domingo, 24 de enero de 2010

SICKO



Cuando vi por primera vez "Sicko" (Michael Moore, 2007) me llamó la atención que un tipo de aspecto tan poco saludable como este polémico director y guionista se preocupara tanto por la salud, balanceándose por los fotogramas con esa característica dificultad suya, plantígrada, colosal, viva consecuencia de su talla y sobrepeso, 182 cm de real humanidad tocados por sempiternas gorras de beisbol y que contemplados en la pantalla semejan todavía magnificados. Pronto caí en la cuenta de que el objeto de sus cuitas no era su propio estado de salud, sino más bien el grado de bienestar colectivo, concretamente las condiciones sanitarias de los habitantes de la nación más poderosa de la Tierra.





El título de la película juega con las palabras inglesas "
sick", enfermo, y "psico", que en este caso aludiría a la inestabilidad psicológica y al pesimismo vital inherentes a toda situación de enfermedad... Además de a su madre, Moore dedica la cinta al celebrado escritor Kurt Vonnegut, fallecido apenas unos meses antes del estreno, y caracterizado por la brillante acidez con la que criticó a la apesebrada sociedad norteamericana de la era Bush. Tampoco Moore pudo evitar no incluir en esta película su habitual chanza a los habituales lapsus linguae cometidos por Bush Jr en sus discursos. La herida abierta por los atentados de las Torres Gemelas todavía exuda pus por aquellos pagos, pues los héroes enfermos del 11S se quejan amargamente del abandono y del olvido que sufren por parte de las autoridades..

Visto desde nuestra perspectiva particular, todos los que somos beneficiarios de un servicio sanitario público, universal y equitativo (por lo menos en la teoría) nos cuesta entender la situación estadounidense, máxime cuando allí sin embargo sí existe una cobertura universal y gratuita (mejor dicho, pagada religiosamente por los impuestos de los contribuyentes) de otros servicios públicos como la enseñanza, las fuerzas de seguridad estatales o el correo postal. El porcentaje del PIB dedicado por los
EEUU a la sanidad es superior al de otros países como Francia, Reino Unido o España (todavía aquí muy mejorables), que sin embargo presentan resultados mejores que los norteamericanos, como por ejemplo respecto a la esperanza de vida o a la mortalidad infantil.

El matrimonio
Clinton intentó desde el gobierno de la nación implantar un sistema sanitario semejante al existente en Canadá, Francia, el Reino Unido o España, por ejemplo. Fue una lástima que Moore no decidiera viajar a nuestro país para filmar las excelencias de nuestra asistencia sanitaria...; el resultado final de su película hubiera ganado mucha sustancia. Pero especialmente Hillary Clinton hubo de enfrentarse a la potencia de las aseguradoras privadas norteamericanas, que terminaron por doblegar sus solidarias intenciones a golpe de talonario, por supuesto. Dicen los expertos que el presidente Obama intenta recoger el testigo que en su día los Clinton dejaron caer al suelo...

No pretende ser nuestra intención ensalzar aquí las excelencias de un sistema sanitario como el español lastrado por determinadas bolsas de ineficiencia, léase por ejemplo los excesivos tiempos en la demora asistencial o las listas de espera... Moore se entretiene en la sanidad canadiense por simple vecindad. Un sistema que por cierto tampoco ha escapado del vitriolo crítico cinematográfico, y puestos al caso recordemos las divertidas irreverencias de
"Las invasiones bárbaras" (Denys Arcand, 2003).

Por cierto, a propósito de la sanidad canadiense. En este documental Michael Moore entrevista a Larry Gutfree, un veterano golfista que sufrió la rotura de su bíceps izquierdo jugando en EEUU. La operación para solucionar su problema pudo haberle costado unos 24000 dólares, a pesar de disponer de un seguro internacional. Larry descubre a Michael la figura de Tommy Douglas, político socialdemócrata canadiense, líder del primer gobierno socialista en Norteamérica y pionero del sistema sanitario público universal en Canadá. Larry, como todos los canadienses, admira la figura política de Douglas... a pesar de declararse conservador... Porque el dolor y la solidaridad no entienden de colores políticos.




En Gran Bretaña, escuchamos los logros obtenidos desde la implantación del sistema sanitario público en boca de Tony Benn, el veterano político laborista que ocupó altos cargos de responsabilidad durante la década de los 70 dentro de los sucesivos gobiernos presididos por Harold Wilson.



Tony Benn

"Sicko", marcada por la clara intencionalidad reprobatoria del autor, contiene escenas curiosas, quizás sesgadas, como una de las iniciales en la que un herido llamado Adam se sutura con pasmosa habilidad una herida incisa en su rodilla derecha, tras haber sufrido un supuesto accidente, o la parte desarrollada en Cuba, donde todo lo que se nos muestra es idílico y amable, especialmente la profesionalidad de los médicos de la isla dotados para la ocasión con flamantes equipos diagnósticos hospitalarios de tecnología puntera, y que quizás no se correspondan con los testimonios de esos otros sanitarios formados en las mismas facultades cubanas y exiliados en diferentes países del mundo, incluyendo España. Décadas de bloqueo han provocado la escasez de los medios necesarios para que la medicina cubana traslade sus postulados teóricos (especialistas en Salud Pública) a la práctica cotidiana. Recordemos simplemente aquí como apunte el constante envío de medicamentos desde España a esa nación hermana. Por cierto, la aventura caribeña del polémico cineasta todavía tiene abiertas causas pendientes con la justicia norteamericana...

Otro detalle que me llamó la atención es el precio de las medicinas. En España, los pensionistas no pagan nada en la farmacia por los medicamentos prescritos en la recetas médicas del Sistema Nacional de Salud. La aportación de los pacientes activos (no pensionistas) varía según el tipo de medicación. En esta película, Michael Moore viaja a Gran Bretaña para conocer la excelencias de su sistema sanitario, el National Health Service (NHS). Se sorprende al constatar que el precio unitario en farmacia para todos los medicamentos es de 6.65 libras esterlinas, aproximadamente unos 10 dólares, excepto para las medicinas necesarias en los menores de 16 años y en los mayores de 60, cuyo coste supondría cero.

Cuando Moore viaja a Cuba con los enfermos veteranos del 11S, observamos cómo Reggie Cervantes se queja del precio de la medicación que debe tomar para tratar su bronquitis crónica. En la pantalla no se distingue bien qué tipo de tratamiento es, pero parece tratase de un inhalador, probablemente bromuro de ipratropio, un anticolinérgico, o salbutamol, un agonista beta-2 adrenérgico, ambos con efectos broncodilatadores.

En España, el precio de una unidad de Atrovent ® (bromuro de ipratropio) es de 6.41 euros. Reggie se queja amargamente; en EEUU, su inhalador le costaría 120 dólares, y ella necesita 2 unidades cada mes. Su pensión es de 1000 dólares. En Cuba, observamos cómo la misma medicación le cuesta en la farmacia 3.20 pesos cubanos, al cambio unos 5 centavos de dólar. En Internet puede comprarse un inhalador de Atrovent con 200 dosis por 32 dólares. El precio bajaría hasta los 20 dólares en caso de adquirir 4 envases... La página web de venta farmacéutica on line consultada informa que este medicamento puede adquirirse en Canadá aún a menor coste. En Méjico sucede algo semejante..., de ahí la peregrinación de enfermos estadounidenses hacia sus paises vecinos del Norte y del Sur para comprar las medicinas que necesitan.

En España, el precio (PVP) del popular broncodilatador Ventolin ® (salbutamol o albuterol) ronda los 4.62 euros; otra marca comercial, el Salbutamol Aldo-Union ® tiene un precio de referencia de 3.75 euros. Sin embargo, en Internet puede encontrarse a 36 euros la unidad. En Méjico, por ejemplo, su precio puede oscilar entre los 50 y los 200 pesos...

EL SALARIO DE LOS MÉDICOS

Al igual que ocurre en España, los médicos de atención primaria británicos (GP - general practitioners) son asalariados estatales, con la diferencia de que allí están mucho mejor pagados, gestionan mejor su trabajo y son más operativos. Este sistema retributivo es la antítesis del norteamericano, donde el profesional generalmente trabaja para empresas privadas y mutuas aseguradoras. En esta película, el médico entrevistado por Michael Moore, confiesa ganar unas 100000 libras esterlinas anuales (algo más de 110000 euros) conduce un flamante Audi y vive con su familia en una bonita casa de tres pisos en Cranish... En España, desafortundamente, la realidad es bien distinta...

EL DESAMPARO

Las escenas más duras de este film recogen el testimonio de los pacientes abandonados por el sistema. Paradójicamente, el desamparo se hace extensible tanto a los ciudadanos que disponen de un seguro sanitario como a los que no. La imagen pública de las grandes aseguradoras, norteamericanas como por ejemplo Aetna, Kaiser Permanente, Cigna, Blue Cross of California, Humana... sale muy mal parada. La beneficencia ha de hacerse cargo de los enfermos sin recursos que practicamente son expulsados de los hospitales, abandonados en las aceras por un taxi que les traslada hasta la puerta de este tipo de instituciones. Para ilustrar este tipo de desdichas Michael Moore elige un ejemplo ambientado en el Downtown de Los Ángeles...

Para todos los que todavía no hayan visto este documental, en el siguiente enlace se explica cómo fue realizado:

sábado, 9 de enero de 2010

MUERTE EN VENECIA



"Los hombres no saben por qué les satisfacen
las obras de arte. No son verdaderamente
entendidos, y creen descubrir innumerables
excelencias en una obra, para justificar su
admiración por ella, cuando el fundamento íntimo
de su aplauso es un sentimiento imponderable
que se llama simpatía"...

"La Muerte en Venecia". Thomas Mann


Algunas veces, desfortunadamente cada vez más contadas, la simple contemplación de una película nos llena de satisfacción. Y un suceso tan sencillo y embriagador indefectiblemente obliga a nuestra curiosidad a que traspase un misterioso umbral, impulsada por una sed o un apetito todavía no saciados.

Incluso el trailer de "Muerte en Venecia" (Luchino Visconti, 1971), con el vapor Esmeralda, de Ancona, aproximándose a la ciudad entre las brumas del alba, es capaz de provocarnos ese extraño efecto, comparable al aturdimiento de aquel inexistente síndrome de Stendhal. Privilegiados, asistimos a la representación de una obra maestra elaborada minuciosamente por un artista que a su vez se ha inspirado en una breve maravilla, "La Muerte en Venecia" de Thomas Mann. Y por si esta empresa resultara incompleta, insuficiente, la música de Gustav Mahler, con el inmortal "Adagieto" de su 5ª Sinfonía, quedará para siempre identificada con la banda sonora.






"y comprendió entonces que llegar
por tierra a Venecia, bajando en la estación,
era como entrar a un palacio por la escalera
de servicio. Había que llegar, pues, en barco
a la más inverosímil de las ciudades"...





En nuestro caso particular, el cine precedió a la literatura. La cinta de Visconti sirvió para revelarnos la novela de Thomas Mann, mejor dicho, para estimular nuestra lectura de la misma, despertar nuestro interés por la música de Mahler, y por supuesto, la pasión por Venecia, amor platónico quizás del que la dura realidad conseguirá desengañarnos algún día.






Thomas Mann (1875 - 1955)


Paradojas de la vida, el flechazo por Venecia surgió una gélida mañana invernal en Londres, mientras visitaba la National Gallery, cuando descubrí toda la magnificencia concentrada en ese culmen de perspectiva y luz llamado "La regata vista desde Ca Foscari" (1727), del inconmensurable maestro Giovani Antonio del Canal, Canaletto.







Hasta aquí mi fascinación cinéfila... "Muerte en Venecia" tiene su entrada en este blog porque en el desarrollo de su acción aparecen dos enfermedades bien diferentes. Por un lado, el cólera, una patología colectiva, una epidemia ambientada en la ciudad de los canales a principios del siglo XX. Pero también está presente la cardiopatía isquémica que en nuestra humilde opinión afectaría a Gustav Von Aschenbach (interpretado por el decisivo y manierista Dirk Bogarde), un afamado compositor que consume sus últimos días en la procura de la inspiración y de la belleza. Todo ello lo encontrará en el rubio efebo Tadzio (Bjorn Andresen), desde entonces uno de los iconos gay por excelencia, del que se enamorará perdidamente. Para este papel, Visconti realizó cientos de pruebas de casting, hasta que en Estocolmo encontró a este joven actor de 16 años. Incluso llegaría a pensar en Miguel Bosé, su ahijado, que con 15 años comenzaba su polifacética carrera profesional.


Bjorn Andresen es Tadzio

Cuentan también que Visconti estuvo a punto de elegir a Marcello Mastroianni como protagonista de este film; al final se inclinaría por Bogarde, menos latino y más centroeuropeo, y con el que ya había trabajado en 1969 durante el rodaje de "La caída de los dioses". Burt Lancaster estuvo muy interesado en que le adjudicaran ese papel..., pero el destino ya le había dado su gloria en una anterior obra maestra: "El gatopardo" (Luchino Visconti, 1963).

En el guión, Nicola Badalucco y el propio Visconti cambiaron la profesión de Aschenbach, escritor en la obra de Thomas Mann, convirtiéndolo en este film en un afamado compositor y director. Bogarde se inspiró en la vida de Gustav Mahler para darle a la interpretación de su personaje una mayor credibilidad.



LA HISTORIA CLÍNICA DE GUSTAV VON ASCHENBACH






Dirk Bogarde es el desmedrado Gustav Von Aschenbach



Investigando en la novela de Thomas Mann, descubrimos que la infancia de este personaje estuvo lastrada por su complexión frágil y su salud quebradiza. Debido a estas especiales circunstancias, su talento hubo de cultivarse en el ámbito exclusivamente doméstico, una educación sin compañeros ni amigos en el seno de una acomodada familia bávara; entre sus ascendientes más inmediatos figuraban funcionarios estatales y algún que otro pastor eclesiástico, su padre había sido un alto funcionario judicial y su madre hija de un director de orquesta originario de Bohemia.

A los 35 años enfermó en Viena, por causas desconocidas. De carácter estoico, aún con 40 y 50 años se duchaba con agua fría todas las mañanas, entregándose después a la disciplina de su trabajo creativo.

La muerte súbita de Aschenbach mirando al mar, sentado en la playa en una silla de tijera, su hábito tabáquico y las frecuentes crisis de dolor que atenazan su pecho, nos hicieron pensar que tal vez pudiera padecer una angina de pecho inestable. Es necesario aclarar que en las páginas de la novela de Mann no aparece por ningún lado referencia alguna sobre una grave enfermedad del protagonista, que tampoco fallece infectado por el cólera.



EL CÓLERA EN VENECIA



"Así era Venecia, la bella
insinuante y sospechosa; ciudad encantada de
un lado, y trampa para los extranjeros de otro,
en cuyo aire pestilente brilló un día, como pompa
y molicie, el arte, y que a los músicos prestaba
sones que adormecían y enervaban"...



La plaza de San Marcos, la Piazzeta, el Gran Canal, el puente de Rialto, San Michele o la isla del cementerio... Tal vez agobiado por la monotonía de Munich, Aschenbach dedice viajar hasta Venecia. El film está cargado de simbolismo. La imagen enfermiza del protagonista sobre la cubierta del barco, encogido, cobijado a pesar del calor que el siroco expande sobre la ciudad, la hermosa metáfora de la sombría góndola que le traslada hasta su refugio en el Lido, la playa que se extiende al este de la capital del Véneto, negro y confortable ataud que se desplaza lentamente sobre las aguas turbias, nave que Caronte guía sobre la laguna Estigia..., la fugacidad del tiempo y de la vida que se escapa simbolizados en el reloj de arena roja..., la vieja cámara fotográfica abandonada sobre un trípode, cubierta con una tela negra, como si alguien se la hubiera olvidado así, sobre la pálida superficie de la playa...

Las esquinas de la ciudad se encuentran empapeladas por un bando que alerta a la población sobre el desarrollo de molestos cuadros intestinales, simples gastroenteritis asociadas al consumo de ostras y marisco, y al estancamiento del agua en los canales... En varias escenas observamos el humo ennegrecido que emana de múltiples hogueras y fogatas, todavía medio encendidas en el centro de las plazas y del cruce de las calles.

Recordemos que hasta que en 1854 Filippo Pacini descubrió el Vibrio choleare, la bacteria causante de esta enfermedad infecciosa, muchos creían en la teoría miasmática de su contagio, contra el cual recomendaban el fuego y el humo, incluso el que se esparcía después de una buena descarga de pólvora. En la película, nadie quiere reconocer la situación de cuarentena en la ciudad, pues al igual que en la actualidad, el turismo suponía la mayor fuente de ingresos para sus habitantes. Los diarios locales apenas daban noticias de muertes aisladas y todo el mundo, como en una confabulación, le echa la culpa del mal al viento y al clima... Aschenbach asiste personalmente al desmayo de un mendigo moribundo en la estación, sin que nadie le preste la más mínima atención al desdichado...

Por fin, tras cierto reparo inicial, un funcionario de una sucursal bancaria le cuenta a Aschenbach la realidad sobre la epidemia de cólera en Venecia. Desde la India, la plaga se había ido extendiendo por China, Afganistán y Persia. Siguiendo la ruta de las caravanas, había alcanzado Moscú. Mientras Europa tomaba medidas para evitar su llegada por tierra, el cólera viajó por el Mediterráneo a bordo de algunos barcos sirios, infectando así diferentes puertos: Tolón, Málaga, Palermo, Nápoles... Justo antes del verano, durante el mes de mayo, aparecieron las primeras víctimas de la enfermedad en Venecia... Poco a poco fueron apareciendo más casos por los barrios y un turista austríaco murió de regreso a su país por culpa de la enfermedad...

La novela de Thomas Mann aporta más datos sobre la mortalidad de la epidemia, que alcanzaba al 80% de los infectados; y menciona la forma "seca" del padecimiento, en el que los pacientes mueren ahogados en su propia sangre, transformada ésta en un fluido denso y pastoso, en medio de alaridos y presa de espantosas convulsiones... Los hospitales comenzaban a no dar abasto... El penetrante olor de los desinfectantes se va extendiendo por las callejuelas de la ciudad, casi a la par que la propia epidemia...

En líneas generales, recordemos que el cólera puede ser asintomático o benigno, pero también grave. Un 20% de los infectados padece un cuadro grave de diarrea acuosa, abundante, acompañada de vómitos importantes y calambres en las piernas, que puede llevar al paciente a la muerte por deshidratación si no es oportunamente tratado.

A todos aquellos interesados en profundizar en estas cuestiones, les recomendamos visitar el siguiente enlace de la Revista de Medicina y Cine


http://revistamedicinacine.usal.es/dmdocuments/venecia.pdf




miércoles, 6 de enero de 2010

MAGNIFICENT 7



Cuando lean el título de esta entrada tal vez piensen que nos hemos confundido: ¿qué pinta un western clásico en un blog sobre medicina y cine?... Tal vez esta circunstancia podría darse si hubiera alguna razón médica que por ejemplo así lo justificara, en "Los Siete Magníficos" (John Sturges, 1960)...



Pero esta vez vamos a referirnos a otro tipo de héroes, sin caballos ni pistolas, aunque a alguno de ellos a veces le encante disfrazarse de vaquero... Ellos son los entrañables protagonistas de "Magnificent 7" (Kenneth Glenaan, 2005), una película sobre el espectro autista.


En la pantalla, su precedente más inmediato fue el telefilm británico "My Family and Autism" (Frank Landsman, 2003), el documental sobre la familia Jackson con varios de sus miembros incluidos dentro del espectro autista.

El autismo puede afectar al 1% de los niños; a pesar de las investigaciones más recientes, todavía se desconoce su causa real y su verdadera cura. 

Se trata de un trastorno que fundamentalmente se caracteriza por la dificultad para comunicarse y relacionarse con los demás. Los niños autistas, cuyo desarrollo suele ser normal hasta los 2 años de edad, de repente involucionan, se vuelven retraídos, enmudecen, rehuyen el contacto visual y son víctimas de frecuentes e injustificados berrinches.

Jacqui Jackson con sus cuatro hijos autistas 
(de izda a dcha: Mathew, Luke, Ben y Joe)



El libreto original fue escrito por Sandy Welch, guionista de los primeros episodios de la serie televisiva "Norte y Sur". Se inspiró en la vida real de Jacqui Jackson, una abnegada madre británica con siete hijos, 3 mujeres (una de ellas dentro del espectro autista) y 4 varones, todos ellos autistas. Jacqui se graduó en Ciencias Sociales en la Open University del Reino Unido, y realizó su doctorado en la Universidad de Coventry, precisamente sobre las particulares características sensoriales de los niños autistas.

Y todo ello teniendo en cuenta el siguiente cuadro patológico familiar:
  • Matthew, el hijo mayor, prematuro al nacer y afectado de dislexia y dispraxia, con manifiestos desórdenes en su motricidad, que no le impidieron ingresar finalmente como cadete en la Armada Británica.
  • Luke, también con dispraxia y diagnosticado de un Síndrome de Asperger, un trastorno generalizado del desarrollo que se caracteriza por el déficit de empatía de los afectados. Representado en el film por el personaje de Christopher, Luke escribió a los 13 años un libro titulado "Freaks, Greeks and Asperger Syndrome: A User Guide to Adolescence", en el que relató su experiencia personal como paciente. Incluso ha trabajado como tertuliano en la emisora Radio 4 de la BBC dentro de su programa Home Truths.
  • Joe, que padece un trastorno de hiperactividad con déficit de atención. En el film lo identificamos con el revoltoso Davey.
  • Ben, nacido también prematuramente y autista, alérgico al ruido, a la ropa y a la luz, el más desvalido de todos, el Curtis de la ficción.
  • Sarah, diagnosticada de un desorden del espectro autista.
  • Rachel y Anna, sanas, sin ningún trastorno.
En la ficción, la protagonista es interpretada por Helena Bonham Carter, actriz que literalmente se mete en la piel de su personaje de manera harto convincente. En la película es Maggi Jackson.


Helena Bonhan Carter como Maggi Jackson

Durante 12 meses, desde la víspera de Navidad, nos iremos introduciendo poco a poco en la vida de la familia Jackson, conociendo a todos sus miembros, uno por uno. Viven en una casa unifamiliar cercana al parque de atracciones de Blackpool, localidad costera del noroeste de Inglaterra.



La montaña rusa que se divisa detrás de su domicilio bien pudiera simbolizar los constantes altibajos de su azarosa vida colectiva.

El primero en aparecer es Curtis (Thomas Reford), con sus sempiternas gafas de nadar y orejeras, a pesar de su edad todavía con pañales y chupete; presenta además serias dificultades para andar a causa de su dispraxia.

Inmediatamente conocemos al brillante Christopher (Chistopher Parkinson), el fotógrafo minimalista, con su habitación decorada con figuras planetarias y motivos espaciales.

El siguiente en aparecer es el travieso Davey (Joshua Thurston), fascinado por las cerillas, un revoltoso constantemente perseguido por su madre y hermanas, una especie de disparatado cantante de pop aficionado que duerme en el suelo, en un colchón bajo el que oculta diferentes modelos de pilas.

El último es el mayor, Richard (Duane Lomax) al que no vemos prácticamente hasta el final, pues desde las escenas iniciales permanece encerrado en su habitación, de la que pretende no salir hasta el Boxing Day (26 de diciembre).

Completan la prole las 3 hermanas, la pequeña y atlética Rebekah (Polly Thompson), Louise (Holly Grainger) y Elizabeth (Anna Sainsbury).

Observamos a Maggi ordenando la compra del supermercado, separando los alimentos con gluten, para las chicas, de los sin gluten, para los muchachos. Tiene diferentes candados en las alacenas de la cocina, para evitar que sean abiertas sin su supervisión. Las puertas de la casa también presentan cerraduras de seguridad, que a veces resultan insuficientes... Los muebles de cocina tienen letreros pegados, para que cada cual sepa dónde están los alimentos. Algunas habitaciones, como la de Curtis, tiene carteles con dibujos que indican por ejemplo dónde está la llave de la luz...



Las dos familias Jackson, la real y la cinematográfica...

El pequeño Curtis suele desvelarse asustado por las noches. Maggi acude para confortarlo pero con frecuencia suele quedarse dormida, completamente agotada. En la realidad, la verdadera Jacqui Jackson recordaba no haber dormido más allá de 3 horas seguidas durante los últimos 20 años de su vida...

El despertador no funciona, porque alguien le ha quitado las pilas... Son las 11 de la mañana y Maggi todavía no ha preparado el típico pavo de la comida de Navidad. Con toda su prole, se ve obligada a aceptar la amable invitación de su vecina, la Sra. Jeanette Atkins (Jacqueline Leonard).

Casi siempre, la mirada personal del niño autista sobre el mundo que le rodea está cuidadosamente tratada gracias a los planos subjetivos de Christopher; observamos cómo el chico se fija más en las formas geométricas, en las luces, en los colores, en los animales; no presta demasiada atención a las personas. Prefiere fotografiar objetos: la esquina de un mueble, una alarma antincendios, los zapatos... Algunos invitados alaban la personalidad artística del muchacho. Recordemos aquí cuánto se ha especulado sobre la supuesta relación entre genialidad y autismo...

Otro de los síntomas característicos del espectro autista se nos muestra esta vez con Curtis, incomprensiblemente asustado, descontrolado y fuera de sí, gritando al descubrir entre los regalos el muñeco de un payaso con la ropa y pelo rojos.

Ahora es el turno de Davey, empeñado en jugar al Monopoly, muy enfadado porque los demás no le dejan hacerlo. La fiesta finalizará para la familia Jackson cuando Curtis y Davey causan un verdadero estropicio en el cuarto de baño de la Sra. Atkins...

CINEFILIA

"Un viaje inesperado" (Gregg Champion, 2004) es un telefilm norteamericano que aborda una situación similar a la que nos ocupa. Una joven madre soltera, Corrine Morgan-Thomas (Mary-Louise Parker) descubre que sus hijos mellizos son autistas cuando éstos cumplen 5 años. Philip (Bubba Lewis) se limita a repetir lo que escucha, mientras Steven (el popular ídolo juvenil Zach Efron) es completamente no verbal. La madre deberá luchar contra los sistemas sanitario y educativo para conseguir el pleno desarrollo de sus hijos.



Los hermanos Steven (Zach Efron) y Philip (Bubba Lewis)


Finalmente Corrine fundará la Miracle Run Foundation, dedicada a la investigación sobre el autismo. Junto a Gary Brozek, también es la autora del libro "Miracle Run: Watching My Autistic Sons Grow Up and Take Their First Steps into Adulthood".



Además de mostrarnos hechos más o menos anecdóticos, como la admiración que despierta en ambos hermanos el personaje de Rocky Balboa (inmortalizado por Sylvester Stallone) como ejemplo de superación, o las especiales habilidades que desarrollan (Philip ajedrez y música, Steven deporte), lo más interesante de este telefilm es la controversia que genera respecto a la denominada educación inclusiva, lo cual lo convierte en un material muy interesante para el debate.


CONVIVIENDO CON EL AUTISMO...

Toca revisión de los Jackson en las oficinas de los servicios sociales de Lancashire. Una psicóloga le muestra a Christopher el dibujo de un rostro sonriente. Cuando ella señala la boca de de la imagen y le pregunta qué es, él le contesta que una raya de lápiz pintada sobre el la cartulina. Cuando ella señala su propia boca sonriente y le pregunta a Christopher si está contenta o triste, él no sabe contestar. Como veíamos anteriormente, la falta de empatía, es decir, la dificultad para reconocer los estados emocionales ajenos es característica del Síndrome de Asperger.

La ficción cinematográfica se enriquece con la relación sentimental emprendida por Maggi con Dimitri, un vigilante escolar que aquí es interpretado por el espigado Bruno Lastra, al que recordamos en España por su participación como "Medina" en la popular serie televisiva "Los simuladores". Como simple anécdota destacamos que Lastra ha desarrollado durante bastante tiempo su carrera artística en el Reino Unido.




Todos los Jackson, excepto el pequeño Curtis, se apuntan a un gimnasio para aprender taekwondo, arte marcial en la que Jacqui Jackson alcanzó el cinturón negro.

Resultan muy emotivas las escenas en las que Jacqui realiza una defensa a ultranza de sus hijos, de sus particularidades, de sus necesidades como personas y pacientes. Aquí radica verdaderamente la importancia de este film y la calidad de su mensaje.

De nuevo es Navidad. Todos están reunidos alrededor de la mesa cantando "Lady Madonna" de The Beatles. Curtis permanece debajo de ella, acariciando el perro...

"Lady Madonna, children at your feet.
Wonder how you manage to make ends meet..."

lunes, 4 de enero de 2010

LEAVING LAS VEGAS

¡Heme aquí solitario y libre!

Borracho perdido estaré

a la noche, y sin miedo alguno

en el suelo me tenderé"...

EL VINO DEL ASESINO.

"Las Flores del Mal". Charles Baudelaire

Siempre he querido escribir una entrada dedicada a esta película. Lo he ido posponiendo, semana tras semana, mes tras mes. El motivo fundamental no es la pereza, sino más bien el hecho de haberme ocupado anteriormente en esta misma bitácora del clásico "Días de vino y rosas" (Blake Edwards, 1962), a mi juicio una obra maestra del 7º Arte, insuperable, acidulada historia de amor con el transfondo del alcoholismo y una desbordante carga de autodestrucción, ternura, odio, desesperación, arrepentimiento, compasión...

He leído y escuchado muchos comentarios sobre "Leaving Las Vegas" (Mike Figgis, 1995), algunos colmados de encendidos elogios, otros de críticas despiadadas. Esta película a nadie deja indiferente. Por cierto, en mi propia casa han entrado varias veces admiradores y detractores suyos. En su día, un primer DVD fue prestado y nunca más devuelto... Un segundo ejemplar desapareció misteriosamente de mi videoteca. Pero tuve suerte con los enajenadores, pues desde 1995 aún conservo una copia de un viejo VHS... Por el momento...

El director llevó a la pantalla su particular adaptación de la novela homónima de John O´Brien, ópera prima de este malogrado escritor, que se pegó un tiro en la cabeza en Los Ángeles en 1994, apenas dos semanas antes de que la película entrase en fase de producción. O´Brien había vivido un particular calvario debido a su adicción etílica. Sin embargo, no bebió una sola gota de alcohol mientras escribía la novela.
Figgis, que en un principio pensó en suspender el trabajo, finalmente decidió continuar con la película en homenaje al fallecido.





Mike Figgis es un artista polifacético; además de director participó como compositor en la banda sonora de la película, y como músico, tocando la trompeta y los teclados. Y también pudiéramos decir que padeciera cierto toque megalomaníaco: varios de los taxis que aparecen en pantalla portan publicidad de "Red Mullet", la productora de este director, con su propia fotografía.

Esta cinta cuenta con la participación de Sting aportando el toque personal de su aguda voz a clásicos como "Angel Eyes", "It´s a lonesome Old Town" y muy especialmente a "My One and Only Love". Otro de mis favoritos, Don Henley, ex componente de The Eagles, añade su valioso granito de arena en "Come rain or come shine".

Pero vayamos al grano. Ben Sanderson (Nicholas Cage, sublime en algunas escenas, histriónico en otras tantas) es un guionista que trabaja para la industria cinematográfica de Los Ángeles. Su descontrolada ingesta alcohólica le ha acarreado ya graves problemas con su familia (su esposa e hijo le han abandonado), con sus amigos (sus antiguos compañeros de trabajo huyen de él como de un apestado), y finalmente también con su empleo (del que le terminarán despidiendo). Esta labor interpretativa le hizo acreedor en 1996 del Oscar al mejor actor protagonista.

Ben exhibe unas enormes carencias a la hora de abordar a las mujeres, pues sus insinuaciones burdas y sus bizarras propuestas sexuales se encuentran a años luz de las artimañas empleadas por aquel simpático seductor llamado Joe Clay (Jack Lemmon)... Inevitablemente surge otra vez una comparación con el film de Blake Edwards... Como a tantos otros alcohólicos, el abuso de la bebida comenzará a causarle disfunción eréctil e impotencia. Él mismo terminará por reconocer que la cama no es su fuerte. A este respecto, existe en el film una escena cargada de simbolismo: mientras una prostituta se agacha para practicarle a Ben una felación, éste introduce en la boca de la mujer el dedo en el que porta su alianza matrimonial... El anillo desaparecerá entonces, como por arte de magia, gracias a las habilidades bucales de la mercenaria del sexo...

Quizás para intentar acentuar la rápida y progresiva degradación del protagonista, Figgis introduce escenas que se antojan truculentas e irreales, como por ejemplo aquella en la que Ben conduce su coche evitado a la policía mientras vacía a morro y casi sin respirar una botella de vodka, o cuando en un club de striptease se empina de un trago otra botella entera de whisky.



Ben (Nicholas Cage) empina el codo

En alguna ocasión he leído las opiniones de ciertos expertos respecto a dos supuestos modelos de consumo alcohólico. El primero, el anglosajón, del que resulta prototípica esta película, en el que se ingieren grandes cantidades de bebidas de alta graduación en un tiempo record, persiguiendo una embriaguez acelerada y descontrolada. El segundo, el mediterráneo, donde la bebida preferida es el vino y el consumo diario, permanente, mucho más ligado a las celebraciones y a la gastronomía.

Sea como fuera, Ben termina tirado en el suelo de la cocina, con la luz de la nevera vacía y abierta iluminando su miserable borrachera. Cuando una prostituta le pregunta por qué bebe de esa manera, encogiéndose de hombros contesta lacónicamente: - "No recuerdo si empecé a beber porque mi mujer me dejó o si mi mujer me dejó porque comencé a beber"...

"Días sin huella" (Billy Wilder, 1945), ya tratada en este mismo blog, es para mí la mejor película que haya visto sobre el sufrimiento de un enfermo alcohólico; protagonizada por un Ray Milland colosal, demoledor en el papel del también escritor fracasado Don Birnam, nos muestra la cruda realidad del síndrome de abstinencia y del fenómeno de craving (deseo intenso de consumir alcohol), que también son abordados de manera convincente en "Leaving Las Vegas".



Al respecto, resulta muy ilustrativa aquella otra escena donde un angustiado Ben trata de cobrar un cheque en el banco, incapaz de firmarlo por el temblor de sus manos, hasta que regresa de nuevo tras haber cargado sus depósitos en un bar con la dosis de alcohol necesaria para volver a funcionar...

Con todo perdido en Los Ángeles, en su propio jardín enciende una gran pira en la que quema todos sus recuerdos, inclusive su pasaporte, renegando simbólicamente de su propio "yo" aniquilado. En cierta medida, se convierte en un devoto que se despoja de sus pertenencias y se convierte en esclavo del alcohol. Ben abandona su casa y decide marcharse con lo puesto a Las Vegas, el emporio multicolor de las luces de neón y los casinos perdido en el medio del desierto de Nevada. Su objetivo es diáfano: desea matarse bebiendo durante las próximas 4 semanas, el tiempo calculado para gastarse toda su fortuna al ritmo aproximado de 200 - 300 dólares diarios.

"Tú eres el antídoto que mezclado con alcohol mantiene mi equilibrio"...

Su primer encuentro con Sera (Elizabeth Shue) es casual; está a punto de atropellarla mientras ella cruza un paso de cebra. Sera, que no Sara, es una prostituta que pendonea por las amplias avenidas de Las Vegas. Llegó a la ciudad de la mano de su chulo, un letón llamado Yuri, interpretado por un Julian Sands situado en las antípodas de su papel protagonista de "Una habitación con vistas" (James Ivory, 1985).


Elizabeth Shue es Sera


La descarnada pero bondadosa interpretación que la frágil Elizabeth Shue realiza en este film resultó para mí un gratificante descubrimiento, tanto más en una actriz que había destacado previamente en los medios publicitario (como imagen de Burger King, por ejemplo) y televisivo (por su participación en la exitosa serie Melrose Place). En este film, luce en todo momento sugerente, hermosa, convincente, incluso aún más en las escenas especialmente crudas, como cuando es violada por unos niñatos o cuando asiste a Ben en sus últimos estertores.

Por cierto, esa precisa escena en la que Sera es salvajemente agredida y sodomizada por los tres bárbaros en la habitación de un hotel mientras grababan su hazaña con una cámara de video, con el paso del tiempo se ha convertido en precursora de actuaciones similares realizadas en la actualidad por algunos desalmados, que filman y cuelgan en Internet escenas aficionadas de una brutalidad inconcebible.

Yuri el macarra, rayando la paranoia, extorsiona y maltrata a Sera mientras trata de ocultarse de una banda de matones que intenta ajustarle las cuentas. ¡Por cierto, uno de ellos es un cameo del propio Mike Figgis!.

Ben alquila una habitación en un motel barato, "The whole year inn", nombre que propicia un juego de palabras en la mente ebria de Ben, que lo transforma en "The hole you are in", algo así como el agujero en que te hayas.

El segundo encuentro entre Ben y Sera se produce cuando él contrata sus servicios: 500 dólares por una sola noche. En el motel, sobre la cabecera de la cama de Ben, una imagen adorna la pared mostrando un flamante póker de ases, paradójica jugada ganadora en la vida de un hombre sin duda fracasado y perdedor. Ben no quiere sexo, sólamente compañía, alguien a quien contarle sus penas. Todo el sufrimiento que acumula en su interior despierta la conmiseración de la joven prostituta, que descubre la existencia en este mundo de alguien todavía mucho más desdichado que ella.

Ben le relata sus planes suicidas, que ella no termina por tomarse en serio. Al día siguiente, él vende su coche y acude al monte de piedad, para empeñar su reloj de pulsera, un Rolex Daytona del 93, que en la realidad había sido el reloj del difunto escritor John O´Brien. Allí coincide con Yuri, que trata de vender unas joyas de su propiedad. Necesita dinero para saldar su deuda, para salvar su vida...

El tercer encuentro de la pareja ocurre el mismo día en que a Yuri le dan pasaporte sus acreedores. Ben invita a Sera a cenar, pero durante toda la comida él no prueba bocado. Apenas juguetea con los espaguetis. La anorexia es una característica de los pacientes alcoholdependientes. Mediante un sencillo calambur trata de justificar su disoluta existencia: "¿Beber es una forma de matarte?", le pregunta Sera, a lo que él responde: - "O matarme es una forma de beber". Apuntar brevemente que el suicidio es frecuente entre los pacientes alcohólicos.

Sera es un ser solitario que odia la incomunicación. Ben es un alcohólico sin cura ni remedio. Ambos deciden juntar sus vidas, aún a sabiendas de que no tiene futuro. Los días transcurren; ella desempeñando el oficio más viejo del mundo, él, con los labios pegados a una botella, saltando de borrachera en borrachera, de delirium en delirum, de resaca en resaca, atormentado por las pesadillas de su pasado. Resulta curioso, pues los malos recuerdos parecen escapar de los frecuentes episodios de amnesia que sufre Ben.

Pero pronto hará presencia el amor, cargado de regalos: para ella, unos pendientes; para él, una llamativa camisa roja y una bruñida petaca. ¿Qué chica en su sano juicio le regalaría a su novio alcohólico una petaca? Hay quien ha creido ver en esta parte de la película una crítica a la sociedad consumista en general, en este caso más concreto, a la norteamericana; Ben le dice a Sera que va a comprar 20 calzoncillos, para ir tirando uno cada día...; cada vez que se cambia de motel, deja abandonada allí toda su ropa... Pudiera ser, aunque el equipaje de este dipsómano suicida siempre va repleto de botellas...

En un incidente en un bar de motoristas, Ben recibe un cabezazo que le rompe la nariz. El barman (Julian Lennon, el hijo mayor del añorado beatle John Lennon) le ayuda a limpiarse la sangre que le tiñe el rostro.

La pareja decide viajar hacia el desierto y se hospedan en un motel tranquilo llamado "Desert Song"; intentan aislarse del bullicio y de la depravación que les rodea en la ciudad. Mientras el sol se pone, quizás en el único momento de paz que disfrutan en toda la película, en un viejo televisor en blanco y negro parpadean algunas escenas de "El tercer hombre" (Carol Reed, 1949). Pero la dicha durará poco.

Una noche ocurre lo inevitable; al regresar del trabajo, Sera se encuentra a Ben completamente borracho en compañía de una furcia (Mariska Hargitay), allí, en su propia casa. Ben comete una terrible traición, una infidelidad que ninguna mujer perdona, ni siquiera las meretrices. Sus trayectorias vuelven a separarse. Hasta que Ben, casi moribundo, llama por teléfono. Languidece en un oscuro cuarto de un motel, a la espera de la llegada de su ángel de la guarda, a la espera también de su propia muerte.

El amor es una rara flor que a veces germina en parajes yermos... Y para los que fueron capaces de llegar hasta aquí, le regalamos una pequeña gema: una versión de "Come rain or come shine" por el trío de Bill Evans (piano), Chuck Israels (bajo) y Larry Bunker (batería). Mucho ha llovido desde el 19 de marzo de 1965...