Estamos de celebración. Tercer aniversario de este blog que pretende auscultar las cintas cinematográficas y observar desde la óptica de las cámaras cómo se enferman y se curan los seres humanos en la ficción de las pantallas. Disfrutando todavía de un caluroso verano, con tal motivo conmemorativo elegimos hoy una película especial, cuya acción nos traslada a los gélidos paisajes invernales de Canadá.
"Lars y una chica de verdad" (Craig Gillespie, 2007), con guión de Nancy Oliver, nos propone una historia original, fantástica, inverosimil y divertida, si bien los amores más o menos bizarros entre un hombre y una fémina artificial ya han sido tratados en el mundo del 7º Arte desde perspectivas muy personales y con resultados muy dispares, como por ejemplo en "Tamaño natural" (Luis García Berlanga, 1973) o en la más reciente "Air Doll" (Hirokazu Koreeda, 2009).
Michel Piccoli, pasión por el látex
"Air Doll", muñeca hinchable contemporánea
Sin embargo, en la obra de Gillespie la concupiscencia está ausente. Más bien podríamos hablar de un amor lírico, puro y espiritual. El crítico Antonio Weinrichter, desde las páginas del diario ABC, la calificó en su día como "una comedia casta, suave y melancólica", mientras que Jordi Costa, de El País, la consideró como una comedia "negrísima".
Otras críticas complementarias de esta información pueden consultarse en:
Desde el punto de vista médico, estaríamos ante un caso patológicodelirante. El actor canadiense Ryan Gosling encarna convincentemente a Lars Lindstrom, un muchacho solitario e introvertido que presenta dificultades para relacionarse con los demás. Por ejemplo, rehuye del contacto físico, los abrazos, porque siente que le queman. La interpretación de Gosling resulta muy meritoria, pues enriquece al personaje con una serie de gestos y de tics dotados de una manifiesta naturalidad .
Lars tal vez pudiera padecer algún tipo leve de trastornodisociativo - autista o incluso un trastorno bipolar. Su madre falleció al darle a luz, y junto a su hermano mayor Gus (Paul Schneider) creció bajo el cuidado de un padre puritano y autoritario. Para abrigarse, Lars mantiene alrededor de su cuello una toquilla de recién nacido, al parecer tejida por su madre mientras estaba embarazada de él. A modo de un cordón umbilical permanente éste es el vínculo sentimental que le mantiene unido a ella.
Ryan Gosling consigue un retrato muy particular de Lars
Uno de los personajes más interesantes de esta película es el de la Dra. Dagmar (Patricia Clarkson), médico de familia con amplia formación en Psicología que atiende a la comunidad. Ella no piensa que Lars padezca una esquizofrenia o una psicosis, ni que su trastorno tenga un origen genético u orgánico cerebral.
Patricia Clarkson es la Dra. Dagmar
Como terapia "familiar y colectiva" la Dra. recomienda a Gus y su esposa Karin (Emily Mortimer) que le sigan la corriente a Lars, pues parece proyectar en la muñeca Bianca sus sentimientos, inquietudes y anhelos. En cierta manera, la chica de látex se convierte en la voz silente de la atormentada mente de su joven novio. Y para la Dra. Dagmar este hecho tan singular se convierte en una suerte de tratamiento del otrora retraído Lars.
En la sala de espera...
Los expertos sostienen que una idea delirante debe cumplir una serie de requisitos, que la diferencien, por ejemplo de otro tipo de convicciones más o menos heterodoxas. De esta manera, un delirio es una idea imperturbable que se basa en una lógica inadecuada. Lars construye su delirio sobre una muñeca de látex a la que él ha dotado de nombre, nacionalidad (brasileña de origen danés, morena y hermosa, diferente de las mujeres de su entorno), pasado, personalidad... Lars corrige la imposibilidad de su idea desplazando a Bianca en una silla de ruedas o comiéndose la comida que ella no puede deglutir. Con la ayuda de su pequeña comunidad, el delirio de Lars se prolonga gracias a la protección humanitaria de su entorno (familia, médico, amigos, iglesia).
La racionalidad de Gus, convencido de la locura de su hermano y de la necesidad de su internamiento terapéutico, colisiona con las posturas conservadoras y caritativas de Karin, la Dra. Dagmar y del resto de la comunidad, dignas de un guióndel más bondadodo Frank Capra. En la sombra, quizás enamorada de Lars y a la espera de su curación, aguarda la frágil e inmadura Margo (Kelli Garner).
El restablecimiento de Lars llevará irremediablemente a la desaparición de Bianca.
CINEFAGIA
Existe una escena capaz de condensar la filosofía de este film; cuando los Lindstrom salen de los oficios religiosos, la compasiva Sra. Gruner (Nancy Beatty) le regala a Bianca una cesta repleta de flores. Lars se acerca a su novia de siliciona y le susurra al oido: "son bonitas ¿eh?; no son de verdad, durarán para siempre..."
Lars le lee a Bianca un fragmento de "Don Quijote", aquel inmortal delirante que amaba una ilusión llamada Dulcinea...
Durante el rodaje de la película, la muñeca Bianca fue tratada como una actriz más, disponiendo de su propio trailer donde era vestida y preparada para las escenas en las que tenía que participar.
"Nuestro trabajo consiste en aumentar la salud... significa mejorar la calidad de vida, no sólo retrasar la muerte".
Patch Adams a Truman, en "Patch Adams"
¿Es Patch Adams un excéntrico, un pacifista, un loco, un payaso, un charlatán, un iluminado, un revolucionario, un visionario...?, ¿o tal vez un médico construido a partir de una aleación muy especial y resistente? Parece ser que durante su formación académica las calificaciones obtenidas en la Facultad de Medicina de Virginia fueron excepcionales..., por lo tanto, desde la ortodoxia de las cátedras concedámosle el beneficio de la duda.
Una de las virtudes del cine es cambiar a realidad. Ahí radica su magia. Por eso nos entretiene, nos fascina, nos seduce. Cuando observamos una película basada en un libro y posteriormente releemos sus páginas, el aspecto de los personajes mudará en nuestra imaginación quedando dicha identificación literaria modificada para siempre. Por estas razones tan sutiles Tarzán se convirtió en Johnny Weissmuller, Superman en Christopher Reeve, Don Vito Corleone en Marlon Brando, Drácula en Bela Lugosi, Josef Mengele en Gregory Peck y Patch Adams en Robin Williams. Un proceso totalmente inverso al ocurrido con Charlot, por ejemplo, porque Charles Chaplin ha quedado indisolublemente metamorfoseado en su entrañable personaje.
Conocí al verdadero Patch Adams en circunstancias anecdóticas. Tras escuchar durante tres horas un interminable debate de expertos sobre el tratamiento de la hipertensión arterial, una tormentosa cefalea me provocaba tanto disconfort que me mantenía distraído. Entonces el Dr. Adams hizo su aparición, sigiloso. Verdaderamente, me pareció la antítesis de Robin Williams, muy alto (1.93 metros frente a los 1.73 del actor), vestido de forma estrafalaria (es su uniforme habitual para provocar emociones), el cabello azulado recogido en una larga coleta y un bigote con las puntas retorcidas hacia arriba. Del lóbulo de su oreja izquierda colgaba un pendiente en forma de tenedor...
El verdadero Patch Adams
Un calor tedioso atenazaba a la sala; la audiencia, formada mayoritariamente por médicos, tampoco parecía estar demasiado por la labor. Mi dolor de cabeza desapareció cuando me concentré en un breve vídeo mostrando a Patch Adams en un parque de Arequipa (Perú) atendiendo a una pequeña con parálisis cerebral sentada en una silla de ruedas. De repente, entendí su mensaje, la idea central sobre la que versa la película "Patch Adams" (Tom Shadyac, 1998), una máxima sencilla quizás demasiadas veces olvidada por culpa de nuestra cotidiana desidia profesional; y es que casi sin quererlo nos hemos acostumbrado a tratar enfermedades y no a enfermos.
Saludando al más puro estilo Patch Adams
El mayor pecado de la medicina contemporánea radica en su deshumanización. Los pacientes se convierten en números, códigos, se encasillan en patologías, compartimentos estancos donde la compasión está ausente, mientras lo único importante son las cifras, las listas de espera, los tiempos medios, la duración de las estancias hospitalarias, los presupuestos, el gasto farmacéutico... Al ingresar en un hospital, perdemos nuestra esencia, nuestra individualidad, pasando a ser reos del más desamparado de los anonimatos. Y la atención primaria, muchas veces con la complicidad involuntaria de los propios pacientes, descuida también su principal cometido, pues todo el mundo parece haberse olvidado del significado de salud y calidad de vida.
LA PELÍCULA
Por cierto, Patch Adams no quedó demasiado contento con el resultado de la misma, sobre todo por la diferencia entre sus honorarios y los que Robin Williams se llevó para casa en los bolsillos... En sus propias palabras, si bien el film sirvió para popularizar su modus operandi, no le ha aportado mayores beneficios a su proyecto: la construcción de un ameno y original hospital gratuito en el medio de los bosques del condado de Pocahontas, en Virginia Occidental.
El guión es de Steve Oederkerk, basado en el libro "Gesundheit: Good Health is a Laughing Matter", escrito por el propio Patch Adams y Maureen Mylander. Ella también es la coautora de "Gesundheit!", un segundo libro escrito por el Dr. Adams y definido como el primer bestseller detrás de la película. Su edición original me ha servido para recopilar a partir de las primeras fuentes algunas de estas informaciones, como por ejemplo la veracidad de la escena de la película en la que Patch Adams llena una habitación con globos, de manera que las personas en su interior, aún sin poder verse, perciben perfectamente el movimiento de los otros "invitados".
La infancia y la adolescencia de Patch Adams estuvieron marcadas por la muerte: primero, la del padre, militar de profesión veterano de la II Guerra Mundial y de Corea, víctima de un trastorno por estrés postraumático y fallecido a consecuencia de un infarto de miocardio. La figura paterna fue reemplazada por la de un tío, que desafortunamente acabaría suicidándose.
Pacth fue un chico enfermizo, afectado por unas terribles úlceras pépticas (tratadas a base de Gelusil ®, Librium ® y Rubinol ®). Abandonó los estudios e ingresó voluntariamente en una institución psiquiátrica, el Fairfax Hospital, en Virginia. Es cierto que a raiz de tan particular experiencia (convivir en la misma habitación con Rudy, un paciente psiquiátrico) descubrió "la luz", es decir el inmenso poder curativo del amor, de la comunicación y de la diversión. Decidió convertirse en un "estudiante de la vida", una especie de sociólogo sanador interesado en la infinita variabilidad del comportamiento humano. Otro dato fidedigno que aparece en la película es ese experimento llevado a cabo por Patch Adams, que llamaba indiscriminadamente por teléfono a números equivocados para hablar con la gente, o las conversaciones expontáneas entabladas con desconocidos por la calle, en los bares, incluso en los ascensores de los edificios públicos. Haciendo caso a sus propias palabras, llegó a asistir tanto a las reuniones del Ku Klux Klan como a las de los Musulmanes Negros, tratando de entender sus ideas...
Además de estudiar medicina, su formación autodidacta le llevó a leer las obras de los clásicos, desde Platón y los demás filósofos griegos hasta los maestros de la literatura universal, como William Faulkner o Thomas Mann. Y también leyó a Nikos Kazantzakis, especialmente "Zorba el Griego". A nuestra memoria acude ahora la excepcional interpretación que Anthony Quinn hizo de tan vitalista personaje en "Zorba el Griego" (Michael Cacoyannis, 1964).
Según el propio Dr. Adams, el cine y la literatura le han servido para conocer la idiosincracia de otros países. En el caso concreto de España, confesó su predilección por las obras de Pedro Almodóvar y Alejandro Amenábar, en nuestra modesta opinión excepcionales artistas, pero con una visión tan personal de la realidad que pueden irremediablemente deformarla... Respecto a los modelos profesionales de su etapa universitaria, Patch Adams se confiesa devoto de los doctores Albert Schweitzer (¿en honor a él su impresionante mostacho?) y Thomas A. Dooley.
Dr. Albert Schweitzer
Dr. Thomas A. Dooley
Quizás la película haya perjudicado la ontología de Patch Adams, tal vez centrándose en imprecisiones (Patch no se graduó con el culo al aire) y anécdotas divertidas capaces de atraer al espectador hacia las taquillas. A lo mejor él no represente más que un charlatán, un ególatra, un excétrico o un visionario. Pero, para algunos de nosotros, este film ha servido para descubrirnos a un colega muy particular, que nos propone humanizar nuestra profesión, despertando nuestras anquilosadas conciencias con verdades demoledoras, auténticos puñetazos camuflados bajo la inocente influencia de una roja nariz de payaso.
Sobre esta película existe un ensayo muy recomendable firmado por Steven C. Scheer en su libro "Hollywood Values", que puede consultarse en el siguiente vínculo:
En la película, Patch Adams conoce a Corinne Fisher (Monica Potter), una compañera de facultad que terminará siendo su novia. Este personaje nunca exitsió en la realidad, aunque está inspirado en Linda Edquist, la verdadera esposa del protagonista.
Como toda figura pública y famosa, la de Patch Adams tampoco ha conseguido mantenerse al margen de la polémica.Linda estuvo casada con él durante 26 años y tuvieron dos hijos, aunque actualmente están divorciados. Patch Adams ha abandonado el ejercicio de la medicina y se ha volcado con su movimiento lúdico y terapéutico tratando de recaudar los fondos necesarios para su hospital "cómico"; Linda sostiene que ha recaudado más de un millón de dólares... Él asegura que nunca ha ganado un centavo con la práctica de la medicina...
Tal vez inspirados en propuestas similares, existen movimientos protagonizados por médicos y otros profesionales que tratan de crear un ambiente más cálido y humano para los enfermos hospitalizados, como por ejemplo los Doctores Bola Roja:
Y como en todo film que se preste, el verdadero Dr. Hunter Patch Adams también realizó un cameo, apareciendo entre el público que escucha el alegato que el protagonista hace en su propia defensa ante aquellos que quieren impedir su graduación.
"Vivimos de recuerdos, ¿verdad Grazia?; ¿qué harías si no tuvieras recuerdos?"
Gracias a "La escapada" (Dino Risi, 1962), descubrí il ferragosto, esa festividad italiana que cada año conmemora el tradicional fin de las labores agrícolas durante el 15 de agosto. En esa misma fecha, deambulando por una Roma desierta, el imperioso y vitalista Bruno Cortona (incomensurable Vittorio Gassman) arrastra al apocado estudiante de Derecho Roberto Mariani (Jean-Louis Trintignant) a un viaje en descapotable que finalizará en tragedia...
Gassman y Trintignant en "Il sorpasso" (Dino Risi, 1962)
El polifacético Gianni di Gregorio es el director, co-guionista y actor principal de "Vacaciones en ferragosto" (2008), una sencilla comedia capaz de aflorar en nuestros labios una piadosa sonrisa.
El argumento es simple. Gianni es un solterón que habita en Roma junto a Valeria (Valeria de Franciscis), su anciana madre. Fumador empedernido y devoto del vino blanco, ha aceptado vivir resignadamente su cotidiana rutina. Parece conforme y feliz, pero poco a poco ha ido acumulando una serie de deudas con la comunidad de vecinos, compromiso que le será condonado por Alfonso (Alfonso Santagata), el administrador comunal, a cambio de que Gianni cuide a su madre Marina (Marina Caccioti) y a su Tía María (María Calì) durante el ferragosto.
Gianni de compras en la tienda
La trama se enreda todavía un poco más cuando Marcello (Marcello Ottolenghi), médico de cabecera y amigo de Gianni le pide también que se haga cargo durante tan particular jornada de su madre Grazia (Grazia Cesarini Sforza); el galeno tiene guardia en el hospital y la cuidadora habitual de la anciana ha viajado a Rumanía...
¿Cómo actuaríamos cualquiera de nosotros si, de repente, tuviéramos que atender a 4 ancianas? Gianni es un desafortunado, pues la salud de las viejecitas es mucho mejor que la suya propia: el médico le ha diagnosticado hipertensión arterial y una angina estable.
La coqueta Valeria se acicala todos los días con gran decoro... La Tía María padece arteriosclerosis cerebral, pero sigue preparando la mejor pasta al horno de Italia... La testaruda Marina se fuga por la noche para beber y a fumar en los bares. El sufrido Gianni consigue traerla de vuelta a casa a duras penas, hazaña que le cuesta además una buena borrachera... Finalmente, la frágil Grazia es alérgica a la lactosa, debe tomar amlodipino para tratar su hipertensión y domperidona para su dispepsia funcional...
Buscando la materia prima para cocinar la comida de ferragosto, con la ayuda de su inseparable Vikingo (Luigi Marchetti) Gianni recorre en motocicleta las calles semidesiertas de la ciudad eterna, recordándonos aquellos otros paseos cinematográficos protagonizados en su día por Gregory Peck y Audrey Hepburn en "Vacaciones en Roma" (William Wyler, 1953) o por el emotivo Nanni Moretti en "Caro diario" (1993).
Los críticos coinciden al destacar la amabilidad con la que Gianni di Gregorio retrata a las ancianas, muy lejos de los estereotipos que consideran a las personas mayores un estorbo o una pesada carga.
Vemos como a Valeria no le gusta imaginarse al mosquetero D´Artagnan tal y como lo describe en sus páginas Alejandro Dumas, como Grazia recuerda con nostalgia las casas en las que ha vivido a lo largo de su vida, como la Tía María ayuda a Gianni a preparar la cena o como Marina quiere cantarle una nana a su cuidador para que se duerma...