa sobre el ring, que lo aloja en un hotel y le regala ropa nueva...; pero, indefectiblemente, cada episodio positivo acarrea un desengaño para Andreas. Así le ocurre cuando conoce a Gaby (Sandrine Dumas) una supuesta bailarina de la que se enamora perdidamente y que terminará por robarle todo su dinero.


EL DRAMA DE LAS PERSONAS SIN HOGAR.


En la ficción, Andreas sobrevive en las calles, cobijándose bajo un puente. En la realidad, conocemos los datos de recientes estadísticas, revelando que en España malviven unas 30000 personas sin hogar. Alrededor del 30% son abstemias y nunca han consumido drogas. El 20% padece alguna enfermedad mental, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, siendo estas patologías más prevalentes entre las mujeres.

Las alucinaciones propias de un trastorno orgánico cerebral muestran ante la atónita mirada de Andreas Kartak a una niña, que él confunde con la pequeña Teresa de Lisieux. Finalmente, nuestro infausto antihéroe cumplirá su promesa. Herido de muerte por las garras del alcoholismo, expira en el interior de la sacristía de la iglesia de Batignolles, con la bendición del sacerdote y los billetes de 100 francos en la mano.



domingo, 18 de enero de 2009

SIETE ALMAS

Will Smith es Ben Thomas, en "Siete almas"


"Siete almas" (Gabriele Muccino, 2008) es la traducción libre al español del original "Seven pounds", título que adquiere sentido cuando lo relacionamos con aquella famosa libra de carne cercana a su corazón que el confiado Antonio había dejado en prenda al judío Shylock, en "El mercader de Venecia" del inmortal William Shakespeare.


"El cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel"



A pesar de este argumento defendido por el maestro Alfred Hitchcock, en mi modesta opinión esta película adolece de cierta evanescencia formal, convirtiéndose en un film de escaso peso específico. Temas tan trascendentales como la vida, la enfermedad, la redención, los trasplantes de órganos y la propia muerte, pudieron haber sido tratados con mayor oficio, sin tanta moralina resbaladiza ni tan edulcorado sentimentalismo, como ocurre por ejemplo al abordar la historia de amor surgida entre ambos protagonistas, con marcadas reminiscencias de "Love Story" (Erich Segal, 1970), aunque reconozco que con estos mimbres esta cinta conseguirá ganarse a una parte no deseñable del público en general, probablemente en los EEUU.

Y a pesar de confesarme sin pudor admirador de Will Smith, sobre todo en sus faceta más cómica, me ha parecido verlo incómodo dentro del pellejo de Ben Thomas, un supuesto agente fiscal de la IRS norteamericana (Internal Revue Service) que trata de redimir un terrible error en su pasado.


El personaje interpretado por Smith realmente es Tim Thomas, un afortunado ingeniero aerospacial, que por una imprudencia al volante provoca un catastrófico accidente de carretera en el que fallecen su propia esposa Sarah (la bella Robinne Lee) y otras seis personas más. Profundamente traumatizado por esta tragedia, decide suplantar la identidad de su hermano, el verdadero Ben Thomas (Michael Ealy), obteniendo datos personales sobre siete personas que necesitan ayuda urgente, de tipo económico, médico o social. Mejorar estas siete vidas se convierte en su objetivo vital. Y no una, sino "siete libras" de su propio cuerpo cambiarán radicalmente otras tantas existencias.

Para que todo transcurra de acuerdo con sus últimas voluntades, Tim cuenta con la ayuda de Dan (Barry Pepper), amigo de la infancia que deberá supervisar todo el proceso. Este actor me impactó especialmente por su contundente interpretación del soldado Daniel Jackson, aquel certero francotirador que recitaba versículos bíblicos mientras con su fusil diezmaba a las tropas alemanas en "Salvar al soldado Ryan" (Steven Spielberg, 1998).




Barry Pepper, born to kill


Pero nuestro atribulado protagonista no contaba con enamorarse de Emily Posa (la cautivadora Rosario Dawson), una atractiva mujer afectada por una grave insuficiencia cardíaca refractaria al tratamiento médico, consecuencia de una miocardiopatía dilatada que requiere para su salvación un trasplante a corto plazo. Para ella será el corazón (real y figurado) de nuestro buen samaritano.

Una sanísima Rosario Dawson


En el reparto de bienes y de vísceras, la lista de los beneficiarios del fragmentado Tim Thomas la conforman:

  • Ezra Turner (Woody Harrelson): un invidente que se gana la vida tocando el piano en un centro comercial y trabajando como operador en Cheyenne Meats, una empresa especializada en la venta telefónica de productos cárnicos, al que un día el inmisericorde Thomas maltrató y vejó. Para él serán las córneas.



  • George Ristuccia (Bill Smitrovich): un veterano entrenador de hockey sobre hielo dispuesto a crear desde la base un gran equipo del futuro trabajando con jóvenes de la calle de origen latino. Sometido a interminables sesiones de diálisis, será el escogido como receptor de un trasplante renal.
  • Connie Tepos (Elpidia Carrillo): una madre hispana con varios hijos a su cargo que sufre cotidianamente la brutalidad y los malos tratos de su actual pareja. Huyendo del maltratador, podrá formar un nuevo hogar en la paz y el sosiego que le proporcionará la acogedora casa al pie de la playa donde Thomas vivió con su difunta esposa y que ahora le ha regalado a ella.

  • Nicholas Adams (Quintin Kelley): un muchacho de color afectado por una leucemia, al que Thomas donará su médula ósea. En la realidad, la compatibilidad entre donante y receptor ocurre solamente en 1 de cada 40000 casos, hecho que justifica la continua necesidad de donanciones altruistas.

  • Holly Apelgren (Judyann Elder): en una donación inter vivos, la trabajadora social que alerta a Tim sobre el caso de Connie Tepos habría sido la receptora de un lóbulo hepático.

  • El auténtico Ben Thomas, hermano de Tim, supuestamente habría recibido dos lóbulos pulmonares que le permitieron seguir viviendo al serle extirpado un pulmón tras haber sufrido un cáncer.


Aunque atractivas para el público, situaciones como las planteadas en esta película son imposibles en la realidad. En España, desde que se creó la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), dirigida en la actualidad por el Dr. Rafael Matesanz, se ha pasado de 14 donantes por millón de población a 34.6, la cifra más alta del mundo. No se permiten las donaciones remuneradas ni tampoco las selectivas, como los casos planteados en este film; éstas se basan únicamente en el altruismo. Por si fuera poco, la compatibilidad tisular entre donante y receptor no resulta una cuestión baladí.

El exitoso modelo español de organización de trasplantes es perfectamente exportable a otras naciones. Los interesados pueden consultar en el vínculo siguiente detalladamente en qué consiste:


http://elmodeloespanol.ont.es/



En la película que nos ocupa aparece otra serie de circunstancias increibles y poco ajustadas a la realidad, desde el punto de vista médico y científico:



  • Por ejemplo, la muerte provocada por la picadura de una avispa marina (como la elegida por el protagonista para suicidarse) dejaría inservibles los órganos del fallecido para trasplantes, especialmente su corazón. Sabemos que esta gelatinosa medusa (Chironex flexeri) es el animal más ponzoñoso de nuestro planeta. Habitante de las aguas australianas, fabrica una neurotoxina letal con apenas 20 microgramos por Kg de masa de la víctima. Es decir, para matar a un hombre adulto bastaría con 1.4 milígramos de veneno, el peso aproximado de un grano de sal.

Letales avispas marinas

  • Una vez que Emily recibe el corazón donado por Tim, el que éste comience a latir expontáneamente y que en el monitor aparezca un ritmo sinusal es completamente irreal. El arranque del palpitar precisa del impulso de un marcapasos.
  • El trasplante de córnea nunca supone el cambio del color de los ojos del receptor. Los ojos de Thomas son oscuros, como suele ocurrir con los individuos de raza negra; los ojos del rubio invidente Ezra son azules. Sin embargo, al final del film, cuando los deseos de redención del falso agente fiscal se han cumplido, observamos que el antiguo ciego tiene los ojos oscuros.
  • Nuestro protagonista se somete a la extracción medular sin anestesia y de forma ambulatoria. La realidad es bien distinta: la donación de médula ósea, extraida a partir de la punción de la cresta ilíaca, en la cadera, se realiza bajo anestesia general o epidural, con el donante hospitalizado un mínimo de 24 horas.
  • El trasplante de pulmón fundamentalmente está indicado en el tratamiento de enfermedades severas, como por ejemplo la fibrosis quística, el enfisema, la sarcoidosis o la fibrosis pulmonar idiopática, y nunca en el caso de enfermos que pudieran padecer afectación de otros órganos, como es el caso del cáncer pulmonar.

sábado, 17 de enero de 2009

LLEGARON LAS LLUVIAS



En mi modesta opinión "Llegaron las lluvias" (Clarence Brown, 1939) es un clásico de Hollywood realizado para el lucimiento de su elenco artístico, encabezado por la rutilante estrella Tyrone Power, en aquellos años el niño bonito de la Fox. Interpretó aquí al mayor Rama Safti, un oficial médico hindú de casta elevada al servicio del ejército inglés, responsable del hospital de Ranchipur (en la exótica India colonial). Como pareja protagonista le acompañó en esta aventura Mirna Loy, enigmática y cautivadora belleza, representando a la indolente Lady Edwina Esketh.

Completaron tan eficiente reparto el galán irlandés George Brent, encarnando al dipsómano pintor Tom Ransome, y la preciosa Brenda Joyce, más tarde la segunda de las Jane de la saga de Tarzán (tras la pelirroja Maureen O´Sullivan) protagonizada por el inolvidable Johnny Weismuller.



Brenda en brazos de Johnny



Esta película está basada en la novela original de Louis Bromfield, un snob y afamado escritor ganador del Pulitzer en 1927 por "Early Autumm", descendiente en persona de aquel mítico pionero norteamericano llamado Daniel Boone.

La llegada del monzón coincide con un devastador terremoto, provocando una terrible catástrofe que arrasa la ciudad. La destrucción de un embalse causa unas impresionantes inundaciones que engullen a la mayoría de los desdichados habitantes de la anegada Ranchipur. A este respecto, me gustaría destacar aquí los convincentes efectos especiales obra y arte del tándem Fred Sersen y Edmund H. Hansen, galardonados con un Óscar en 1940 por este trabajo.

Las letanías de los santones hindúes implorando el final de la cólera de sus dioses contrasta con la serenidad demostrada por la viuda Maharani de Ranchipur (Maria Oupenskaya), una fumadora empedernida que exhorta a los súbditos supervivientes para que combatan tanta desgracia. Y como estamos en la India, los elefantes jugarán un papel fundamental en las labores de reconstrucción.



¿PESTE O CÓLERA?


Como cabría esperar, con la contaminación de las aguas pronto hacen su aparición las plagas. El mayor Safti recibe la noticia de la aparición de varios casos de peste. Una vez más, como en otras etapas de la historia, el fuego es empleado como elemento esencial para combatir esta enfermedad. Los barrios contaminados son dinamitados, incendiados y demolidos.

Personalmente creo que la epidemia que se desata en Ranchipur no es de peste, sino de cólera. Para ello me baso en la escena del contagio sufrido por Edwina al beber involuntariamente agua por el mismo vaso que un afectado. Sabemos que la mayoría de los casos de peste se producen a partir de la picadura de las pulgas de determinados roedores. Sin embargo, el cólera se propaga rápidamente a partir de aguas contaminadas, siendo la potabilización una medida capital para combatir su diseminación.

Para estar cerca de su amado Safti, Edwina se había ofrecido como voluntaria para trabajar dentro del hospital. Allí, el número de víctimas crecía cada día, y en la mayoría de las ocasiones, el consuelo representaba la única medida terapéutica disponible.

Sin embargo, la enfermedad debuta en Edwina con fiebre elevada, poco característica en el cólera. De la típica afectación intestinal, ni rastro. Finalmente la mujer fallecerá siendo redimida gracias al altruismo de sus últimos días. Su amado Safti abandonará la práctica de la medicina para convertirse en el nuevo Maharajah de Ranchipur (¡a buen seguro un trabajo más considerado y mucho mejor remunerado!)



LAS LLUVIAS DE RANCHIPUR




La mayoría de las críticas que he leido sobre "Las lluvias de Ranchipur" (Jean Negulesco, 1955) remake de la obra que hoy nos ha ocupado, coinciden en situarla en peldaños inferiores en la escala de méritos cinematográficos, y todo ello a pesar de su director y del notable atractivo de su pareja protagonista, Lana Turner como Edwina y Richard Burton como Safti.

NOTA: los fans de Tyrone Power pueden consultar una detallada filmografía suya en:

miércoles, 14 de enero de 2009

EL ORGULLO DE LOS YANKEES




"Esta es la historia de un héroe de los pacíficos senderos de la vida diaria..."
(Damon Runyon)



"El orgullo de los Yankees" (Sam Wood, 1942) estimula sentimientos positivos en el espectador. Fue estrenada en la Gran Manzana el 14 de julio de 1942, en pleno apogeo de la 2ª Guerra Mundial, apenas un año después del fallecimiento del personaje real que la inspiró: la legendaria estrella del beisbol Lou Gehrig, el orgullo de su equipo, los Yankees de Nueva York. El número 4 de su camiseta fue retirado para siempre. Basada en el guión de Paul Gallico, fue llevada a las pantallas por Jo Swerling y Herman J. Mankiewicz, que en ese mismo año había compartido el Óscar como coguionista por "Ciudadano Kane" (Orson Welles, 1941).

Para encarnar al protagonista, nadie mejor que el veterano Gary Cooper, de elevada estatura (191 cm) y complexión robusta, físicamente muy parecido al malogrado deportista apodado "El caballo de hierro". Gehrig estaba a punto de cumplir 38 años cuando falleció. Cooper tenía 41 años al interpretar este papel, aunque el argumento de la película se extiende desde el inicio de la vida deportiva del atleta en la Universidad de Columbia, hasta su retirada definitiva de las canchas, apenas dos años antes de su desaparición. Debido a esto, el aspecto maduro de Cooper aparentemente desentona en las escenas juveniles y universitarias del film.


Un sonriente Lou Gehrig en el cénit de su carrera

Gary Cooper encarnando a Lou Gehrig


Lou Gehrig padecía una devastadora enfermedad neurodegenerativa, que trató de mantener oculta a sus familiares, compañeros y fans hasta el último momento. Se trataba de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Tal era la fama de este jugador de beisbol que esta patología se ha venido denominando desde entonces "Enfermedad de Lou Gehrig".

La fortaleza física de Gehrig y el tesón de su madre, humilde cocinera alemana en la prestigiosa Columbia, hicieron que el muchacho ganase una beca para estudiar arquitectura (y no ingeniería, como aparece en el film) en la célebre universidad. Sus primeros pasos deportivos iban encaminados hacia el fútbol americano. Pero él prefería el beisbol, donde enseguida dió muestras de ser un bateador excepcional.

En 1923, con apenas 20 años de edad, firmó como profesional con los Yankees, el equipo de toda su vida. De esta manera, vió cumplido su anhelo infantil: jugar al lado de Babe Ruth, entonces la mayor figura mundial de ese deporte. A pesar de su íntima rivalidad, con ambas estrellas los Yankees consiguieron ganar infinidad de campeonatos y títulos. Ambos bateaban por la izquierda. El propio Babe Ruth participó como actor en "El orgullo de los Yankees".

El mítico y orondo Babe Ruth


El prolífico director Sam Wood, capaz de domar el desbocado humor de los Hermanos Marx en dos de sus grandes éxitos, "Una noche en la ópera" (1935) y "Un día en las carreras" (1937), consigue un meritorio resultado gracias a su magnífico trabajo al frente del elenco de actores de reparto (siempre mal llamados actores secundarios). Destacamos aquí la labor de Elsa Janssen y Ludwig Stössel como los padres de Gehrig, o la del entrañable Walter Brennan como Sam Blake, el periodista del "Evening Standard" leal amigo y descubridor de Gehrig en la ficción de la pantalla.

Walter Brennan, imprescindible en un buen western

Por cierto, permítanme un breve inciso, una anécdota para los cinéfilos (o cinéfagos, como cada cual quiera llamarnos). En "Juan Nadie" (Frank Capra, 1941), apenas un año antes del estreno del film que hoy nos ocupa, Gary Cooper y Walter Brennan desempeñaron respectivamente los papeles de Long John Wylloughby - John Doe y de El Coronel, una pareja de vagabundos que se ven envueltos en la disparatada trama organizada por la fascinante Barbara Stanwyck. Curiosamente, antes de convertirse en el ficticio John Doe, durante una etapa de su aciaga vida, Long John Wylloughby se ganaba el sustento jugando al beisbol en las ligas inferiores americanas.

En "El orgullo de los Yankees", el encuentro entre Gehrig y su futura esposa, Eleanor Twitchel (la guapa Teresa Wright, dueña de una preciosa sonrisa) tiene connotaciones cómicas: ella se resbala en un restaurante donde ambos coinciden, de la misma manera que él había hecho antes en el partido contra los Chicago White Socks.

ELA: LA ENFERMEDAD DE GEHRIG

Este biopic de Gehrig se centra en su carrera deportiva, en sus vínculos familiares y en la relación amorosa con su esposa. De la enfermedad, tan sólo unas pinceladas.

Esta patología afecta fundamentalmente a varones, con edades comprendidas entre los 40 y los 70 años. Según testimonios del propio jugador, él comenzó a notar cierta debilidad muscular a partir de los 30 años. En esta enfermedad, las motoneuronas se van afectando provocando una parálisis muscular progresiva, hasta el desenlace fatal. Uno de sus síntomas iniciales es una fatiga anormal que afecta a los brazos y a las piernas.

En la película, Lou se queja de un agarrotamiento en su hombro izquierdo, que la hace perder fuerza. Los calambres musculares suelen estar presentes en los inicios de la ELA. La dificultad para la coordinación junto a la debilidad muscular pueden observarse en las escenas de entrenamiento de los Yankees, cuando Gehrig comienza a darse cuenta de que algo no funciona correctamente en su organismo, ante la preocupada mirada de su esposa.

A medida que la enfermedad avanza, el rendimiento físico del jugador disminuye. La atrofia y la pérdida de masa muscular le hacen más lento. Siente las manos agarrotadas, incluso el bate de beisbol se le cae de las manos cuando intenta cogerlo del suelo. Su propia inseguridad se va haciendo patente. Tras 14 años y más de 2000 partidos, Lou Gehrig entiende que el final de sus días de gloria deportiva han llegado.

En la Clínica Scripps, acompañado por su incondicional amigo Sam Blake, Lou aguarda el dictamen facultativo sobre su enfermedad. La ELA se diagnostica por su sintomatología clínica y por la exploración neurológica. Pruebas como la RNM y el electromiograma confirman la sospecha.

El film termina con el discurso de despedida que Lou Gehrig le dedicó a la afición de los Yankees. Presentamos el vídeo real del momento de la retirada en el emotivo homenaje que todos le dedicaron en aquel viejo Yankee Stadium del Bronx.

http://www.youtube.com/watch?v=a4msaZTJrTA

Para finalizar, y como viene siendo habitual, una mención especial para la banda sonora, destacando el tema "Always", un clásico firmado por Irving Berlin, e interpretado aquí por la rubia Bettye Avery y la orquesta de Ray Noble, que también acompaña el número musical protagonizado por la pareja de bailarines Veloz y Yolanda, los famosos creadores del Tango de la Cobra.

Si alguien desea verlos en acción:

http://www.youtube.com/watch?v=88sE1CjcjvQ&feature=related


OTRAS PELÍCULAS SOBRE LA E.L.A:

  • "Derecho a morir" (Paul Wendkos, 1987): protagonizada por Raquel Welch, comentada en esta bitácora el 9 de septiembre de 2007.
  • "Tres hermanas en búsqueda de una cura" (Joseph F. Lovett, 2004): se trata de un telefilm documental basado en "Tales from the bed: Living, Dying and Having it all", las memorias de la productora teatral Jenifer Estess, fallecida debido a esta enfermedad, protagonizado por la actriz Laura San Giacomo.
  • "Indestructible" (Ben Byer, 2007): ampliamentre galardonado, este documental autobiográfico escrito, producido, dirigido e interpretado por Ben Byer, hace desfilar ante nuestros ojos las dificultades cotidianas contra las que se tiene que enfrentar un enfermo con ELA. Crónica descarnada de los 3 años que duró la lucha contra su enfermedad, narra las peripecias de un viaje alrededor de seis paises buscando la cura de esta patología.

Y como tantas otras veces, en el caso de esta enfermedad la realidad también supera la ficción. Les invito a visitar el blog de Raúl, admirable testimonio de un prójimo afectado. Se titula "Ya no puedo pero...¡AÚN PUEDO!":

http://yanopuedoperoaunpuedo.blogspot.com/

sábado, 10 de enero de 2009

EL CHIP PRODIGIOSO



¿Estamos ante un remake, una secuela en forma de delirante comedia de aquel "Viaje alucinante" de Richard Fleischer, o por el contrario, nos encontramos ante una obra con un valor intrínseco propio? Vayamos por partes...

"El chip prodigioso" (Joe Dante, 1987) fue en su día una taquillera comedia obra y gracia del Rey Midas del cine, Steven Spielberg, su avispado productor. Jeffrey Boam fue el encargado de llevarla a las pantallas según la historia original del guionista, director y actor Chip Proser. En 1988 fue galardonada con el Óscar a los mejores efectos especiales.

Ambientada en San Francisco (USA), narra la disparatada historia del teniente de aviación Tuck Pendelton (encarnado aquí por un impertinente Dennis Quaid), un impulsivo aventurero embarcado en un apasionante experimento que le llevará a pilotar una cápsula monoplaza miniaturizada a través del cuerpo de un conejo de laboratorio.



Dennis Quaid es el teniente Tuck Pendelton

Pero un ataque terrorista dirigido por la sibilina Dra. Margaret Canker (Fiona Lewis) modificará sustancialmente los planes iniciales. Para garantizarse el éxito de sus operaciones, la pérfida científica mantiene a sus órdenes a un esbirro muy poco tranquilizador llamado Mr. Igor (Vernon Wells). Tras una serie de peripecias y persecuciones, el Dr. Ozzie Wexler (John Hora), el director del experimento, termina inyectando a su diminuto amigo dentro del cuerpo del hipocondríaco dependiente Jack Putter (un histriónico Martin Short).

Martin Short, el insufrible Jack Putter

De esta descabellada manera, el periplo interior de Pendelton se inicia en el tejido adiposo de la nalga izquierda de Putter. Los adipocitos, esféricos y amarillentos, rodean la microcápsula del asombrado Pendelton por todas partes.


Adipocitos: preparación histológica




Ajeno a todo lo que está ocurriendo a su alrededor, Tuck continúa con su misión, con el objetivo de alcanzar el nervio óptico de su huesped. El ordenador de a bordo le marca la ruta: vena glútea superior, vena ílíaca, vena cava inferior, aurícula derecha, vena cava superior y vena yugular derecha hasta alcanzar el quiasma óptico.


Tuck Pendelton posa su nave en el nervio óptico izquierdo de Jack. Desde ahí, lanza una sonda que finaliza en un sensor que le permita ver lo que ocurre en el exterior a través de la mirada de su huesped. En este momento, comienza a darse cuenta que no se halla precisamente en el interior de un manso conejo blanco de laboratorio.

Desde el ojo Tuck decide viajar hacia el oído de Jack para comunicarse con él. ¿Cómo nos sentiríamos nosotros si de repente comenzásemos a escuchar una voz que nos asegura proceder de una microcápsula tripulada que navega por nuestro interior?...

Una vez que ambos protagonistas establecen contacto, la taquicardia provocada por la ansiedad de Jack causa serios problemas de navegación a la microcápsula de Pendelton. En el torrente sanguíneo observamos los eritrocitos, con su clásica forma discoidal. Al igual que en "Viaje alucinante", la nave manejada por Pendelton no debería entrar nunca dentro del corazón en marcha. Consigue detenerla ante el sobrecogedor expectáculo de la válvula tricuspídea, abriendo y cerrando sus valvas membranosas.

Un detalle particularmente cómico de "El chip prodigioso" acontece cuando Pendelton, gran aficionado a la bebida, le pide a Jack que se tome un buen lingotazo de bourbon para rellenar su microscópica petaca. El líquido baja a raudales por la faringe y el esófago de Jack.

Suena entonces el tema musical estrella de la película: "Twistin´the night away" del malogrado Sam Cooke, versioneada para esta ocasión por el cantante escocés Rod Stewart. Huesped e intruso se mueven embriagados al son de esta joya del soul...

http://es.youtube.com/watch?v=f0aLkdi3GQo



Para complicar aún más la comedia de enredo, Jack se enamorará de Lydia Maxwell (interpretada por una flaca e insulsa Meg Ryan), la novia periodista de Tuck. Por si fuera poco el embrollo, también entra en acción una especie de freakie traficante de nuevas tecnologías llamado The Cowboy (Robert Picardo).

Involuntariamente, un apasionado beso entre Lydia y Jack consigue que la microcápsula pilotada por Tuck cambie de huesped. Héroes y villanos ignoran esta modificación. La Dra. Canker planea miniaturizar a Mr. Igor para inyectarlo en el cuerpo del pusilánime Jack. De esta manera, localizaría la cápsula de Tuck y recuperaría el chip prodigioso.

Como si viajara a bordo de una cápsula endoscópica, el audaz Pendelton descubre ahora que ha pasado a encontarse en el interior de su amada Lydia, y que además ella está esperando un bebé; y todo ello gracias a las imágenes intrauterinas que recrean el líquido amniótico y el cordón umbilical.

Un nuevo beso entre Lydia y Jack devuelve la microcápsula de Pendelton al interior de este último. El viaje interior finaliza con las escenas del combate entre Tuck y Mr. Igor dentro del esófago y del estómago de Jack.

La acidez del jugo gástrico disolverá al malvado: "en lugar de Maalox ® (un popular fármaco antiácido) voy a darte malo..." - juega con las palabras el triunfante Tuck cuando consigue deshacerse de Mr. Igor.

Por fin, gracias a un estornudo que provoca en Jack la inhalación de un chorro de laca, el teniente Tuck Pendelton y su minúscula nave consiguen salir al exterior. Final feliz, con boda incluída.


Sin lugar a dudas, y a pesar de sus limitaciones formales y de sus primitivos efectos especiales, como película de ciencia - ficción me quedo con "Viaje alucinante". En mi modesta opinión, la vigencia de "El chip prodigioso" no alcanza más que un cierto valor como comedia comercial diseñada para entretener con sus endebles gags y sus alocadas persecuciones a un grupo de chavales, durante algo más de hora y media, en una lluviosa tarde del sábado.




OTRAS MINIATURAS CINEMATOGRÁFICAS

  • "El increíble hombre menguante" (Jack Arnold, 1957): es una fantástica película de serie B que, como los buenos vinos, con el tiempo ha ido ganando adeptos. Clásico de la ciencia - ficción, este film de culto está basado en el guión del escritor Richard Mateson, también autor del relato original homónimo. Su personaje protagonista, Scott Carey (Grant Williams), tras sufrir los efectos de una nube radioactiva, comienza a percatarse de su pérdida de peso y tamaño. Genial y kafkiana.


http://www.blogdecine.com/2006/07/03-el-increible-hombre-menguante-una-pelicula-grandiosa


  • "Cariño, he encogido a los niños" (Joe Johnston, 1989): el excéntrico científico Wayne Szalinski (Rick Moranis) es el protagonista de esta comedia dirigida al público infantil en la que, por un lamentable error, miniaturiza a sus propios hijos y a los de los vecinos. Aunque tampoco será especialmente recordada por la posteridad, contó con la dirección de un experto en efectos especiales, colaborador habitual de la factoría de George Lucas y ganador de un Óscar por la profesionalidad demostrada en "En busca del Arca perdida" (Steven Spielberg, 1981), la primera película de la saga protagonizada por el intrépido arqueólogo y aventurero Indiana Jones (Harrison Ford).

Y de la misma manera que hicimos cuando en esta misma bitácora reflexionamos sobre el film "Viaje alucinante", para comprender si el fenómeno de la miniaturización podría ser algún día realmente posible, recomendamos visitar el siguente vínculo:

http://www.malaciencia.info/2006/02/el-tamao-s-importa-el-chip-prodigioso.html

miércoles, 7 de enero de 2009

VIAJE ALUCINANTE




Sostienen los expertos que el término "guerra fría" fue empleado por primera vez por el infante Don Juan Manuel durante el siglo XIV, y que en 1947 fue nuevamente rescatado por el presidente Roosevelt en el seno de un acalorado debate político.

De esta simple y subjetiva manera quedó definido este período de la historia del siglo XX, caracterizado por la encarnizada rivalidad entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, cada uno de ellos apoyado en sus respectivos aliados, y que se dilató desde el final de la 2ª Guerra Mundial hasta la caída del comunismo y del Muro de Berlín, en 1989.

El cine, como fenómeno popular de la cultura de masas, tampoco pudo abstraerse de aquella beligerante visión de confrontación política. En los Estados Unidos, el miedo y la desconfianza hacia los otros, los rivales, los adversarios, mantuvo encendida de forma metafórica la llama del temor ante una posible invasión extranjera, ya fuera en forma de una plaga apocalíptica o en la de un desembarco de sanguinarios enemigos extraterrestres.


Dentro de esta especial tesitura podríamos clasificar obras clásicas en blanco y negro, como "La invasión de los ladrones de cuerpos" (Don Siegel, 1956) y otras más descaradamente explícitas, como "Amanecer rojo" (John Milius, 1984) o "Invasión USA" (Joseph Zito, 1985).

En cierta medida, "Viaje alucinante" (Richard Fleischer, 1966) también bebe de las mismas fuentes paranoicas alimentadas por la guerra fría. El guión de Harry Kleiner se basa en la adaptación que David Duncan hizo de la novela firmada por Otto Klement y Jay Lewis Bixby.

En plena carrera armamentística, los mandos militares de las dos grandes potencias tienen el poder de miniaturizar sus tropas y pertrechos; pero este efecto tan solo dura 60 minutos. El Dr. Jan Benes (el bigotudo Jean Del Val), un excepcional científico que ha conseguido el secreto capaz de controlar dicha barrera temporal, se pone en contacto con el "bloque occidental" para su revelación. Perseguido por agentes del "bloque contrario" sufrirá un atentando que lo mantendrá en coma: un hematoma obstruye un área vascular vital en su cerebro.

Para salvarlo se pone en marcha una misión increible. A bordo del submarino Proteus, un singular grupo de aventureros será miniaturizado para ser inyectado en una arteria carótida de Benes; tratarán de alcanzar la zona vascular afectada, disolver el coágulo con un láser y regresar a casa sanos y salvos, gracias al retorno venoso cervical.





Forman parte de la misión el protagonista Grant, interpretado por Stephen Boyd, aquel inolvidable Mesala de "Ben Hur" (William Wyler, 1959), el prestigioso neurocirujano Dr. Duval (Arthur Kennedy) y su ayudante Cora (encarnada por la hermosa y curvilínea Raquel Welch, taquilla masculina garantizada), acompañados por el claustrofóbico Dr. Michaels (gran actor de reparto este Donald Plaseance) y el capitán Bill Owens (William Redfield), el inventor y piloto de la nave.




Raquel Welch, formidable sex symbol


A la luz del desarrollo de las actuales técnicas de efectos especiales, las escenas de la miniaturización del Proteus y su tripulación resultan interesantes pero tediosas. A ello también contribuye quizás la ausencia de banda sonora.

Pero, una vez inyectados en el cuerpo de Benes, a la increíble velocidad de crucero de 15 nudos, comienza este verdadero viaje alucinante con el que cada noche sueñan los expertos en nanotecnología y nanomedicina. El flujo constante de los rosados hematíes cargados de oxígeno es observado con asombro por los intrépidos exploradores. A su lado, psicodélicos leucocitos emiten pseudópodos flotando como fugaces medusas.






La primera complicación aparece cuando un remolino arrastra al submarino microscópico desde la arteria carótida a la vena yugular, causado por la presencia de una pequeña fístula arteriovenosa con la que nadie contaba. En la ralidad, las fístulas congénitas son infrecuentes y las adquiridas pueden ser causadas por cualquier herida que lesione la pared de una arteria y de una vena que se encuentren juntas, como en el caso que nos ocupa.

El director de fotografía Ernest Laszlo (nominado al Óscar de 1967 por este trabajo) consigue llamativos efectos visuales cuando transforma el ambiente rosáceo arterial en otro más azulado, propio del entorno venoso.

Al no poder retroceder por la vena, nuestros intrépidos protagonistas se ven abocados a cruzar el corazón. Los latidos cardíacos constituyen un grave peligro, pues las turbulencias sanguíneas podrían destruir la nave. El director del proyecto, el general Carter (Edmond O´Brien) ordena al equipo médico exterior provocar la parada cardíaca de Benes durante 60 segundos, para que así el submarino consiga superar el peligroso territorio cardíaco. Entrarán por la aurícula derecha, momento en el que se producirá el paro.

Recordamos aquí que esta película fue galardonada en 1967 con el Óscar a la mejor dirección artística, compartido por Jack Martin Smith, Dale Hennesy, Walter M. Scott y Stuart A. Reiss. El trabajo de ambientación y decorados se me antoja excelente. El endocardio está muy logrado, con las anfractuosidades correspondientes a los músculos pectíneos y papilares, y las cuerdas tendinosas de los pilares que sustentan las válvulas cardíacas.

El Proteus saldrá del corazón atravesando la válvula de la arteria pulmonar. En el film, el endotelio está formado por un pavimento de células romboidales, con un núcleo central. También resultan muy atractivas las escenas en las que muestra el intercambio gaseoso (O2 - CO2) en el interior de los capilares sanguíneos pulmonares.

La tensión narrativa se incrementa cuando parte del grupo debe abandonar el microsubmarino para reparar la presión en los tanques de oxígeno. Grant atraviesa la pared de un alveolo con un snorkel para abastecer de nuevo a la nave de tan preciado y vital gas.

http://www.sf-fan.de/klassiker-bis-1990/die-phantastische-reise--fantastic-voyage-1966.html



Grant avanza por el interior del alveolo, en el que se han detallado unas estructuras negras que representan motas microscópicas de polvo y carbón. La presión del aire dentro de estas estructuras respiratorias multiplica los exfuerzos de nuestro empequeñecido héroe. Para colmo de las desgracias, el cable de seguridad que le sujetaba a la nave se rompe y Grant queda atrapado durante unos instantes en el interior del alveolo pulmonar.

Mientras Cora trata de reparar el cañón de láser averiado, el Proteus continua el viaje ascendente hacia su objetivo atravesando la cavidad pleural. Desde ahí, alcanzarán el sistema linfático, representado en el film por un sombrío paisaje de fibras reticulares, muy parecido en la realidad a un manglar, para proseguir de nuevo su travesía por el sistema circulatorio venoso. Entonces, el sistema inmunitario de Benes comienza a atacar al microsubmarino y a su tripulación de intrusos. Este contratiempo les obligará a buscar una ruta alternativa, dirigiéndose hacia el oído interno y el conducto endolinfático.

La caida accidental de una pieza del instrumental quirúrgico del equipo médico encargado de Benes desencadena una catástrofe en miniatura, pues las vibraciones en el aparato auditivo sumergen al Proteus en una terrible tormenta oscilatoria.

En la recreación cinematográfica de la cóclea membranosa podemos observar las células de Hensen, que sirven de soporte al órgano de Corti, entre cuyos cilios quedará atrapada Cora; Grant acude a su rescate antes de que ambos sean atacados por los anticuerpos tisulares (viscosas estructuras mucilaginosas) que los confunden con bacterias patógenas...; al cristalizar estas estructuras proteicas casi consiguen asfixiar a la bella ayudante.

A falta de tan solo 12 minutos para que se extinga el plazo de la misión, nuestros protagonistas abandonan el oído interno hacia las estructuras vasculares de la base del cerebro, cruzando el espacio subaracnoideo. Atrás, como si fuera un sol de luz mortecina, queda la membrana del tímpano, con el yunque, el estribo y el martillo en formación.

Se acerca el momento decisivo, pero nadie puede garantizar que el láser artesanalmente reparado pueda funcionar. No hay tiempo para pruebas. Grant se mantiene ojo avizor, pues el general Carter le había alertado sobre la posibilidad de un sabotaje interno en la misión.

Antes de alcanzar el coágulo, asistimos al trayecto más inverosímil del viaje, pues el microsubmarino surca una densa red neuronal en la que el impulso nervioso recorre los axones en forma de flashes lumínicos. En medio de un bosque dendrítico (¡y no dentro de un vaso sanguíneo!) se encuentra enclavado el coágulo, que el Dr. Duval comienza a disolver mediante certeros disparos del láser.



http://www.sf-fan.de/klassiker-bis-1990/die-phantastische-reise--fantastic-voyage-1966.html



Pero la película nos deparará una sorpresa final, al descubrirnos que el Dr. Michaels es el villano, personaje siempre necesario en un film de intriga, por muy fantástico que éste sea. Tras dejar a Owens fuera de combate, el traidor se hace con el control del Proteus e intenta huir hacia el punto de evacuación. Grant dispara con el láser y consigue detener la nave, que queda completamente inutilizada.

Raudos y prestos, los leucocitos harán acto de presencia, decididos a fagocitar todo cuerpo extraño. De esta cruel manera, terminan con la vida del alevoso Dr. Michaels y disuelven el microsubmarino experimental. Grant, Cora, Owens y Duval deberán huir empleando el trayecto del nervio óptico, hasta el globo ocular. Y así, flotando en una minúscula lágrima, nuestros cuatro valientes consiguen abandonar el cuerpo del Dr. Benes. Final feliz...

¿O no?. Supongamos que el Dr. Benes consiguió sobrevivir al ictus hemorrágico y pudo trasmitir finalmente a las fuerzas armadas el secreto de la miniaturización controlada...; ¡adios a la guerra fría!, ¡bienvenido un nuevo orden universal!

Que nadie se inquiete: solamante se trata de una película...

Y para aquellos que quieran conocer un poco más sobre las posibilidades científicas de la miniaturización en la realidad, destacamos el vínculo siguiente:

http://www.malaciencia.info/2006/02/el-tamao-s-importa-viaje-alucinante.html

viernes, 2 de enero de 2009

HISTORIAS DEL KRONEN



Botellón, borracheras, reyertas, carreras de coches, sobredosis, pilotos suicidas sin carnet, sexo de riesgo, embarazos en adolescentes, la cultura del descontrol... ¿Asistimos a un nuevo fenómeno contestatario juvenil o nos enfrentamos a una verdadera enfermedad social, que cada vez consume más recursos de las arcas sanitarias públicas?


Como si de una nefanda rutina se tratase, cada fin de semana algunos de nuestros jóvenes deciden invertir su tiempo libre consumiendo en exceso alcohol y otras drogas. Pudiera parecer parte de una cantaleta moralista y retrógrada. Pero lo cierto es que si nos damos una vuelta por los servicios nocturnos de urgencias, podremos constatar una cruda realidad: intoxicaciones etílicas, sobredosis, accidentes de tráfico y lesiones provocadas por peleas y agresiones que se adueñan de un segmento importante (y evitable) de la asistencia sanitaria. Las víctimas, en demasiadas ocasiones, son jóvenes y adolescentes.

Las cuestiones de la rebeldía, del ansia de libertad, de la transgresión de las enconsertadas normas sociales, de la evasión mediante sustancias euforizantes, ha sido, es y será el objeto de la atención de diferentes directores y guionistas en la historia del cine. Como posibles ejemplos incluiríamos aquí obras maestras y grandes películas como "Rebelde sin causa" (Nicholas Ray, 1955) - aquella cazadora roja de James Dean que todos quisimos un día tener - "Easy rider" (Dennis Hopper, 1969) - road movie, moteros, psicodelia y una excepcional banda sonora - "Quadrophenia" (Franc Roddam, 1979) - monumento mod arropado por la música de The Who - "Sid y Nancy" (Alex Cox, 1986) - amor fou homenaje al punk y a los Sex Pistols - o "Trainspotting" (Danny Boyle, 1996) - salto sin red a la fama de Ewan McGregor desde las cloacas del Edimburgo más desolador.




























Pero, ¿qué tiene en común todas ellas con "Historias del Konen" (Montxo Armendáriz, 1995)?

Corría 1994 cuando José Ángel Mañas, un joven escritor madrileño de 23 años, alcanzaba la final del prestigioso Premio Nadal de novela por "Historias del Kronen".


José Ángel Mañas



Esta novela retrata a una heterogénea pandilla de jóvenes madrileños que habitualmente se reune en la cervecería llamada "Kronen", envueltos en una vorágine permanente de alcohol, drogas, sexo y punk rock. Constituye la primera parte de una tetralogía que el autor completaría más adelante con "Mensaka", "Ciudad rayada" y "Sonko 95".

La juventud del autor y la originalidad del relato despertaron la curiosidad del productor Elías Querejeta y del director Montxo Armendáriz, que decidieron llevar la historia a las pantallas cinematográficas. Para encarnar a los convulsos personajes, escogieron a una serie de entonces jóvenes promesas del cine español: Juan Diego Botto, Jordi Mollá, Aitor Merino, Eduardo Noriega y Cayetana Guillén Cuervo, algunos practicamente contemporáneos y de la misma edad que Mañas el escritor.

El film fue galardonado con el Premio Goya al mejor guión adaptado en 1996.

Carlos, el protagonista, es interpretado por Juan Diego Botto, cuyo trabajo mejora sustancialmente a medida que va avanzando el film. Es un joven de 21 años, depredador, irreverente, cínico, irresponsable, libertino y egoista, que se aprovecha de la bonanza económica de su familia para dilapidar sus recursos en alcohol y drogas.



Juan Diego Botto es Carlos



A su lado, se define el personaje de Roberto (descollante y camaleónico Jordi Mollá), amigo y confidente de Carlos, por el que siente además un fuerte atractivo homosexual. Roberto reprocha a su amigo su descarnada y materialista visión de la vida, de la cual sus actos (borracheras, abuso de las drogas, sexo descontrolado) son fiel reflejo. A su vez, carente de valentía e incapaz de imitar a su ídolo, busca refugio en el alcohol, los porros, la cocaína, los ácidos y el sexo oral con travestidos.



Jordi Mollá es Roberto




Carlos y Roberto sienten una morbosa atracción por las snuff movies. Tal vez no resulte entonces una coincidencia la breve y chulesca aparición en este film del atractivo Eduardo Noriega, que protagonizaría el papel del enigmático Bosco en "Tesis" (Alejandro Amenábar, 1996).


A la sombra de Carlos y Roberto se mueven otra serie de personajes; de entre todos ellos destacaría a Pedro (Aitor Merino), diabético, con un solo riñón, frágil y endeble, figura que me trajo a la memoria a aquel inolvidable Platón de "Rebelde sin causa", infortunado protagonista de esa snuff movie accidental en que se convierte la orgía de alcohol, sexo y drogas de su último cumpleaños.


En esta película, existen varias escenas que se desarrollan en conciertos con fondo musical de grupos indie y punk cañeros. Pronto se asoció el éxito de "Historias del Kronen" al de su banda sonora, de la que despuntó el tema "Chup, chup", de Australian Blonde.


http://www.youtube.com/watch?v=V7_u5sPF6QI


CONSUMO DE COCAÍNA



Al igual que la novela "Historias del Kronen" y su película homónima, a la década de los 90 también pertenece el libro "Cocaína. Abuso. Nuevos enfoques en investigación y tratamiento", de Henry Spitz y Jeffrey Rosecan, de la Universidad de Columbia, todo un clásico hoy en día. En su prefacio, podemos leer:

"el abuso de la cocaína ha alcanzado proporciones epidémicas muy notables en los EEUU... Las muertes relacionadas con la cocaína en los servicios de urgencias han aumentado un 200% desde 1976..."


En España, la situación resulta todavía más alarmante. En junio de 2007, el diario El País publicaba unos datos estremecedores: por primera vez en la historia nuestra nación superaba la tasa de consumo de cocaína de los EEUU, cuadriplicando de paso la media europea.

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/consumo/cocaina/Espana/supera/primera/vez/EE/UU/elpepusoc/20070626elpepusoc_1/Tes

Si no fuera por lo preocupante de las noticias, estas informaciones publicadas por el diario El Mundo a finales del 2006 pudieran incluso resultar jocosas: el 94% de los billetes que circulan por el territorio patrio contiene restos de cocaína. Y, enn otro ranking ciertamente particular, España ocupa el tercer puesto mundial respecto a las incautaciones de esta droga, por detrás de Colombia y los EEUU.




EPISTAXIS POR COCAINA


En varias escenas de esta película, observamos cómo Carlos sangra repetidamente por su nariz. La cocaína es un potente vasoconstrictor. Su inhalación crónica puede provocar a largo plazo daños en las vías respiratorias altas y complicaciones a nivel general:
  • Perforación del septum anterior, que muchas veces puede pasar inadvertida.
  • Necrosis cartilaginosa, con epistaxis, ulceraciones e infecciones sinusales.
  • Perforaciones palatinas.
  • Accidentes cerebrovasculares hipertensivos o hemorrágicos.
  • Infarto agudo de miocardio, por el vasoespasmo coronario.
  • Miocardiopatía.
  • Edema agudo de pulmón.